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Las plagas de Cali

La corrupción también tiene su cuota de responsabilidad en la inseguridad que vive la ciudad. Porque mientras el presupuesto para la seguridad se redujo de un 3% a un 1,5%, esta administración se ha lanzado a hacer ferias virtuales

22 de abril de 2021 Por: Diego Martínez Lloreda

Covid, inseguridad, corrupción e inmigración desbordada. Esas son las cuatro plagas que tienen azotadas a Cali.

Cuatro plagas, en apariencia aisladas pero que en el fondo tienen profundos vínculos.

Resulta que el covid es en buena parte el responsable de la alarmante inseguridad que vive la ciudad. Por varias razones. Primero porque por cuenta de la pandemia mucha gente que vivía de trabajos precarios e informales, pero que les servían para llevar los tres golpes a la casa, se quedaron sin esa fuente de ingresos. Entre ellos muchos vendedores informales.

Y también muchos malandros que se dedicaban al microtráfico y otros delitos de mayor escala, ante la escasez de clientes producida por la crisis se lanzaron a las calles a atracar, que es la modalidad delictiva más simple pero más efectiva.

Para completar el escaso pie de fuerza con el que cuenta, nuestra Policía tiene que desgastarse verificando que los caleños cumplan las medidas de bioseguridad indispensables para que la pandemia no siga creciendo.

La corrupción también tiene su cuota de responsabilidad en la inseguridad que vive la ciudad. Porque mientras el presupuesto para la seguridad se redujo de un 3% a un 1,5%, esta administración se ha lanzado a hacer ferias virtuales y obras faraónicas, mucho más ‘rentables’, como la remodelación de la Avenida Sexta.

No hay derecho a que se vayan a invertir $60.000 millones en ese estropicio mientras la mitad de las cámaras de seguridad están fuera de servicio, muchas de las motos de la Policía están varadas y se reduce a la mitad el presupuesto con el que cuenta la Policía para operar.

Y para completar el panorama de las plagas que azotan a Cali está la incontenible inmigración de venezolanos, muchos de los cuales se han convertido en instrumentos de las organizaciones criminales que operan en la ciudad.

Así como muchos restauranteros, y comerciantes han optado por contratar a venezolanos porque les sale más barato, lo mismo están haciendo las bandas criminales.

Y por eso es que cada vez aparecen más venezolanos vinculados a todo tipo de crímenes. Sin ir más lejos, en el horrendo crimen del joven Felipe Tobón, asesinado cuando ascendía al cerro de la Tres Cruces, estuvieron vinculados dos individuos de esa nacionalidad.

Frente a este panorama tan complejo, observo mucha retórica y mucho diagnóstico por parte de la Administración Municipal. Mucha sociología barata mientras lo que se necesita para derrotar la inseguridad es acción y recursos.

Por eso, debe comenzar por devolverle a la Fuerza Pública el presupuesto que le corresponde, priorizar las inversiones en los gastos más necesarios y urgentes. Y poner en la frontera con Venezuela a cada ciudadano de ese país que sea sorprendido delinquiendo.

El mensaje para los inmigrantes venezolanos debe ser claro, los ayudamos en la medida de nuestras posibilidades, que son escasas, pero el que delinca que se devuelva a su país a hacer de las suyas.

Y a la Administración Municipal también debe quedarle claro que la delincuencia es una plaga que puede causar tanto daño como el mismísimo covid.
Sigue en Twitter @dimartillo

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