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‘Calumniad, calumniad...’

...que de la calumnia algo queda’, tremendo apotegma que se le atribuía a Laureano Gómez, cuando era el líder de la oposición a los gobiernos liberales que hubo en Colombia de 1930 a 1946.

30 de septiembre de 2020 Por: Jorge Restrepo Potes

...que de la calumnia algo queda’, tremendo apotegma que se le atribuía a Laureano Gómez, cuando era el líder de la oposición a los gobiernos liberales que hubo en Colombia de 1930 a 1946.

Yo, realmente, no he podido comprobar si Gómez fue el autor de la frase, pero no me extrañaría que lo fuese porque él no ahorró calumnia contra los presidentes de mi Partido, especialmente Alfonso López Pumarejo, al que le endosaba toda suerte de infamias: que en su parcela de recreo ‘Las Monjas’, cerca de Bogotá, había hecho construir con fondos públicos una casa, cuando en verdad era una caseta para albergar a los miembros de su guardia. Que un hijo de López había contratado a unos sujetos para asesinar al exboxeador Francisco A. Pérez, alias Mamatoco, porque éste iba a revelar un lío de faldas con encopetada dama bogotana.

Y esta perla, ya no contra López sino contra Carlos Lleras Restrepo: que el científico Federico Lleras Acosta, padre del dirigente liberal, había inventado falazmente una bacteria para sacarle plata al Gobierno.
En fin, todo lo que se le venía a la mente para desprestigiar a sus adversarios políticos lo echaba a rodar el jefe godo, a quien sus parciales adoraban como a un dios.

Pero he aquí que ha surgido en la política criolla otro más calumniador que el vesánico ‘Monstruo’ de la derecha del Siglo XX: el muy ilustre y nunca bien ponderado ‘exdetodo’, Álvaro Uribe Vélez, que suelta tan descomunales invectivas, que no se las cree ni él mismo en sus noches de delirio en El Ubérrimo, todas dirigidas contra Juan Manuel Santos, que como no responde a ninguno de sus agravios más se emberraca y cranea otro peor que el anterior: que Santos dispone a placer de la Corte Suprema de Justicia, antro de mafiosos y castrochavistas, que se la tienen montada. Que Santos es un epígono de Nicolás Maduro, para hacer de Colombia otra Venezuela, en alianza con “lafar”.

Pero la más absurda es la falsedad con la que sale ahora al referirse a una reunión en casa de Juan Fernando Cristo, a quien le dio la real gana de invitar al expresidente Santos, al senador Iván Cepeda, y a tres miembros del partido Farc, que en virtud del Acuerdo de Paz tienen curules en el Senado.

En el mismo conjunto residencial habita un energúmeno miembro del Centro Democrático, quien ni corto ni perezoso buscó a un periodista de su cuerda para que se infiltrara en la reunión privada. No se le permitió el acceso, y ahí mismo saltó Uribe desde su confinamiento judicial a gritar que Santos y sus secuaces estaban allí tramando el golpe de Estado contra su pupilo Duque.

Curzio Malaparte, el novelista italiano autor de ‘La piel’ y ‘Kaputt’, que leí en el bachillerato, escribió además el magistral ensayo ‘Técnica del golpe de Estado’, en el que, al estilo de Maquiavelo en ‘El príncipe’, enseña la estrategia no sólo para organizar un golpe de Estado, sino también para precaverlo.

Sería conveniente que el prócer paisa y su compañero de calumnias Fernando Londoño leyeran a Malaparte para que se enteraran de que a un Gobierno como el que ahora padecemos, que cuenta con todos los factores del poder: Fuerzas Militares y de Policía, Congreso, Fiscal, Contralor -y ya pronto Procuradora-, y buena parte de los medios de comunicación, es misión imposible tumbarlo por la fuerza, así sea tan mediocre como éste que nos acomodó el benemérito expresidente.
Deben volverse serios, hasta para las calumnias, porque están quedando peor que Duque disfrazado de policía.

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