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Luego de priorizar una problemática en la institución, los niños del Semillero emprenden acciones para intervenir en su solución. En algunos casos, luego de concertar, optan por pintar murales, en equipo. | Foto: Especial para El País

DANIS RENTERÍA

Germinan los semilleros de la cultura ciudadana para la paz

Gracias a estos grupos se afianzan valores como la tolerancia, el respeto por el otro y por la ciudad. Alumnos aprenden a construir criterio para tomar sus propias decisiones e incluso, sobre resolución de conflictos de forma pacífica.

3 de mayo de 2020 Por: Mery Montiel Lugo, editora del Equipo de Domingo

Ninfa Alexandra Caicedo Guerra, de 14 años, asegura que pertenecer al Semillero de Cultura Ciudadana para la Paz, en la Institución Educativa Carlos Holguín Mallarino, sede Niño Jesús de Antocha, le ha servido “para mejorar la forma de convivir en la casa. Yo era muy cansona, y el semillero me ha enseñado a manejarme, a hacer las cosas bien, a tener una mejor expresión verbal. A uno le inculcan, además, el trabajo en equipo, la confianza, el amor y la tolerancia”.

Comenta la adolescente que cursa octavo grado, que gracias al semillero, pudieron reflejar, a través del teatro lo malo que veían en su institución, como la mala comunicación: se hablaba con vulgaridades, groserías, había una manera agresiva de comunicarse. “Y enseñamos a través del semillero a que hubiera buen trato entre nosotros, confianza, a trabajar en equipo, a no quedarnos callados y a integrarnos”.

Con entusiasmo narra que, trabajando en equipo, lograron pintar un mural en el colegio donde plasmaron cosas buenas y malas de su centro educativo y motivaron también a muchos estudiantes de l institución, “casi a la mitad”, a pintar la cancha del plantel e hicieron juegos dinámicos y de mesa para integrarse más.

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Por experiencias positivas como las que cuenta Ninfa y otros estudiantes caleños es que el secretario de Paz y Cultura Ciudadana de Cali, Danis Antonio Rentería Chalá, quiere seguir apostándole fuerte al programa de los Semilleros de Cultura Ciudadana para la Paz, de ahí que asegure que lo va a ampliar, pero que, por las nuevas circunstancias generadas por la pandemia del Covid-19 “nos toca hacer todo a través del trabajo virtual y las redes sociales”.

Efectivamente, ya se están ajustando los contenidos del programa en una plataforma virtual para que sean utilizados por algunos estudiantes. Para los que no puedan acceder a esta, se planean otras alternativas, como programas radiales o un espacio en la televisión regional. Pero en estos momentos, con varias ‘semillas’ hay contactos por teléfono y por redes sociales.

Se está haciendo todo lo que esté al alcance para no dejar marchitar este programa ya que, como asegura el abogado Danis Rentería, los frutos que han dado los semilleros se harán mucho más palpables en el futuro porque “somos conscientes de que nos van a llevar a tener una sociedad diferente, tolerante, respetuosa, una sociedad con amor por la vida, por respeto por los demás y cariño por su ciudad… si nosotros logramos consolidar este proceso, créame que Cali, el Valle y nuestra nación van a ser diferentes”, concluye convencido el Secretario de Paz y Cultura Ciudadana de Cali

Liderazgo desde el colegio

Los Semilleros de Cultura Ciudadana para la Paz existen en Cali desde 2017. Son un programa de la Subsecretaría de Prevención y Cultura Ciudadana (hoy liderada por Yuly Paola Córdoba), de la Secretaría de Paz y Cultura Ciudadana. Su objetivo es la formación y movilización de comportamientos, actitudes y prácticas de los estudiantes de instituciones públicas y privadas, a través del cual se busca el fortalecimiento de las competencias socioemocionales y así motivar en niños, niñas, adolescentes y jóvenes (NNAJ) la búsqueda del bien común, el respeto de la diversidad, la promoción de una ciudadanía responsable y propositiva y el compromiso con acciones individuales y colectivas para la prevención de las violencias y la construcción de paz, en sus comunidades educativas y en sus entornos familiares.

En 2017 se conformaron 21 y en 2018 y 2019 los semilleros se articularon al programa Mi Comunidad es Escuela y llegaron a más de 61 centros de educación oficiales como la Institución Educativa Nuevo Latir, Monseñor Isaías Duarte Cancino, Felidia, Pichindé, y dos establecimientos privados: el Colegio Berchmans y el Freinet.

De acuerdo con Carmen Elena Urrea Benites, coordinadora de este programa desde sus inicios, para formar un semillero se concerta con directivos y docentes los espacios semanales en que se harán (se celebran por lo general entre 16 a 20 sesiones, con una duración de dos a cuatro horas cada una).

Se hace una convocatoria a quienes deseen pertenecer a estos grupos y con ellos se define qué problemática desean trabajar en su institución. Las cuatro más comunes han sido: la de convivencia escolar, la medioambiental, la de consumo de sustancias psicoactivas y la de movilidad segura y sostenible.

Una vez se prioriza la problemática del centro educativo, a través de laboratorios creativos se elabora una propuesta para comenzar una iniciativa que busque mejorar o intervenir dicha problemática.

Con la enseñanza del valor de la tolerancia, dice el secretario Danis Rentería, buscamos la prevención de las diferentes manifestaciones de la violencia que se presentan en las instituciones públicas y privadas.

