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La científica argentina que escribe libros para niños

Lleva el título de bioquímica, profesión que logró unir a su pasión por las letras. ¿El resultado? Libros científicos para niños. Su nombre es Paula Bombara y estará el Cali como invitada al Festival de Literatura Oiga Mire Lea.

6 de septiembre de 2015 Por: Catalina Villa| Editora de GACETA

Lleva el título de bioquímica, profesión que logró unir a su pasión por las letras. ¿El resultado? Libros científicos para niños. Su nombre es Paula Bombara y estará el Cali como invitada al Festival de Literatura Oiga Mire Lea.

¿Cómo es que una bioquímica termina escribiendo libros para niños?

Esa es una de las preguntas que suelen hacerle de tanto en tanto a esta escritora argentina cuando se enteran de que, en lugar de escritora, esta mujer que escribe libros para niños y jóvenes ostenta el título de científica.

Y eso, claro, es verdad. Pero una verdad a medias. Porque si bien se graduó de bioquímica en la Universidad de Buenos Aires y trabajó durante años rodeada de tubos de ensayo, Bombara también estudió filosofía. Y escribe desde niña.

“En la adolescencia hice mis primeras experiencias con la escritura. Le mostré algunos relatos y poemas a un profesor de literatura de mi último año de secundaria y fue él quien me aconsejó estudiar algo que no tuviera que ver con las letras. ‘No se estudia para ser escritora’, me dijo”.

Entonces Paula se lo pensó muy bien, hasta que un día, mientras acompañaba a una amiga a la facultad de bioquímica, le gustó el programa y decidió estudiar esa carrera. Fue entonces cuando se dio cuenta que los artistas y los científicos tienen muchos puntos en común: la mirada interrogadora del mundo, el deseo de comprender y una gran pasión por lo que hacen. “Puede que en apariencia la ciencia y el arte sean diferentes, pero no lo son tanto, en realidad”.

Paula Bombra es hoy una reconocida autora de libros cuyo público, primordialmente, es el infantil y juvenil. Una que, además, supo combinar muy bien sus pasiones, pues muchos de sus libros están dedicados a temas científicos. Bombara es, de hecho, la directora desde 2003 de la colección ‘¿Querés saber?’ de la editorial Eudeba, que reúne una serie de libros de divulgación científica en los que explica de manera clara y precisa que son, por ejemplo, las vitaminas o los minerales.

Bombara es una de las invitadas al Festival de Literatura Oiga Mire Lea que se realiza por estos días en Cali, en donde dictará, el próximo viernes 11 una conferencia sobre lectura en voz alta, en la Biblioteca Departamental. Hablamos con ella.

No todos tienen la suerte de combinar dos pasiones. Usted lo logró. ¿Qué tan difícil ha sido escribir libros científicos dirigidos a niños y adolescentes?

Me interesa mucho trabajar con el lenguaje para lograr diferentes tipos de discurso. Mientras escribo ficción tengo presente la importancia de las múltiples lecturas y mientras escribo textos de transmisión de conocimientos científicos tengo presente la rigurosidad y las condiciones en que esos conocimientos fueron generados. Ser parte de los dos universos me da herramientas para combinarlos. Lo disfruto intensamente, me llena de preguntas, me hace pensar en lo valioso de nuestra diversidad. Creo que mi disfrute también es captado por los lectores.

¿Cuál es el estado actual en materia de publicaciones científicas para los más pequeños?

La de la divulgación es un área en franca exploración. El paradigma que presentaba el conocimiento y el progreso científicos como “comprensible para pocos” ha cambiado y estamos en un momento en que el acceso a la tecnología y a la ciencia debe entenderse como un derecho de todos.

Creo que los niños son naturalmente curiosos y la vocación científica podría mantenerse encendida si los adultos les diéramos más oportunidades de experimentar e investigar. Mis libros y la colección que dirijo en Eudeba, la editorial de la Universidad de Buenos Aires, intentan ser un puente entre científicos en ejercicio de su profesión y lectores interesados en saber más.

La observación, la lectura y el estudio de otros libros que se están publicando me hace reflexionar sobre el trabajo que yo deseo llevar adelante, con todas las particularidades que tiene y que explico a mis coautores científicos cuando nos ponemos a escribir.

