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OPINIÓN

Los padres “perfectos”

Los supuestos padres perfectos son los que consideran que su misión es atender todas las necesidades de sus retoños.

29 de noviembre de 2018 Por: Carlos E. Climent

Implícito en esa concepción está la expectativa de que los padres también sean impecables en lo que hacen. Con lo cual se convierten en un obstáculo para el proceso de independencia, pues son modelos inalcanzables imposibles de complacer. Lo que de paso los convierte en objetos a sabotear.

El objetivo de estos padres es impedir que sus hijos sufran en el proceso de solucionar sus propios problemas. Al facilitarlo todo estos padres perfeccionistas que son a su vez controladores y sobreprotectores, les refuerzan la inseguridad y la ambivalencia a sus hijos.
Inseguridad porque privan a sus hijos de la posibilidad de crecer como seres independientes. Ya que no les permiten sufrir la incomodidad natural que requiere la superación de los problemas por sus propios medios, ni experimentar la satisfacción tan formativa que se siente al resolverlos.

Ambivalencia porque al tiempo que están ligados a una figura dominante que provee todo, sienten una gran rabia hacia ésta por haberles impedido su crecimiento. Quieren su libertad pero al mismo tiempo la temen y al no estar conscientes de sus sentimientos encontrados empiezan a expresarlos a través de sus comportamientos. Las estrategias del niño para encontrar su autoafirmación varían muchísimo pues dependen de una serie de factores individuales y de su entorno familiar. Van desde la simple desobediencia, aislamiento y desinterés hasta los comportamientos desafiantes y autodestructivos.

Esas conductas son la forma de dar la batalla por su propia identidad y autonomía. Son su manera de rebelarse de una crianza que no le permitió sufrimiento alguno. Toma riesgos y de alguna forma busca el dolor para reafirmarse. Dicho de otra forma “actúa” las emociones (imposibles de verbalizar) a través de síntomas. Tales manifestaciones son una llamada de atención a los padres, una especie de grito de auxilio: “¡Ayúdenme a separarme de ustedes!”. En conclusión, anticiparse sistemáticamente a resolver todos los problemas de los hijos es un craso error con serias consecuencias.

Muy al contrario, cuando un padre acepta no tener todas las soluciones para los problemas de los hijos se vuelve una figura más humana y más asequible para el niño. De allí que tenga tanta importancia dentro del ejercicio de las funciones parentales, no estar siempre disponible para los hijos. Según la edad y las circunstancias, es perfectamente apropiado decirle en algún momento: “Joven...Mi función no se limita exclusivamente a ser su padre o su madre.... Yo tengo mi vida propia y mis necesidades...Tengo derecho a un descanso....Quiero estar sólo(a)...Soy una persona que merece consideraciones, no un esclavo que tiene que aguantarse todos sus caprichos...”

Tal actitud le permite al niño entender que debe solucionar las dificultades con su esfuerzo, no con el de los demás. Y que además sus padres lo consideran capaz de lograrlo.
* Esta columna hace parte del tema sobre la crianza de los hijos que aparece en el libro: “Asuma la gerencia de su vida. La lupa interior”

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