¡Monstruos sueltos!

No. No quería verla. Solamente la fotografía de ese hombre siempre con una sonrisa apretada en los labios y la mirada sinuosa me estremecía de horror. Bastantes porquerías diarias nos atropellan como el pan nuestro de cada día, para encender la pantalla de Netflix que es mi escape vespertino y meterme en la cloaca de Jeffrey Epstein.

Solo la recomendación de mi siquiatra y amigo Carlos Climent me animó a verla. -“Es importante que vea en la realidad lo que es un depredador sexual, narcisista y sociópata. Yo los describí en mi libro La Locura Lúcida, pero es diferente leer el texto a verlo en el documental Asquerosamente Rico. Me cuenta”. Así fue como el domingo me metí de lleno en los cuatro capítulos nauseabundos de este hombre, que de la nada amasó una fortuna incalculable y logró rodearse de todos los ‘ricos y famosos’ que se rindieron ante el rey midas y aprovecharon también para satisfacer sus aberraciones con niñas menores de edad. Era un honor ser invitado a su casa de Palm Beach, vecina a la del otro monstruo, Presidente de USA, y a su isla privada de Virgin Island en su jet privado, llamado y conocido como el Lolita Express.

No voy a comentar el documental. Para eso esta Netflix que logra los testimonios de algunas de las ya mujeres, entonces menores, que fueron violadas, manoseadas, utilizadas y marcadas de por vida por este sujeto y su amiga y cómplice Ghislaine Maxwell, otra demente depredadora encargada de organizar el esquema piramidal de abusos sexuales a menores de edad.

Como a cada marrano le llega su San Martín, la tenacidad del abogado de las víctimas, Brad Williams, y su capacidad para no darse por vencido ante la corrupción de la Justicia norteamericana, ese sistema fétido que siempre beneficia poderosos y multimillonarios, al fin después de más de diez años de acusaciones, testimonios, pruebas, etc., el monstruo fue encarcelado en 2019 y encerrado en una celda miserable de una prisión federal de Manhattan. Dicen que se ahorcó, pero la última autopsia demostró lo contrario. Obviamente blanco, es gallina lo pone, frito se come. Sus antiguos ‘amigos’ lo mandaron a silenciar. No les convenía que ‘El Gallo’ cantara y lo fritaron.

Un narcisista presenta -según La Locura Lúcida- al menos cinco rasgos de los siguientes:

- Sensación sobrevalorada de su propia importancia.

- Preocupado con fantasías de éxito ilimitado, poder, inteligencia, belleza.

- Requiere admiración excesiva.

- Se cree con derecho a las cosas sin merecerlas.

- Se aprovecha de los demás en su propio beneficio.

- No siente empatía por nadie.

- Es arrogante.

Si a esto le agregamos algunas características de la personalidad antisocial, como la incapacidad de experimentar culpa, la insensibilidad ante las necesidades de los demás, la baja tolerancia a la frustración y la incapacidad de mantener relaciones duraderas, más la obsesión sexual incontenible, tenemos al monstruo.

Me quedo pensando en cuántos especímenes de estos deambulan a sus anchas por todo el país, ostentando poder y dinero, creyendo que todo se compra y que jamás la justicia llegará a ellos. Cuántos Jeffreys criollos, de guayabera o encorbatados, engominados y perfumados. Pienso en Juliana Sambony. Pienso en tantas niñas-mujeres que no tienen voz, que son mercancía intercambiable. Lolitas silentes, como fantasmitas.
Algunas ya empaladas o desaparecidas, otras cientos que jamás tendrán la oportunidad de hablar. Víctimas de monstruos con poder, víctimas de monstruos anónimos. Y los monstruos sueltos.

***

PD. Imperdibles ‘Los Tiranos del Alma’ y la ‘Locura Lúcida’ de Carlos Climent. Ni mandados a hacer para la cuarentena.