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Calzado Romulo

Calzado Romulo: los pasos de la pasión

2 de julio de 2019 Por: Especiales El País

Comodidad, confianza y calidad, son promesas de valor que llevan más de tres décadas afianzando los pasos de Calzado ‘Romulo’ en el mercado.

Y detrás de ese valor está el hombre que le da nombre a la marca, Rómulo Marín, su carismático fundador, quien hizo de la tradición zapatera, más que un oficio, una pasión que lleva cosida al alma.

Corrían los sesenta y él era todavía un adolescente cuando se sentó por primera vez en un burro de zapatería y descubrió que lo suyo era eso, la vida entre cueros, suelas y pegantes, dándole origen a piezas que aunque parezcan prescindibles, realmente son fundamentales en nuestras vidas.

Al comienzo, el principal foco de atención fue el público femenino. Pero paso a paso, la dedicación en las costuras y la búsqueda del confort, se fue ampliando al mercado, y hoy, a sus propuestas de sandalias, suecos, botas y botines, se suma la línea ejecutiva y de dotación, que no solo le ha permitido proyectarse al resto del país y exportar a Panamá, Ecuador, Costa Rica, Aruba y Puerto Rico.

Sin caer en la exageración, podría decirse que el fundador de la marca es un científico del calzado. Es más, su primer emprendimiento, se llamó ‘Clínica de Calzado Doctor Rómulo Marín’, que fue donde nació su primera creación: un zapato infantil blanco, con el que tuvo mucho éxito, y que le confirmó que no se había equivocado en su elección de vida.

Viaje de un emprendimiento
Aunque fue autodidacta, la inquietud de Rómulo lo llevó a capacitarse en el Sena, donde aprendió los rudimentos de modelaje de calzado y guarnición.

En 1976 viajó a Estados Unidos, donde en vez de buscar trabajo como mesero, que había podido ser lo más habitual, buscó engancharse en el mercado de la zapatería donde, gracias a su capacidad y conocimiento, llegó a tener importantes cargos ayudando a impulsar procesos de producción industrial.

La experiencia elevó las expectativas de su sueño. Y descubrió otro elemento clave de su marca: la universalidad de su nombre, derivado del origen italiano del que procede, y fortalecida gracias a la relación mitológica con la leyenda de Rómulo y Remo, los niños que se salvaron amamantados por una loba.

En Estados Unidos también comprendió que los zapatos en vez de mantener aprisionada la fragilidad de los pies, debían ser concebidos como guantes de seda, en la medida de lo posible.

Así que en 1980 Rómulo Marín regresó a Colombia para abrir su empresa y revolucionar el mercado. Ocho años después constituyó legalmente Calzado ‘Romulo’.

Su deseo inicial era producir mil pares diarios, algo innovador en el sector para la época. Conocedor del entramado de la producción a gran escala, se esforzó por incorporar maquinaria industrial que le permitiera alcanzar el objetivo, pues sabía que simplemente reuniendo a un grupo de zapateros no llegaría a la meta. Su sueño se hizo realidad cinco años más tarde.

Su recorrido, en todo caso, no ha sido un camino entre nubes. La constitución de una marca también tiene que ver con eso, con la superación de escollos. Tal vez el más difícil que tuvo Calzado ‘Romulo’ se dio en el 2003, cuando la empresa tuvo que acogerse a la ley 550 de insolvencia, en consecuencia de la crisis que para todo el sector desencadenó el debacle económico y social de la entonces Venezuela de Hugo Chávez.

Pero el hombre, acostumbrado desde chico a buscar la horma para acomodar las dificultades a sus pies, y así continuar el camino, supo aguantar y con el tiempo salió fortalecido.

Hoy, a punto de cumplir cuatro décadas de su constitución, Calzado ‘Romulo’ es un sello de innovación que ha dejado huella en la memoria de cientos, miles, quizás millones de vallecaucanos.

De la mano de un grupo humano comprometido, y utilizando avances tecnológicos, desde su planta en Acopi - Yumbo, la Fábrica de Calzado ‘Romulo’ gesta diariamente más de siete mil pares de zapatos para sus tres marcas: Calzado ‘Romulo’, Calzado ‘Romulus’ y Cruz Verde.

De esta manera Calzado ‘Romulo’ cumple varias promesas: la comodidad, confianza, y calidad. Los principios con los que aquel muchacho que le dio nombre a su empresa, y se empeñó en hacer de un elemento cotidiano un símbolo de transformación.

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