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Actor francés Patrick Delmas le rinde un homenaje a Colombia, entérese de qué se trata

Con anécdotas de costumbres europeas y colombianas, este actor construyó un guión para llevarlo a las tablas. Vino y aguardiente, en escena.

14 de julio de 2015 Por: Redacción de El País

Con anécdotas de costumbres europeas y colombianas, este actor construyó un guión para llevarlo a las tablas. Vino y aguardiente, en escena.

Patrick Delmas enamoró a las colombianas en la famosa telenovela ‘Yo soy Betty la fea’ cuando llegó a la vida de Beatriz Pinzón como el fotógrafo francés Michel Douanel, para rescatarla del indeciso Don Armando.  Y a su vez, él amó a Colombia a primera vista a través de María Fernanda o Mafe Cortés, su esposa y mánager, y a primera risa también, pues confiesa que fueron  el sentido del humor de los colombianos y el amor, las dos razones que lo llevaron a quedarse de manera indefinida en este país. Llegó a Cartagena hace 19 años a grabar el seriado  francés ‘Corazón Caribe’ y allí conoció al amor de su vida. “El flechazo (con Mafe) fue inmediato, pero pronto tuve que regresar a París. Mi carrera en Francia tuvo un bajón y decidí venir a vivir con María Fernanda. Como yo no sabía español, nos entendíamos en italiano. Por el idioma, empecé con el papel de gringo en ‘Yo soy Betty, la fea’, en 1999; y después encarné otros personajes. Tan bien me ha ido que ahora me siento más colombiano que francés”, cuenta este actor, egresado de la Escuela Nacional de Francia. Patrick, quien se nacionalizó como colombiano hace dos años, constantemente aprende expresiones de la cultura nacional y se consolida como actor con personajes muy disímiles, entre ellos el homosexual Mauro, en la serie ‘Aquí no hay quien viva’; el investigador policial Manuel Pascual, en ‘El laberinto de Alicia’, e incluso villanos latinos como Aníbal Montes, en ‘La Viuda de la Mafia’, papel que le valió un Premio India Catalina. Pasado el susto inicial de actuar en un idioma ajeno al suyo, ahora se siente  identificado con la cultura de este país, al punto que, si lo dejan en una habitación con latinos y extranjeros, dice que se quedaría con los latinos, entre los que se siente más cómodo.  Es así como el actor empezó a juntar anécdotas de ese choque cultural entre las costumbres europeas y colombianas, que él vivió en carne propia,  y junto al consagrado actor Fernando Arévalo (de Ubaté, Cundinamarca),  terminó por construir el texto de un montaje teatral,  ‘Pa’l centro y pa’dentro’.  ¿Cuál es la historia que cuenta esta obra? Yo interpreto a Charles, un francés que acaba de llegar a Colombia en busca de su nuevo amor, al que conoce por internet,  con la  intención de casarse con ella. Y Fernando hace el rol de Gustavo, empleado de la agencia matrimonial ‘online’ que lo acompañará en su proceso de ‘colombianización’. ¿Por qué eligió el título de la  obra? ‘Pa’l centro y pa’dentro’ hace referencia al dicho popular que antecede al ritual colombiano de tomarse un trago de aguardiente. Y de esas costumbres criollas está llena la obra, dirigida por Manolo Orjuela, como las frases  del vendedor de aguacates, las notas del noticiero radial ‘Alerta Bogotá’, entre otras.  ¿Cuál fue el gran reto al escribir el guion de ‘Pa’l centro y pa’dentro? Reírnos. Cuando le mostré a Fernando el borrador le faltaba más picante y más maldad. Fue él quien le puso el típico humor colombiano. ¿Cuál es el rasgo que más aprecia de los colombianos? Ese sentido del humor y esas ganas de vivir. Aquí no todo está perfecto, hay huecos en las calles, pero la gente conserva esa buena energía. En Francia hay neurosis,  no es una cosa  tan linda como se la pintan los  colombianos.  Y eso queremos mostrar con la obra. ¿No hablar español fue su gran dificultad en sus inicios en este país? Sí. Cuando llegué a Colombia no  lo hablaba. Pero ese miedo que siento  me  motiva a asumir  un riesgo con cada personaje. Actuar en otro idioma es como un salto al vacío. ¿Qué costumbres de los colombianos se le hicieron extrañas en un inicio? Cuando conocí a mi esposa  filmando un seriado francés, estaba  lloviendo y ella de pronto puso un tenedor, un cuchillo y una vela. Se me hizo rarísimo y pensé: me tocó una bruja pero brava. Después me dijeron que eso se hacía para que no lloviera más. ¿Qué dichos colombianos se sabe? Fernando me enseñó uno:  “El que vio, vio, y el que no se jodió”. Él me ayuda a entender sus dichos, me explica el contexto y yo los uso cuando entro en confianza, porque suelo ser muy tímido. ¿Su hijo Julián habla francés y español? Desde bebé le hablábamos en español y le susurrábamos al oído en francés.  ¿Se ha tomado un trago de aguardiente para controlar los nervios en escena? No. El licor lo dejo para vencer mi miedo a viajar en avión, me ayudo con un whiskey o con  pastillas. En escena, cuando me vienen esos miedos, me fijo en los ojos de Fernando y poco a poco vuelve la concentración. ¿Siente nostalgia de Francia? Cada vez menos.  Lo que extraño es a mis amigos y que en mi familia todos los fines de semana solíamos compartir  una bandeja con frutos de mar. ¿Es cierto que antes de aceptar el papel de policía en ‘El laberinto de Alicia’ rechazó otro rol en la serie? Sí, me propusieron hacer el de policía y el del abusador. Por primera vez en mi vida dije que no podía hacer un papel. Sentía que no podía estar tanto tiempo en la mente  de un pedófilo.  ¿Fue por su abuelo actor que decidió seguir este camino? Mi abuelo tenía una estrategia para hacerme famoso: “Sacamos una foto tuya divina, con buena luz y la ponemos en el metro de París y escribimos: ‘Muy pronto en la televisión’. Si lo  hacemos todos los días, alguien te va a llamar para saber quién es el tipo que está poniendo fotos en el metro”. 

La comedia Gustavo (Fernando Arévalo),  es un colombiano de pura cepa, quien   le enseñará a Charles (Patrick Delmas), un francés recién llegado a Colombia, refinado, neurótico y cuadriculado,  todos  los pasos que debe seguir para moverse y lograr encantar a los familiares de su futura esposa colombiana.  Todo parece perfecto, pero el choque de culturas, la  terquedad del francés y la torpeza del intermediario hace que las cosas se descompongan,  llegando a situaciones inesperadas y  cómicas.   “Algunos colombianos  se avergüenzan de la cultura de su país. En cambio, muchos extranjeros la valoran y terminan adoptándola como propia, esto hace  que amen a Colombia. Esta pieza es un tributo a la cultura colombiana, que enmarca de una forma divertida un verdadero choque entre culturas”, comenta Patrick Delmas sobre la obra. En el escenario  hay tan solo una  maleta, y de ahí en adelante, según el crítico teatral Alberto Sanabria, “un despliegue actoral con la chispa del aguardiente, empacada en un montaje elegante y sutil como el mejor vino francés”. “Tener a Patrick  de compañero en escena  es maravilloso porque lo que estamos haciendo  es riesgoso a nivel actoral, podría caerse en la chabacanería. Pero hemos logrado un buen producto”, dice  Fernando Arévalo. 

 

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