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Óscar Ruiz Navia estrenará en el Festival Internacional de Cine su nuevo cortometraje, 'Solecito'

Con una película que ha visitado varios festivales internacionales, entre ellos el de Cannes, el realizador caleño regresa a su ciudad para presentar 'Solecito', una historia que surgió mientras hacía el casting de su segundo largometraje.

24 de octubre de 2013 Por: Claudia Rojas Arbeláez I Especial para GACETA

Con una película que ha visitado varios festivales internacionales, entre ellos el de Cannes, el realizador caleño regresa a su ciudad para presentar 'Solecito', una historia que surgió mientras hacía el casting de su segundo largometraje.

Podría decirse que la carrera cinematográfica de Óscar Ruiz Navia ha estado marcada por el azar. No porque las cosas le hayan caído del cielo, sino porque se ha topado con las historias que narra en sus películas casi de manera accidental y con su olfato e intuición ha podido convertirlas en temas relevantes. Así le sucedió con su primer largometraje, ‘El vuelco del cangrejo’, que gestó durante sus temporadas vacacionales en La Barra y que pronto dejó de ser su tesis de grado para convertirse en una importante película colombiana, renombrada en festivales internacionales de cine como el de Berlín. Desde entonces, la carrera de este director ha estado en boca de muchos. Algunos lo ven como uno de los nuevos directores colombianos con una de las carreras más interesantes, mientras que otros prefieren aguardar la llegada de su segundo largometraje, ‘Los hongos’, que saldrá a cartelera a mediados del próximo año. Por lo pronto, será uno de los encargados de abrir el Festival Internacional de Cine de Cali con su cortometraje ‘Solecito’, una historia con la que el Ruiz Navia se deleita y encanta. Una película que también ya empezó su recorrido por festivales, empezando por Cannes donde hizo parte de la quincena de realizadores.La pregunta obligada podría ser el porqué de ‘Solecito’. Sin embargo, me intriga saber porqué un director de largometrajes de repente se dedica a hacer un corto...Es verdad, no es habitual que se haga un largo y después un corto. A veces se piensa que los cortos son para personas que están empezando. Pero eso es algo que yo estoy revaluando: es un formato independiente que tiene otras especificidades y no necesariamente es un camino para llegar a un largo. Lo más chistoso es yo no estaba buscando hacer un corto. Andaba muy embarcado en hacer mi segundo largometraje ‘Los hongos’, pero fue justo ahí, cuando hacía el casting de la película en varios colegios de Cali, que me encontré con esta historia. Estaba entrevistando adolescentes y entonces conocí a Camila que me contó sobre su relación amorosa de una manera que me llamó la atención. Después de ella, entró Maicol, quien resultó ser su ex novio y él me contó otra versión de su rompimiento. Todo esto me pareció simpático, sobre todo porque estaban separados pero se veían aun muy enamorados. Me llevé esta historia para mi casa sin saber muy bien qué iba a hacer con ella. Y días después recibí una invitación de un artista danés, Olafur Eliasson, que estaba convocando a algunos directores a hacer imágenes relacionadas con una obra que hizo con el sol. Entonces recordé a estos chicos y el tema del sol y dije ¡Eureka!¿Y desde ese momento pensó en hacer esa apuesta tan interesante que tiene en su película entre ficción y no ficción?Eso fue más el resultado de un proceso… Yo quería construir un encuentro para la ficción, pero también para la vida real y durante el rodaje conseguí un material muy particular porque, si bien ellos están actuando, también están viviendo algo de su vida real. Siempre fue algo ambiguo, muy emocional y por lo mismo le pedí al artista que me dejara plantearle una propuesta diferente a lo que él me había pedido. Así pasaron seis meses en los que todo fluyó muy lento y en el momento en que empecé a hacer el montaje de la película decidí incluirle el pedazo del casting y me salió una primera versión. Me sentí cómodo con el resultado, pero como no sabía si iba a funcionar, se lo mostré a los productores y les pareció muy interesante y siguieron buscando recursos. El productor francés dijo que lo quería mandar a Cannes. Pasaron dos meses y me llegó un correo del director de la quincena del Festival de Cannes diciéndome que estaba seleccionado para la muestra.Este cortometraje es producido por tres países. Colombia, Dinamarca y Francia...Este rodaje costó muy poquito y ese fue el dinero que me dio