Apuntes varios

Enero 30, 2023 - 11:35 p. m. 2023-01-30 Por: Aura Lucía Mera

Impresionante. Casi 200 mil personas, presenciales y virtuales, asistieron al Hay Festival de Cartagena, que finalizó el domingo. Cifra récord. Desvirtuando la frase manida de que este país no lee. No sé quién hace esas encuestas, pero no corresponden a la realidad.

Un encuentro ecléctico que reunió más de 180 escritores de 21 países. Con temas tan diversos como economía, música, feminismo, cambio climático, poesía, paz, conflictos internacionales como la guerra de Ucrania, talleres de periodismo, historia, novelas de ficción, biografías, psicología, testimonios.

Todos los recintos abarrotados hasta el tope. Público de todas las edades y condiciones socioeconómicas. Otra frase manida de que “solo es un encuentro de viejos oligarcas”. Estudiantes de colegios y universidades, niños anotando en libretas, ávidos de conocimiento. Conversatorios en La Boquilla, El Pozón, Puerto Rey, barrios vulnerables, entradas gratis para colegiales.

Jericó y Medellín también fueron sedes alternas. Y, gracias a la tecnología, estas charlas se extendieron de manera virtual por todo el país.

Después de salir del conversatorio del escritor y periodista ucraniano, Andrei Kurkov, el conductor del taxi estaba más enterado que yo del conflicto, fanático de los libros desde pequeño e interesado en la política internacional.

A propósito, gracias a Kurkov, esa voz crucial para el pueblo ucraniano, entendí que en Colombia nadie sabe sobre ese país, su idiosincrasia individualista e independiente, que no teme ninguna guerra porque las ha sufrido todas y esa compleja relación entre Rusia y Ucrania, como la cuasi eterna convivencia entre las dos culturas. Amantes de la libertad de opinión, “donde el pan se hornea entre los escombros y, a pesar de las dificultades, la esperanza sigue intacta”. Niños que nacen en ciudades sitiadas, granjeros que siguen labrando su tierra atestada de explosivos, mujeres cuidando sus gallinas, y los evacuados esperando regresar a casa algún día.

Los medios temerosos de hablar de libros y promoverlos, los libros son peligrosos. “Pueden suscitar conflictos de opinión entre las familias, es mejor no regalarlos”. Ya ni se mencionan. Sobre Zelensky comentó: “Fue pésimo actor convertido en gran gobernante, se le da mejor el drama que la comedia”.

La brisa brava, el mar bravo, los espolones desafiando la naturaleza. Las torres verticales invadiendo cada centímetro de tierra, crónicas de desastres anunciados, problemas de fondo que nadie quiere frenar. Mafias poderosas dominando la trata de mujeres, la prostitución infantil, la pornografía, el abuso de menores. Tan campantes.

Jóvenes no tan jóvenes y jechonas desfiguradas por tanta cirugía plástica. Rostros patéticos, los años no perdonan y las caras templadas toman forma de máscaras que anulan del todo y para siempre la posibilidad de la expresión, como figuras sacadas de algún extraño museo en que la cara no tiene nada que ver con el resto del cuerpo.
Playas falsas, quitadas al mar, oleajes, tenaces atrapadas entre arrecifes y espolones. A pesar de las banderas rojas, bañistas de todas las edades, como patos. ¿A quién le importa un ahogado más? Curiosa ausencia total de pelícanos, no sé dónde están. Maríamulatas confiadas en las terrazas buscando migas, mareas altísimas que suben a visitar sus terrenos robados.

Las tres Cartagenas ancladas: la turística, la que no ‘unta’ de nada, ancestral, cerrada, siempre almidonada que jamás va a la playa y nunca se despeina; y, la enorme, sobreviviendo entre la pobreza, el hacinamiento, el calor agobiante bajo, los techos de zinc. Los niños barrigones de lombrices y las adolescentes embarazadas y abusadas. Nada cambia. Nadie le pone el cascabel al gato, el alcalde ‘peleón’ que quiere acabar la corrupción y los concejales sin aprobarle nada porque no ‘da tajada’.

Chapeau para Sara Araujo y Nicolás Cuéllar, trabajo de filigrana. Quedó marcada por Kurkov, Lydia Cacho, Alia Trabucco, y la buena noticia de que probablemente asistan al Oiga, Mire, Lea. ¡Ya les contaremos! Qué ilusión.

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