También realizo talleres con docentes y bibliotecarios en un intento de reflexionar en grupo sobre las características que los lectores debemos buscar en los libros que transmiten conocimientos científicos. Estos intercambios son muy útiles y enriquecedores para mí, tanto en mi rol de autora como en mi rol de directora de colección.

¿Cuál es la clave para no ser acartonado cuando se habla de ciencia?

No estoy segura de que haya una ‘clave’ más allá de la convicción de que los textos deben ser claros y comprensibles. Mi idea es buscar profundidad utilizando palabras sencillas. Para lograr claridad debemos comprender lo que estamos escribiendo y saber qué queremos transmitir. Trabajo mucho estos aspectos con mis coautores científicos. Hasta que no entiendo perfectamente qué están explicando y por qué lo explican así, no me quedo tranquila. También intento que en los libros se deje ver entrelíneas porqué se dedican a la ciencia y qué les gusta más de sus profesiones.

¿Cómo ha sido su experiencia con los niños y sus libros?

Esto depende del libro. Cuando salió ‘Ciencia y súper héroes’, en la colección Ciencia que Ladra, de la editorial Siglo XXI, muchos lectores de 10, 11 años me contaron que les resultaba un poco difícil. ¡Pero claro, si es un libro pensado para jóvenes y adultos!

Al enterarse de eso, se sentían importantes porque sólo les había resultado “un poco” difícil, pero lo habían leído de principio a fin. La experiencia de los lectores en este tipo de discursos es importante para la comprensión. Por eso resulta tan importante que tengan contacto con muchos libros de divulgación científica, de diferentes disciplinas y estilos.

Sobre la colección ‘¿Querés saber?’, puedo decir que los niños que los leen en el ámbito escolar terminan con más preguntas que las que tenían al comenzar. Las veces que los he visitado, me han propuesto nuevos títulos para la colección, me han contado con sorpresa y una sonrisa que al entender una cosa se preguntaron otra. Eso es un elogio para mí pues uno de nuestros objetivos, como decía antes, es mantener despierta la mirada curiosa sobre el mundo.

Muchos estudios aseguran que en los colegios no se incentiva a las niñas a explorar el mundo de la ciencia. ¿Qué piensa de eso?

Mis libros no hacen una diferencia de género pues no creo que esa diferencia exista. Trabajo tanto con científicas como con científicos. Y tengo lectores y lectoras por igual. En las ilustraciones aparecen representados tanto hombres como mujeres porque en la comunidad científica (y en el mundo) es así: hay hombres y hay mujeres.

Existen campos de estudio en donde las investigaciones son lideradas más por mujeres que por hombres y otros donde se da la situación inversa. Si bien es cierto que las desigualdades siguen existiendo, las mujeres científicas (y también en otras áreas, por supuesto) demuestran día a día que esa situación es fruto de una herencia cultural muy desvalorizadora y no de la capacidad intelectual real que tenemos.

Por otra parte, el mundo de ‘la ciencia’ es el mundo que habitamos. Lo particular es el modo de mirarlo, de preguntarse por qué las cosas son como son. Y esas preguntas, que aparecen en los primeros años de la infancia, lo hacen tanto en las niñas como en los niños. Suelen ser las madres primero y las maestras luego quienes desalientan esas búsquedas pues implican, a veces, escarbar la tierra, trepar, revisar engranajes, observar insectos, ‘estar en la luna’. Lo primero a cambiar es valorizar esas preguntas y permitirse, especialmente las madres y las maestras, buscar respuestas junto a sus hijas y a sus hijos. No desalentar ni decir que esas son cosas difíciles. Tampoco actuar como si fuera algo masculino: todos tenemos la capacidad necesaria para trabajar en el ámbito científico.

Usted impulsó la idea del programa ‘Twitter-Relatos por la Identidad’...

Estas jornadas se realizan desde la plataforma de Abuelas de Plaza de Mayo, una vez al año. Tienen como objetivo reflexionar sobre nuestra identidad, la de aquellos nietos que aún viven desconociendo su propia historia, y la de toda la sociedad argentina que se siente en búsqueda de la verdad y la justicia ante los crímenes cometidos durante la dictadura militar que sufrimos de 1976 a 1983 en mi país. Ya se ha realizado durante 4 años y cada vez participa más gente.

La tecnología es parte de nuestra vida. La incluimos naturalmente y me parece una herramienta muy útil para la educación en general. De todos modos yo creo que nada estimula más a la lectura que un ser querido (un familiar, un docente, un amigo) te transmita su pasión.

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