el artista. Éramos apenas cuatro personas en el equipo de producción. Después de la nominación conseguimos más ayudas y recibimos apoyos pequeños que ayudaron al corto a ser lo que es. Obviamente utilizamos la imagen y concepto del artista y él tiene su crédito especial. Regresó a Francia, donde su nombre ya era conocido por ‘El vuelco del cangrejo’, un proyecto que empezó como una tesis de grado de la universidad...'El vuelco' es un proyecto que surgió de una manera muy espontánea. Yo iba mucho a La Barra de vacaciones y en uno de esos viajes me encontré con esta situación diciente que planteo en la película y que sintetiza los conflictos que yo veía en la zona, el pueblo cambiante y el choque cultural con el que llegaban. Porque, paradójicamente, a los adolescentes del pueblo les encantaba la música que ponía el paisa. Entonces hablé con la comunidad y después de año y medio encontré la historia, una en la que había un poco de lo que vi en la zona, pero también un poco de mi y de las cosas que me pasaron a mi en estos viajes. Lo filmó con sus amigos, con muchos de los cuales sigue trabajando con su productora ‘Contravía films’...Fue un rodaje un tanto romántico. La mayoría éramos estudiantes sin graduarnos y después el proyecto empezó a foguearse en ámbitos internacionales. Fuimos a Berlín, ganamos el premio de la crítica en el que se rescataban nuestras intensiones estéticas e ideológicas. Lo interesante es que esto no fue buscado, es decir, nunca dijimos “Vamos a hacer la cosa más loca del mundo”. No, nosotros estábamos contando algo que queríamos… Los actores eran naturales, los planos. Pero es algo que surge más de la cinefilia de nosotros y del tipo de películas que nos gusta ver, de las que nos gusta hacer. Y en esa ruta va nuestra productora que hasta ahora se ha mantenido en hacer películas de autor, enmarcada en lo que se llama cine independiente. ¿Pero prefieren películas con alguna característica en especial?Lo fundamental para nosotros es hacer películas de directores que estén comprometidos con una propuesta artística muy fuerte y que no se trate solo de una película con intensiones mercantiles. Tampoco somos los que hacemos las películas lentas y en el campo… como muchos han dicho. Obvio, nuestras películas pueden tener cosas en común, somos amigos y nos gustan las mismas cosas. Pero no es que estemos casados con un tipo de estética o historias, sino que cada director va desarrollando lo que le interesa. A mi, por ejemplo, me interesa hacer películas que tengan que ver con mi propia vida. De hecho, ‘Los hongos’ es una película urbana que sucede en Cali. Cambié la playa por las calles y los adultos por los adolescentes. ¿A qué saben 'Los hongos?Este fue un proyecto muy personal y por eso me tomé tanto tiempo en desarrollarlo. Está influenciado por otra película en la que fui productor, ‘La Sirga’. ‘Los hongos’ es una película relacionada con mi adolescencia… en esta ciudad, con ‘grafiteros’ y ‘patinetos’, con esas subculturas urbanas pero en ésta época. Hay una mezcla entre el pasado y el presente. Es la historia de dos muchachos, uno vive en San Fernando con su abuela y estudia artes plásticas, éste se parece un poco a mi. Y el otro vive en Aguablanca, desplazado de la Costa Pacífica… este chico podría ser uno de esos que estaban en La Barra. Ahí hay un punto en común con ‘El vuelco’. La película trata sobre la amistad de estos dos jóvenes que se conocen y viajan por la ciudad, la del oriente y la de occidente, y que se expresan a través de su arte. Me parecía importante hacer una película sobre la ciudad en esta época. Cali ya es una ciudad muy diferente a la de décadas atrás y valía la pena plasmar un retrato contemporáneo.¿Es difícil mutar entre director y productor? ¿No se impone, a veces, el uno sobre el otro? Soy respetuoso cuando estoy en el papel de productor. Siempre he sido productor y bastante alcahueta. Y cuando el director pide algo, sé porqué lo hace. A mi no me importa si la película vende o no, me importa que sea una buena película, porque una buena película siempre va a encontrar su público, sus ventas. Me preocupo más por producir películas muy honestas, que surjan de catarsis creadoras y eso siempre va a generar buenos resultados. No es que no nos importe el público ni la distribución, todo lo contrario. Pero no por eso vamos a sacrificar las propuestas arriesgadas que queremos realizar. Porque creemos que otros públicos son posibles. Es un poco romántico, pero es nuestra apuesta.

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