Claustrofobia
Siento claustrofobia mental. Todo está girando en torno a la vuelta. No existe Ucrania, no existen los asesinatos dementes, de mentes dementes, en cualquier ciudad de Estados Unidos.
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6 de jun de 2022, 11:40 p. m.
Actualizado el 17 de may de 2023, 12:44 p. m.
Me siento encerrada. Cercada. Quiero salir corriendo de mí misma. Agarrar un avión o un cohete hacia el ‘país de nunca jamás’ o al de ‘irás y no volverás’. Estos días previos a la segunda vuelta han logrado que el planeta tierra haya desaparecido de los medios nacionales, de las conversaciones, de los chats.
Siento claustrofobia mental. Todo está girando en torno a la vuelta. No existe Ucrania, no existen los asesinatos dementes, de mentes dementes, en cualquier ciudad de Estados Unidos. Supermercados, colegios, zonas de esparcimiento, barrios de afrodescendientes, no existen Putin ni el calentamiento global, no existe el coronavirus, no existn la hambruna ni el virus del mono, ni del orangután.
Todo desapareció. Colombia se apartó del universo y el único tema es la pelea absurda, patética, ordinaria, sobre quién va a ser el próximo mandatario nacional. Que si es un narcisista guerrillero, que si es un chafarote que le vale todo un culo, que si la mamá de uno duerme con una pistola debajo de la almohada, que si el guerrillero nació en una ciénaga de oro o en un pueblo helado, que si la firma de uno de muestra que está loco, o los ojos brotados del contrincante lo definen como un batracio.
Que si votar por uno es meterse un tiro en el pie y votar por el otro es pegarse un tiro en la sien. Que uno es machista y que el otro es más (ambos con vicepresidentes mujeres). Que si Francia está mejor que Marelen, que si ninguna sabe nada. Que si el Uribismo murió o está vivito y coleando. Que si el llamado chafarote va a inaugurar campos de concentración. Que se trata de pueblo contra pueblo (me pregunto que se define por pueblo), que si los antepasados de ambos fueron sastres y por eso no dan puntada sin dedal.
Que si a uno lo matan queda una señora que cree que los huevos vienen de Alemania, y que si al otro le da un paro cardiaco queda otra señora que tampoco sabe ‘gobernar’. Que uno no sabe dónde queda El Vichada y ganó en Vichada y el otro sí sabe, pero siempre ha ignorado su problemática.
Qué cansancio mental. El mundo entero sigue girando y no nos enteramos ni nos importa. Todo el país monotemático, como si los 40 millones de ciudadanos nos hubiéramos quedado encerrados con dos cucarachas en un ascensor. Sin poder salir, ni vislumbrar de nuevo otros, horizontes.
Se respira un aire enrarecido. Ya todo el país se convirtió en populista, se desaparecieron por encanto los gamonales de sangre azul, camuflados ahora de conciencia y responsabilidad social, se habla de la corrupción, pero no se define bien el término. ¿Quiénes son los corruptos? ¿Cómo los van a desaparecer?
Repito. Me siento ahogada mentalmente. Mi mecanismo de defensa o instinto de supervivencia me lleva a incrustarme en los periódicos de otros países y distraerme, por decirlo así, con las otras problemáticas. Le Pen y Macron, Jonhson y sus fiestas clandestinas, Irlanda y su eterno conflicto, el huracán de Filipinas, las locuras del enano de Corea del Norte, las amantes del finado Felipe de Edimburgo, las pataletas de la Pantoja, la obscena política española, en fin, mi mente viaja. Huelo otros aires, me imagino montada en un bus rojo de dos pisos aplaudiendo el Jubileo Real.
Disparo la mente porque es la única forma que encuentro de llegar medio cuerda al 19 de este mes. Sin saber por quién voy a meter la pata o si la pinto de blanco y no la meto, como lo hice hace cuatro años.
***
Posdata. Mientras tanto Duque, ausente, autista, cínico, sigue viajando, ojalá le siga dando la vuelta al mundo en un globo aerostático ‘for ever and ever’, y nunca volvamos a saber de su ducado perverso y destructor.

Periodista. Directora de Colcultura y autora de dos libros. Escribe para El País desde 1964 no sólo como columnista, también es colaboradora esporádica con reportajes, crónicas.
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