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Resistencia

No es muy probable que de esa juventud inconforme salga el proyecto de reforma tributaria o pensional, que sí podría contribuir a mejorar la equidad en Colombia.

17 de junio de 2021 Por: Alberto Castro Zawadsky

Todo el que se ha atrevido a opinar en este largo paro ha sido reiterativo en que hay que escuchar a los muchachos de la resistencia.

Y la verdad, muchos hemos hecho el esfuerzo por escuchar. Y no hemos podido oír algo medianamente inteligente o útil. Solo lamentos de asistencialismo y estatismo, que mal planteados han demostrado ser la fórmula perfecta para generar miseria.

No es muy probable que de esa juventud inconforme salga el proyecto de reforma tributaria o pensional, que sí podría contribuir a mejorar la equidad en Colombia. Eso requiere inteligencia, disciplina y trabajo, que no abundan, en las mentes rebeldes. Lo que más entusiasmo produce es hablar de Resistencia.

Claro, siendo que un componente importante de la estrategia es el manejo de la información y las palabras, había que escoger una con glamour francés. La ‘resistence’ a la invasión nazi, que tantas añoranzas de valor y libertad nos despiertan.

¿Pero aquí, qué es lo que resisten? ¿La capacidad para pasar largas horas haciendo nada, después de haber tumbado semáforos y desvalijado estaciones? Aunque habrá quienes digan que el hecho de que todos los “puntos de resistencia” estén desbaratados, nada tiene que ver con la protesta pacífica.

¿Qué resisten? ¿Las grandes y continuas dosis de cannabis y alcohol que generosamente les proveen? ¿El impulso de seguir destruyendo?
La verdadera resistencia la tienen todos los que se levantan a diario a tratar de llegar a sus sitios de trabajo.

Los habitantes del oriente que pagan para poder pasar la noche en sus casas o llevarles comida a sus familias. Los miles de dueños de pequeños negocios que han quebrado.

Resistencia la de los que hemos sufrido bloqueos de unos pocos patanes que se sienten con derecho a chantajear a toda una ciudad violando el elemental derecho de moverse libremente.

Resistencia la de los médicos y enfermeras atendiendo el peor incremento covid del mundo, cortesía de la irresponsabilidad de las marchas.

Resistencia la de las Fuerzas Armadas que tienen que remover con cortesía a esos niños indefensos una y otra vez de sus sitios de bloqueo, después de recibir ataques con piedras, gasolina y armas de fuego.

Resistencia la de los policías de tránsito que pasan largas horas bajo lluvia y sol reemplazando los semáforos que se cayeron mientras los alegres chicos participaban en bailes y actos culturales.

Resistencia la que hemos tenido todos los que hemos participado en la discusión, ante el alud de escritos y videos que usan los más inverosímiles argumentos para darle validez a tan inútil y dañina forma de entender la participación en democracia.

Resistencia la que vamos a tener los caleños cuando nos pasen la cuenta de los billones que valdrá la reconstrucción de todo lo que un pusilánime jefe de la ciudad no supo defender, pero que denuncia, cuando todo está consumado, para hallar unos responsables que están en sus propias narices.

Resistencia mientras nos imaginamos una utópica Justicia que obligue a todos los responsables: los que organizan, los que ejecutan, los que permiten y los que alientan y estimulan la destrucción, a pagar según su capacidad, las enormes necesidades que va a tener la ciudad.

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