María Mercedes
Ellos saben que siempre podrán contar contigo. Tu papá y María Eugenia te siguen cuidando desde su otra dimensión. Nunca cambies.
Siga a EL PAÍS en Google Discover y no se pierda las últimas noticias

3 de ene de 2022, 11:40 p. m.
Actualizado el 17 de may de 2023, 11:30 a. m.
Tres de enero 1970.
“Quisiera en este instante poseer todas las palabras lindas del mundo para escribirte estas líneas. Hacer con ellas un abanico de amor para que las leyeras. Pero precisamente ahora me faltan todas. Todas me parecen prosaicas y duras.
Cuando la ternura nace del fondo mismo de nuestro ser ninguna letra puede describirla o abarcarla.
Pero no importa. Este primer artículo después de tu llegada tiene que ser tuyo. Tú sabrás algún día leer entre líneas todo lo que quisiera decirte. Por ahora sólo siento una mezcla de amor y de dolor.
Es nuestro primer diálogo desde que te separaste de mí para empezar a ser tú. Y eso me duele. Creo que íntimamente hubiera deseado tenerte siempre dentro de mí. Tímido capullito, te sentía y te sabía confidente y compañera de todos mis pensamientos. Nueve meses de comunión. Diminuto testigo de mi vida.
Tengo que confesártelo. Me haces falta. La noche en que llegaste, más que dolor físico, fue ese dolor infinito de la separación. Se había terminado para siempre ese maravilloso vivir de a uno para empezar vivir a dos.
Y eres tú. Cuerpo mínimo ya tienes todos los elementos para desarrollarte y ser una mujer. Cuando te miro y observo tu carita sonrosada, tus manos, tus ojos todavía vagos e imprecisos y esa sonrisa refleja, quisiera poder decirte que has llegado a un mundo feliz.
Que nunca conocerás el dolor, que tu vida será un eterno reír. Un mundo de rosas sin espinas. Un mundo de paz y amor. Pero no te lo puedo decir María Mercedes. Todo me lo puedo permitir menos mentirte. Tampoco podría contarte que has llegado a un mundo malo lleno de odio y de tristezas.
Depende de ti saber escoger siempre lo bueno. Saber llenar de amor los pasos de dolor. Saber hacer sonreír a la amargura. Saber coger las rosas sin que te hieran las espinas. ¡Saber ser tú misma en todas las circunstancias de la vida!
Yo trataré de ayudarte en esa empresa. Esa empresa gigantesca que a veces nos acobarda que es el vivir la propia vida. A medida que crezcas te iré contando infinidad de cosas. Hasta que empieces a marchar tu solita por los caminos que te tenga deparado el destino.
Yo me quedaré a la vera observándote. Viendo que nada tendrá el poder de amargarte. Que nadie podrá despertar en ti el rencor. Porque a pesar de ser la vida áspera y dura, tú siempre sabrás sonreír con sinceridad y con amor. Mamá”.
(Artículo escrito y publicado en El País de Cali bajo el seudónimo de Martina en su columna El Cajón de las Ideas, enero de 1970).
***
Posdata: Estamos a tres de enero de 2022. María Mercedes, sigue caminando, iluminando, sonriendo. No te puedo decir más.
Has hecho camino al andar, has sufrido y amado. Eres como un junco que ningún viento huracanado puede quebrar. Gracias por haber llegado a mi vida, por todas las carcajadas compartidas, las confidencias.
El amor incondicional a tus hermanos, Rodrigo, Kiko, Chía, Tata, Pepe, Patricia y a tus amigos. Ellos saben que siempre podrán contar contigo. Tu papá y María Eugenia te siguen cuidando desde su otra dimensión. Nunca cambies.
¡Eres una chispa de luz!

Periodista. Directora de Colcultura y autora de dos libros. Escribe para El País desde 1964 no sólo como columnista, también es colaboradora esporádica con reportajes, crónicas.
6024455000