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Santiago Rivas, periodista. | Foto: Especiales para El País

"Los colombianos nos hemos hecho enemigos porque nos moldearon a partir de la escasez"

El periodista y escritor Santiago Rivas plantea en su libro, ‘Acaba Colombia’, la posibilidad de destruir todo nuestro país para construirlo de nuevo.

7 de octubre de 2018 Por: Anderson Zapata R, / reportero de El País

La idea de acabar con Colombia para muchos de sus de habitantes no es algo descabellado. Tampoco lo es para el periodista y escritor Santiago Rivas, quien opina que “es nuestro deber, por fin, hacer crítica destructiva para que la destrucción se detenga. Porque mientras sigamos hablando con la zalamería de siempre, los de siempre siguen robando, mintiendo y mandando a matar”.

Santiago es el autor del libro ‘Acaba Colombia, motivos para apagar e irnos’, un texto de seis capítulos que según él escribió porque es hora de que “los libros vuelvan a ser peligrosos”.

En entrevista con Gaceta, este hincha del Santa Fe, explica por qué se debe acabar con Colombia de manera no violenta y expone algunos motivos para volver a comenzar con mejores bases.

¿Por qué escribir un libro para acabar con Colombia?
La idea nació porque un amigo mientras trabajaba con la ONU, hace doce años, regresó amenazado a Bogotá por los paramilitares. Volvió muy frustrado y con la idea de que lo que uno tenía que hacer era acabar con este país.

Desde ese tiempo tenía la idea de escribir un texto como ‘Acaba Colombia’, porque es importante  que los libros vuelvan a ser peligrosos, pues creo que los analistas y los opinadores cada vez son menos peligrosos por el reino de la  corrección eterna o por el  reino de la crítica constructiva.  Por todos estos motivos decidí hacer un elogio de la crítica destructiva y quitarme de encima lo que considero que es un régimen muy pernicioso  para los que necesitamos que se diga de verdad en el país.

¿‘Acaba Colombia’ es un libro optimista o pesimista?
Al inicio es pesimista porque  no creo que el país tenga una salida distinta a acabarlo, pero por otro lado, creo que es optimista porque Colombia es una idea que nos hace sufrir mucho. Todo lo que Colombia conlleva, como la desigualdad, la escasez, la corrupción y la ineptitud, nos hace sufrir, y cuando uno quiere acabar con algo que le hace daño está haciendo  un cambio positivo.

¿Cómo sería el final de Colombia?
El reto es acabar Colombia de manera inmediata, pero no violenta. La idea no es generar más violencia porque la violencia no acabaría con el país sino que dejaría una patria herida.  Colombia es un país que  es la esposa maltratada de su clase dirigente, y cuando una persona tiene un patrón de relaciones perniciosas   y siempre se casa con el mismo que la maltrata, esa  persona tiene que destruirse un poco a sí  misma y volver a resurgir porque de otra manera no podrá salir adelante. Colombia es un país que nos dejó solos hace mucho tiempo.

¿Por qué si usted habla muy bien del país en el programa ‘Los puros criollos’ decide escribir un libro para acabar con Colombia?
‘Los puros criollos’ es un programa que se ha dedicado a observar atentamente a Colombia, y cuando uno pone atención se da cuenta que el país  que uno ama también tiene defectos y es importante reconocerlos y saberlos.

Lo que yo siento es que ‘Los puros criollos’ sí hablan de las cosas que nos hacen sentir orgullosos de ser colombianos, pero al mismo tiempo nada de eso está ligado a nuestra identidad colombiana. Si algo demuestran ‘Los puros criollos’ es que nosotros nos sentimos mucho menos representados por el escudo, la bandera y el himno y sí por los buñuelos, el sancocho, la arepa y el Divino Niño, eso sí nos hace sentir colombianos, pero nada de eso hace parte de la idea oficial de Colombia.

Usted dice que Colombia es un país de mentiras, ¿por qué afirma que no hacemos nada para sacar nuestra música adelante?
Porque trabajo en un programa de entretenimiento y me he dado cuenta que el camino para los músicos es muy difícil. Existe desde las ciudades y los medios un abismo que separa las cosas de la ciudad y las  cosas del campo. A los músicos tradicionales se les trata como unos indios que hacen cosas chéveres, pero no hay nadie que esté dispuesto a hacer un mercado para ellos y estos artistas viven unas vidas miserables, todo porque al negocio solo les sirve en ciertos momentos y no tenemos una industria musical justa. 

