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Hernán Zajar, el diseñador que impuso el tejido momposino en las pasarelas internacionales

El diseñador momposino cuenta que vivió en Bogotá y en Cartagena, pero sus vacaciones eran en Mompox. Esa es la razón por la que ha querido hacer este año, en Caliexposhow, un homenaje a la población.

12 de octubre de 2014 Por: Isabel Peláez | Reportera de El País

El diseñador momposino cuenta que vivió en Bogotá y en Cartagena, pero sus vacaciones eran en Mompox. Esa es la razón por la que ha querido hacer este año, en Caliexposhow, un homenaje a la población.

Desde que era niño, Hernán Zajar tuvo la sensibilidad para escoger y diseñar su ropa. “Tenía el ejemplo de una mamá bonita, que se vestía muy bien, era sofisticada y actualizada. Eran cuatro hermanas que criaron en Mompox y la ropa se las traía de Europa una tía que las crió. Siempre vi el ejemplo de una mamá y de unas tías muy elegantes, muy pinchadas. De ahí el gusto por la moda, la sensibilidad por la época, las viví todas, los años 60, 70, 80 y 90”.El diseñador momposino cuenta que vivió en Bogotá y en Cartagena, pero sus vacaciones eran en Mompox, en la casa de la tía abuela. Esa es la razón por la que ha querido hacer este año, en Caliexposhow, un homenaje a Mompox, “fue esa magia, esa onda macondiana, la que quedó impregnada en mis diseños. Cada temporada tengo un tema de inspiración, un país, un libro, una historia, una musa. Esta vez recreo la arquitectura de Mompox, las columnas, las ventanas, los faroles, las texturas de las paredes, las puertas, los corredores, y una flor que hay en el trópico, la bugambilia, que le da el toque de color. Hay dos colores que le he dado, el magenta y el azul en todos los degradados”.Su pasarela con El País, en Caliexposhow, tiene un buen propósito y es el tema de la conservación del medio ambiente. “Es algo me apasiona. Hay mucha vegetación, agua, ríos en esta colección y hasta un brazo del río Magdalena. Me gusta ayudar con la Liga contra el Cáncer, ser vocero de la advertencia a las mujeres de que se cuiden en el tema del cáncer de seno, también ser una voz para los niños que nacen con problemas y para las mujeres maltratadas. Siempre tengo mujeres cabeza de familia que trabajan en mis colecciones”.Otra de las labores de Zajar ha sido con las comunidades indígenas. “En La Guajira las mujeres wayúu no solo pueden hacer mochilas, pueden aprender a diseñar y a cambiar el tema de la manta guajira. Les enseñé a que patronaran las mantas guajiras y las aprendieran a coser. así fue con las hamacas, la filigrana, las colecciones que llevé a Milano, que le pasé a diseñadores como Roberto Cavalli, pensando que algún día podamos hacer algo”. Incluso el momposino relata que querían hacer la culebra de Roberto Cavalli en filigrana, pero la parte manual de las artesanías es complicada cuando se piden volúmenes. “Por eso estamos en la tarea de ayudar a formar cooperativas y que las comunidades trabajen unidas para que el rendimiento sea mejor”. Esa ha sido la lucha de Zajar, quien ha trabajado con todas las comunidades, desde los Montes de María a La Guajira. “Me ha tocado vivir un proceso en cada cultura, volverlos más empresarios, para que les rinda el trabajo y se vea el negocio. Vender una mochila no les va a solucionar nada. Uno como vocero, como imagen, lleva la mochila fuera del país y ellos deben cumplir con 50000 mochilas. Estamos ayudando a que tengan internet, para mandarles los diseños, los colores, porque uno no puede irse a vivir donde ellos”. Este diseñador, que impuso el tejido momposino en las pasarelas internacionales, dice que era lo que veía con el tema del croché, el gorrito, los zapaticos, las carpeticas que hacían las abuelas. “Cuando hice mi primera colección para Estados Unidos retomé el croché, lo volví una segunda piel. Cuando tuve mi primer desfile con Carolina Herrera, dije ‘ella viene con sus telas de alta tecnología italiana, tengo que salir con algo, original