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En Estados Unidos hay más tiendas de armas que McDonald's

El país tiene más de cien mil tiendas de armas. Cerrarlas afecta intereses políticos y económicos.

23 de diciembre de 2012 Por: Edwin Giraldo Ruiz, especial para El País desde Washington.

El país tiene más de cien mil tiendas de armas. Cerrarlas afecta intereses políticos y económicos.

En los Estados Unidos hay más tiendas para comprar armas de fuego que restaurantes McDonald's . Se trata de un dato abrumador: McDonald's es la cadena de comidas rápida con mayor presencia alrededor del mundo. Según la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF por sus siglas en inglés), para el pasado 1 de agosto había 129.817 distribuidores con licencia federal. Entre estos puntos, 51.438 eran de ventas minoristas, 7.356 compraventas y 61.562 coleccionistas. Es decir, 120.356 negocios de barrio o centro comercial.Es difícil creer que hay más tiendas que venden pistolas 9 milímetros que restaurantes de la hamburguesa más famosa del mundo. Pero así es. Las críticas más agudas en la prensa estadounidense apuntan a cuatro motivos: la anacrónica enmienda constitucional que permite el porte legal de armas, aprobada en 1791, hace más de dos siglos; las regulaciones laxas para quienes las obtienen; el hecho de que la mayoría de los estadounidenses gustan de las armas y la influencia que tienen los millonarios fabricantes sobre la política del país norteamericano.Panorama en númerosEs imposible determinar el número exacto de armas de fuego circulando en EE.UU., sin embargo, un riguroso informe presentado el año pasado por el Departamento de Justicia y el AFT calcula que para el 2009, el número de armas disponibles para civiles en el país era de 310 millones, clasificadas así: 114 millones de pistolas, 110 millones de rifles y 86 millones de armas cortas.Por su parte, la Asociación Nacional del Rifle asegura que para el 2010, 300 millones de armas estaban en manos de civiles y que de éstas, 100 millones eran pistolas.El especialista en seguridad William J. Krouse, expuso hace un mes en el Capitolio un reporte sobre las actuales legislaciones en el tema. Asegura que las armas disponibles en los últimos años son abundantes y la mayoría de manufactura local. En promedio, cada año “se fabricaron entre 1 y 2 millones de pistolas; entre 1 y 1,5 millones de rifles; y poco menos de un millón de armas cortas”, afirma Krouse. Uno de esos rifles fue el que utilizó Adam Lanza el pasado 14 de diciembre para asesinar a su madre y luego a 27 personas en una escuela de Newtown, Connecticut. Sin duda, esta vez el impacto mediático fue mayor, así como la indignación nacional, porque 20 de las víctimas fueron niños.Por eso el presidente Barack Obama tuvo que convertir la retórica en hechos concretos: ordenó al vicepresidente Joe Biden liderar una propuesta que, entre otras cosas, busca reinstalar una antigua prohibición para la venta de rifles de asalto, cargadores de alta capacidad, así como imponer la revisión de antecedentes criminales para compradores.Paradójicamente, el último Reporte Anual de Fabricación y Exportación de Armas de Fuego del ATF, presentado con cifras disponibles hasta el 6 de julio, dice que este año se produjeron en EE.UU. más de dos millones de rifles, muchos de ellos de asalto. Para la fecha del reporte, solo 78.765 de esos rifles fueron exportados. Los demás se quedaron en casa.La actual ley federalEn Estados Unidos sí existen regulaciones federales; es decir, que se tienen que respetar en todo el país. Pero la rigurosidad de los controles se determina a nivel estatal y varía mucho de estado a estado. Por ejemplo, en Vermont, un estado ubicado en el noreste del país, un joven de 16 años puede comprar una pistola sin la autorización de sus padres. Incluso, “puede portarla en sus pantalones y estar completamente dentro de la ley”, explica Dylan Matthews, periodista en The Washington Post.En Dakota del Norte, un empleador ni siquiera puede exigir a sus empleados que no guarden armas en sus autos, aún cuando estos se encuentren parqueados en las instalaciones de la empresa. “Vale la pena notar que, a nivel estatal, los controles son cada vez más laxos”, complementa Matthews.A nivel federal, hoy opera el Acta de Control de Armas (GCA, por sus siglas en inglés). Dice que “es ilegal para ciertas categorías de personas enviar, transportar, recibir o poseer armas”. Se refiere a acusados en una corte, convictos con penas superiores a un año, fugitivos de la justicia, adictos a las drogas, enfermos mentales, inmigrantes ilegales, expulsados de las Fuerzas Militares, quienes renuncien a la ciudadanía estadounidense, quienes tengan cargos en una corte por violencia doméstica.El GCA presenta una grave inconsistencia. Aunque especifica quién pierde el derecho a poseer un arma, no obliga a los vendedores a chequear los antecedentes de sus compradores. El GCA solo establece penas –de máximo de 10 años– para quienes vendan armas “sabiendo” o teniendo “una causa razonable para creer” que los compradores están en la lista de individuos mencionada.Por eso Obama y Biden quieren llevar a nivel federal procedimientos como los aplicados hoy en California. Allí los compradores tienen que presentar una serie de certificados para poder completar sus transacciones.Asociación Nacional del Rifle (NRA)Esta poderosa asociación está en el ojo del huracán. Fundada en 1871, defiende el derecho a poseer armas para defensa personal y recreación. Pero lo hace a través de una millonaria estrategia de lobby. Financia campañas políticas en todo el país y paga altas sumas de dinero en avisos comerciales.Según el observatorio independiente Sunlight Foundation, el 51% de los congresistas que estarán en el Capitolio el próximo año han recibido apoyo del NRA. De ellos, 93% son senadores republicanos, y 88% representantes a la Cámara del mismo partido. Entre los demócratas, apoyó al 15% de los senadores, y 10% de los representantes a la Cámara.Otro reconocido observatorio, OpenSecrets.org, reveló que entre el 2001 y el 2010, el NRA gastó en campañas proarmas entre 1,5 y 2,7 millones de dólares a nivel federal. Sumas equivalentes a los tres mil y casi cinco mil millones de pesos. Para las elecciones parlamentarias del 2010, usó más de 7,2 millones en avisos a favor y en contra de candidatos al Congreso, la gran mayoría republicanos.Con este panorama, la pregunta que todos se hacen en Wahington es: ¿votarán los congresistas a favor de mayores regulaciones federales para el porte de armas, después de que el NRA ayudó a financiar sus campañas políticas? He ahí el argumento de unos, y la indignación de otros en Estados Unidos.

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