Nos la pasamos diciendo que somos el país más sabroso del mundo y la verdad es que no les colaboramos a nuestros músicos. Eso mismo puede que les pase a los contadores, pero no mantenemos diciendo que somos el país de los grandes contadores públicos, pero a los músicos sí los utilizamos como emblema y es un emblema vacío.


También habla de las frases ‘no dar papaya’ o ‘la malicia indígena’, ¿las deberíamos eliminar?
Sí. Deberíamos evaluar muy bien qué frases repetimos hasta el cansancio y empezar a quitarlas. No me gusta esa bobería de que el colombiano no se vara. Es muy bueno que tengamos un país donde la gente sea recursiva, pero cuando la gente hace cualquier cosa por pasar por encima del otro eso ya se vuelve un problema.
Es muy bueno que tengamos un país de gente alerta, pero ese cuento de no dar papaya es una estupidez porque lo único que hace es perpetuar el miedo que nosotros sentimos de vivir en el país y eso no tiene sentido. Yo prefiero mil veces que me roben el celular, a vivir con miedo todo el tiempo de que me lo van a robar. La vida es un martirio cuando uno está pegado del teléfono pensando que se lo van a robar. 
Por eso propongo que la solución para el asunto de la papaya debería ser dar más papaya y así borrar las barreras del miedo. Es muy posible que el crimen no desaparezca, pero a nosotros también nos exageran la cantidad de crimen que hay para mantenernos ocupados en otros asuntos. Estamos en un país que tiene problemas de restitución de tierras, problemas con un acuerdo de paz que no se le está cumpliendo ni a las víctimas ni a los de las Farc, pero nos mantienen solo alertas con las noticias de los robos y otros crímenes  pequeños que nos hacen la vida miserable mientras que nuestra clase dirigente se roba la plata del país.
Lo de la ‘malicia indígena’ es similar a confundir la astucia con la inteligencia, que es un error, pero además llamar a la astucia malicia es cometer un error más grave. Todos estos dichos es porque nosotros configuramos nuestro mundo y lo que nos rodea con ideas muy erróneas sobre lo que somos y sobre lo que podemos hacer.

¿Por qué dice que si entendiéramos lo que implica ser un líder los cursos de liderazgo se acabarían?
Porque Colombia es un país donde la gente aspira a ser jefe para no trabajar. Las personas creen que conseguirse un puesto de jefe es poder sentarse en su silla, subir los pies al escritorio y no hacer nada más que mandar a sus empleados. Además, a la gente todo el tiempo le están diciendo que es líder y no es necesario liderar para vivir una vida completa y feliz.

Aquí el liderazgo es que uno gane más plata y haga menos trabajo. Ser líder también es un trabajo que se puede hacer gracias a que uno tiene un equipo, pero cuando están tratando de inventarse un país con mucho cacique y poco indio, allí se presentará un problema porque todos seríamos líderes y no habría a quién liderar.

¿Lo anterior tiene algo que ver con el hecho de que los colombianos seamos enemigos en la calle?
Los colombianos nos hemos hecho enemigos porque nos moldearon a partir de la escasez en un país rico como el nuestro. Nos sentimos todo el tiempo como si se fuera a acabar la última lata de atún del último supermercado. A nosotros nos están haciendo actuar todo el tiempo como rivales, nos pusieron a competir los unos con los otros por lo poco que hay cuando en realidad hay mucho. No estamos preparados para cooperar, sino para competir, y competir de mala manera porque pensamos que la gente viene a quitarnos lo que tenemos. Tenemos que hablar más de cooperación y no someter a las personas en todo momento a la competencia.

¿Qué le gustaría que las personas hicieran o entendieran después de leer ‘Acaba Colombia’?
Quiero que el libro deje un germen de que es posible acabar con las cosas que nos hacen daño. Quiero que quede una reflexión sobre lo que quiere decir para nosotros Colombia y sobre la manera cómo nos relacionamos. No quiero que la gente diga qué hermoso análisis el que hizo Santiago, sino que se pregunten: ¿Qué hacemos para cambiar esto?

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