por lo menos’. Fue mi primera colección, que se presentó en el Miami Fashion Week y a los dos años me eligieron como la Nueva Estrella Latinoamericana de la Moda, vendí a 38 tiendas en el mundo, me fui a vivir a Estados Unidos y se cayeron las Torres Gemelas. Todas las tiendas cerraron, no volvió ni uno de los clientes y regresé a Colombia, a afianzar una empresa, a abrir línea, tenía un nombre que era una marca”.La musaHernán Zajar recuerda de sus vacaciones en Mompox “esos caseronómetros de corredores grandes, de ocho cuartos, de un patio de interiores grande y otro más atrás. Eso que uno no vive en las ciudades, la alimentación y el cuidado que te dan las abuelas. Se ponía el Niño Dios, uno salía a prender las velitas y olía a rosas, hay esa magia que solo tienen los pueblos. Me crié en ese ambiente sano, de familia con abolengos, con historia, con la música de Rafael Escalona que oían mis tíos, mis abuelas, mi mamá. Tengo en mi memoria a Cartagena, donde estudié y viví, los colores del mar, el brazo del río Magdalena que pasaba frente a mi casa. Mis paisajes fueron muy especiales”. Canceriano y artista, doblemente sensible, sus allegados dicen que su familia lo conmueve hasta las lágrimas. “Aparento ser muy fuerte, pero ante cosas significativas que me tocan el alma lloro, por un sentimiento de cariño, pero que los problemas de la vida me pongan a llorar, ¡No! Soy muy unido a mi madre, me preocupo por mis hermanos, mis sobrinos, soy paternal”. Visita a su mamá cada 15 días. “Mi musa hoy en día tiene 84 años. Tiene una casa lindísima en Cartagena, la diseñé yo”.Gracias a Cecilia Rojas de Zajar, es hombre de fe. “Voy a las iglesias, me persigno, me echo agua bendita, rezo todas las noches, soy devoto de Santa Marta, estoy con el que tengo que estar”.Aunque algunos exalumnos de la Escuela Arturo Tejada Cano consideran que el pecado de Zajar fue ser intolerante con ellos, él dice que tuvo razones para serlo: “Ahora todos quieren ser diseñadores de modas y se está criando una cantidad de sinvergüenzas, gente que no es apasionada a su trabajo. Yo traté de frenar eso y de aterrizarlos, si van a estudiar diseño de moda es porque les gusta, no iba a criar a un pocotón de diseñadores que no van a servir para nada. En esta carrera tienes que ser tan responsable como el que estudia derecho o medicina. Yo estudié, luché, me volví diseñador contra viento y marea cuando no había diseñadores de modas. Hoy el nombre Zajar funciona por mí, no por mi padre que era el que tenía plata”. Zajar admite que fue muy noviero. “Tuve muchas novias, ahorita ya no me puedo perratear, ya cogí juicio”. Y advierte: “Quien quiera estar conmigo se debe aguantar mi carrera y mi pasión, a los que no le gusta, los chuleo rápido; los que se involucran conmigo, con mis rollos, con lo que me gusta, con lo amigable que soy al saludar, esos me duran”. Él, que no se perdía fiesta en el pasado, a sus 58 años vive a otro ritmo. “Ya rumbié, hice y deshice cuando era joven y bello, ahora qué pereza. Hoy me tomo unos tragos y no quiero volver a verlos. No he sido de excesos ni de vicios, pero tampoco un santo”. Va a uno que otro coctel, por compromiso, pero sus amigos son personas comunes y corrientes. Como buen costeño, es buen bailarín. “El sonsonete lo he tenido siempre en el hombro. Si tuviera buen oído para cantar, Carlos Vives me quedaría corto y yo sería Shakira. No canto ni en el baño y no me sé ni una canción, pero tengo ritmo”. Amante del pescado frito, del patacón, del arroz con coco, la posta negra, la arepa de huevo, revela el secreto de su juventud: “Me levanto a las 5:00 a.m. a entrenar, eso me mantiene fresco, chévere, a veces me encuentro amigos de mi generación y pienso ‘parece mi abuelo’. Como sano, hago pilates, yoga, troto, nado y llego livianito a la oficina a torear los chicharrones”. Lea aquí Hernán Zajar habla sobre su trayectoria y detalles de su presencia en el Cali Exposhow

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