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La paz, un sueño que se hizo realidad en resguardo indígena de Florida, Valle

Esta comunidad le mostró a la Unidad de Víctimas lo que ha sido su reparación colectiva. Esta es la historia.

1 de septiembre de 2014 Por: Andrés Felipe Becerra Ibáñez | El País.

Esta comunidad le mostró a la Unidad de Víctimas lo que ha sido su reparación colectiva. Esta es la historia.

“Es un sueño hecho realidad. Las casetas, gente danzando, cantando, mostrando artesanías, niños estudiando, jugando, la felicidad. Todo esto, además, sin grupos armados, sin balas, sin violencia, sin guerra”. María Raquel Trujillo Mestizo, del Resguardo Indígena Triunfo Cristal Páez, ubicado en el corregimiento Los Caleños, zona alta de Florida (Valle), soñó esto cantidad de veces. Son las once de la mañana del viernes 29 de agosto y María, parada a un costado del resguardo, aún no lo cree, pese a que lo está viendo y viviendo. “Es que antes por esta zona no se podía casi ni caminar porque cualquiera se podía convertir en objetivo o de la guerrilla o de los paramilitares. Y ser testigo hoy del cambio es algo que todavía parece un sueño”, dice.Y sí, las cosas, al parecer, han cambiado. En el Resguardo Indígena Triunfo Cristal Páez hoy todos son bienvenidos. La semana pasada, por ejemplo, en una gran reunión que hubo para enseñar la unión y el trabajo de la comunidad en los últimos años, periodistas y miembros de organizaciones fueron aceptados, incluso, por la Madre Tierra, cuenta María. “El jueves llovió cuando empezaron a llegar personas raras, gente que no pertenece a nuestra comunidad, pero hoy (viernes) hizo buen clima, lo que quiere decir que esas personas raras fueron aceptadas, bienvenidas para siempre. Antes, insisto, nadie podía acercarse por acá”, afirma la mujer de 25 años, arropada por un capisallo que solo utiliza cuando hay asambleas con la comunidad. ***En el resguardo, varias de los 1636 personas que hay censadas, hablan de dos momentos: el del conflicto armado entre la guerrilla y los paramilitares, en especial entre el 2001 y el 2003 y el de ahora, en el que no solo el sueño de María se hizo realidad, sino el de muchos.Luis Dagua, alcalde del Resguardo Indígena Triunfo Cristal Páez, habla desde el segundo piso de una de las nuevas casetas. Está sentado cerca a una ventana y con su bastón de mando señala por una ventana los sitios que eran disputados por los violentos, en medio de grandes montañas y hermosos paisajes que pocos conocen y que otros ni se imaginan que existen. Fue una época de terror. Es que mucho antes de que se intensificara la guerra entre guerrilla y paramilitares ya habíamos vivido otras tantas. En el 85 el Ejército bombardeaba a los integrantes del M19 que estaban en la zona, en el 90 las Farc empezaron a reclutar a los indígenas y en el 98 ya tenían un campamento entre las montañas, cuenta el alcalde.En el 2001 los paramilitares llegaron buscando ganarle el territorio a la guerrilla y desde entonces empezó la zozobra para todos los indígenas. “Los actores armados terminaron metiéndose con el pueblo, señalándolos. Si un paramilitar veía por ahí a un indígena lo acusaban de guerrillero y en ocasiones se lo llevaban para matarlo, pasaba también al contrario”, recuerda el líder del resguardo, de 35 años. Unas 46 personas fueron asesinadas para esa época por las Farc y las AUC, Para ese entonces, 30 de cada 100 miembros de la comunidad eran reclutados por los grupos armados.Los paramilitares, en repetidas ocasiones, llegaban a corregimientos como Los Caleños y arrasaban con todo. Varios comuneros repiten lo mismo: esas personas llegaban y se comían crudas las gallinas, sacaban a todos a las canchas o parques e interrogaban a uno por uno, los que mostraban nervios los mataban. “Esas personas llegaban con la cara pintada y todos tenían ojos horribles”, dice uno de los comuneros.Luego de todo esto, de tanta maldad, familias enteras se fueron desplazando hacía otras comunidades, hacia otras ciudades, lejos de sus raíces, sin saber si algún día regresarían.Un día, cuando al parecer los armados se empezaron a ir, los comuneros que no se fueron decidieron hacer algo para que el Estado supiera lo que en esa parte del Valle había pasado y pudieran ayudarlos a recuperar lo perdido. “La Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas nos ha ayudado en este proceso de recuperar lo nuestro, nuestro tejido social, a partir de propuestas de reparación que son hechas por la misma comunidad. Por eso, en parte, tenemos las casetas, las artesanías, la escuela, el resguardo organizado”, expresa el alcalde, quien orgulloso dice que el Triunfo Cristal Páez fue el primer cabildo constituido en todo el departamento.Poco a poco las familias regresaron al corregimiento y cada una está haciendo parte de esa nueva historia que se está escribiendo. Hay quienes pertenecen a la guardia indígena, que vigilan y defienden a su comunidad de cualquier mal. A ellos se les ve por ahí, muy cerca al resto de indígenas, pero también por todo el largo trayecto que hay de Florida al corregimiento Los Caleños. “No vamos a permitir que los violentos vuelvan y nos saquen de lo que nos pertenece. Mucho menos vamos a dejar que el Estado y otras organizaciones lleguen con grandes maquinarias a destruir los recursos que nos da la tierra”, afirma un integrante de la guardia indígena, levantando su bastón desde un yacimiento de agua.También están las mujeres, que decidieron unirse y crear la Organización de Mujeres Indígenas. Son 200 las integrantes y están instaladas en varias viviendas en el corregimiento, en las cuales exponen y venden bolsos, gorras, mochilas en lana de oveja, hamacas. Todo hecho por ellas. por esas manos que antes cargaron a sus familiares heridos, muertos, manos que un día fueron utilizadas para levantar unas maletas y salir corriendo, manos que cuando los violentos las veían aseguraban que eran manos con señales de que habían empuñado armas de toda clase. “Respondíamos que, al igual que los hombres, las únicas armas que empuñábamos con esas manos eran la pala, el azadón y el machete, usábamos esos elementos solo para trabajar la tierra”, narra una de las mujeres, quien enseña sus manos, como dando a entender que está limpia de pecado.***Son las cuatro de la tarde y en la caseta principal del Resguardo Indígena Triunfo Cristal Páez, que está siendo inaugurado, se reune toda la comunidad para escuchar el Himno Nacional que es entonado por un grupo de niños envueltos en una ancha bandera de Colombia. Las personas raras, la gente que no pertenece a la comunidad, pero que ya fue aceptada por la Madre Tierra, no entienden mucho lo que los niños cantan. Tal vez es porque es en lengua nasa yuwe, el idioma paez. María dice ahora que se está convenciendo un poco de lo que ha visto, de la resistencia de su pueblo, de que es un sueño hecho realidad.

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