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COLUMNA DE OPINION

La belleza física

Un atributo de doble filo.

30 de noviembre de 2018 Por: Carlos E. Climent

La belleza en sí misma es un don maravilloso, pero cuando los padres se concentran en resaltar de manera exclusiva el atractivo físico de sus hijos, dicha admiración por la estética puede ir en detrimento de otras condiciones personales.

En el caso de la niña linda, ella aprende muy pronto que no tiene que hacer mayor esfuerzo para ganarse la atención de los demás. Todo el que la conoce termina fascinado e invariablemente tiene algo positivo que decir sobre su belleza o su picardía. Se sabe irresistible y así se establece en ella la certeza interior de que es capaz de lograr lo que quiera, seduciendo a los demás.

Los padres embelesados le dan cuerda al asunto sin misericordia, pero las consecuencias destructivas de hacer énfasis en la belleza física a expensas de otras condiciones personales son muchas. Ya que mientras es una niña la fascinación de todo el mundo por su atractivo físico no deja ver sus efectos nocivos muy claramente. Al llegar a su adolescencia logra el mismo trato de todo el mundo pues la siguen valorando fundamentalmente por lo linda. En su corta vida pesa más lo aparente que otros valores, y esa distorsión es un serio obstáculo para su sano desarrollo emocional.

‘Su realidad’ es el mundo de la fantasía, un lugar mágico donde todo lo que ella desee le debe ser concedido. Eso la hace creerse con derecho a las cosas sin merecerlas, al tiempo que se convierte en dependiente y sumisa, pues solo tiene que posar y seducir.

A medida que crece, se convierte en un ser caprichoso, inseguro e insoportable. Quiere soluciones rápidas a todas las dificultades y no es capaz de tolerar las frustraciones normales de la vida. Tampoco aprende a establecer relaciones que le permitan conocer su propia valía, sus sentimientos, sus impulsos o sus emociones. En esas condiciones de franca desventaja, llega a la adultez con la visión falseada de sus poderes, y con unas expectativas inalcanzables.

Sus atractivos la llevan muy prematuramente a ser víctima de un acoso por varones, generalmente mayores y más experimentados, deseosos de conquistar a la beldad con el fin de confirmar su masculinidad. En contraste, sus compañeras criadas con otros principios tienen más tiempo para lograr un mejor conocimiento de sus propias emociones, merced a lo cual entablan amistades más tranquilas que pueden llevar al inicio de relaciones de pareja más saludables.

Las relaciones románticas a las que tiene acceso la niña linda -le guste o no-están basadas en el atractivo físico. Resiente que solo la quieran por lo físico y por esa razón nunca está segura. Los hombres, así no lo expresen, no se sienten muy tranquilos con una mujer para quien lo más importante es la belleza. Ello explicaría, por lo menos en parte, la correlación entre mujeres físicamente exitosas y vidas personales fracasadas.

Si los padres fueran capaces de vencer la tentación de dejarse fascinar por el atractivo físico, se darían cuenta de lo negativo que es basar la admiración en aspectos superfluos. Pero nunca es tarde para cambiar, pues el daño será menor entre más temprano se haga énfasis en valores más fundamentales.

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