Del discurso a la acción

Los estudiantes han creado muchas estrategias (ver recuadro) que han sido exitosas para vincular a toda la comunidad educativa. Algunos que han luchado contra problemas ambientales no solo han tenido jornadas de reciclatón para hacer una recolección y clasificación de todos los residuos sino que sensibilizan hacia el manejo apropiado de los residuos. Otros han hecho huertas, recuperado zonas verdes o en colegios rurales han emprendido crías de conejitos, pollitos o de truchas.

Así van desarrollando habilidades de liderazgo y muchas otras, pues como explica la psicóloga Carmen Elena Urrea, un estudiante que se pone a pensar cómo va a organizar la huerta de su colegio desarrolla muchas habilidades para hacer un plan de trabajo, obtener los permisos, conseguir los recursos para las semillas y organizar y distribuir funciones de las personas que la van a cuidar.

Si identificaban que sus compañeros tenían problemas de consumo de sustancias psicoactivas, por ejemplo, se preguntaban: ¿porqué lo hacen? Y daban respuestas como: porque se están dejando influenciar, porque no están tomando decisiones por sí mismos o no están buscando la ayuda correspondiente cuando tienen un problema.

Luego, organizaban unos espacios de interacción para hablar de la problemática que se estaba viviendo y entre ellos, generar unas redes de apoyo y conversatorios que permitieran mostrar otras alternativas distintas al consumo de sustancias psicoactivas, reforzar los elementos de toma de decisiones personales, una de las habilidades socioemocionales que tiene que ver con la construcción de un criterio y de una afirmación personal. Entonces, establecían que eso era necesario trabajarlo en sus compañeros para disminuir, prevenir o intervenir en la problemática sobre el consumo de sustancias psicoactivas.

Proponían, posteriormente, la organización de un taller en el que se trabaja la confianza en sí mismos, para que los estudiantes tengan criterio y puedan tomar decisiones propias. Planeaban, además, un conversatorio literario para hacer interpretación de textos que les permitieran dar un mensaje de acuerdo a las causas que ellos identificaban que estaban asociadas al consumo de sustancias psicoactivas.

Se ha trabajado en los semilleros incluso, la movilidad al interior del espacio escolar. En uno de los colegios esa fue la problemática más relevante: los niños manifestaron que en los pasillos, durante los descansos, no debían correr como locos porque se llevaban por delante a los demás. Entonces decidieron hacer una campaña que incluyó la exposición de dibujos en un mural con mensajes como “camina y no corras”, “respeta la movilidad del otro’”, “protege al más pequeño”, y todo eso, comenta la psicóloga Urrea, “tiene que ver con ejercicios de tolerancia”.

Por estas experiencias tan positivas, los semilleros seguirán germinando en Cali, aunque por ahora sea de forma virtual o por otros medios, pues como manifiesta Rentería Chalá, “a través de estos procesos queremos transmitirles a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes que pueden superar sus dificultades de manera pacífica”.

91 instituciones educativas oficiales tiene la ciudad de Cali, con
362 sedes.

“Ya no peleo tanto con mi hermano”

Estar en el Semillero de Cultura Ciudadana para la Paz del Colegio Vásquez Cobo- República de Ecuador, le ha servido a Oliver Daniel Caíbe Arévalo “para socializar y tener mejores relaciones familiares
y ya no pelear tanto con mi hermano”.

El estudiante de 10 años, quien cursa quinto grado, explica que si había situaciones de peleas en la institución, “nos mandaban a hacer exposiciones para reflexionar sobre nuestras acciones”.

Cuenta que en su centro educativo “pudimos sembrar muchas plantas e hicimos un mural que representaba la paz del colegio. Yo pinté en el mural y también pintamos macetas. Uno hace mucho trabajo en equipo”, dice. Y finalmente expresa un deseo: “ojalá que los semilleros sigan por muchos años más”.

“Me dio más confianza en lo que los jóvenes podemos hacer”

Diego Fernando López Fernández, un estudiante de la Institución Educativa Francisco José Lloreda Mera, de grado 11, no titubea al ser interrogado acerca de lo que ha aprendido como integrante del Semillero de Cultura Ciudadana para la Paz de su centro educativo: “me ha servido para mi crecimiento personal y social en mi colegio, me dio más confianza en lo que los jóvenes podemos hacer en favor de las instituciones educativas, e incluso, de la ciudad”.

En el colegio, comenta, hicimos varias actividades lúdicas para tratar temas de cultura ciudadana como la inclusión, la paz y para promover el compañerismo en la institución.

Recuerda que en el centro educativo había problemas por cualquier tema: “si se miraban mal, por eso se generaba un pleito”.

De ahí que, los integrantes del semillero realizaron teatros-foros y préstamos de juego para que los estudiantes supieran aprovechar el tiempo libre y convivir entre compañeros.

“En el teatro-foro hicimos una pelea falsa y luego de que esta terminó les explicamos al resto de compañeros que era un teatro de parte del semillero de Cultura Ciudadana , les dimos a entender que la pelea no es la mejor forma de solucionar los conflictos, que para eso estábamos el grupo del semillero del colegio (como mediadores) y los maestros que también ayudan bastante.

Con los préstamos de juegos, asegura Diego Fernando, quisieron promover el compañerismo entre los alumnos de un mismo curso y entre los de grados diferentes.

También participaron un día en que se agradeció a la Madre Tierra, a la Pacha Mama. “La institución llevó a un grupo indígena para hacer una celebración en honor a la Tierra y se hicieron varias actividades como la siembra de unas semillas, sin químicos. Cada estudiante sembraba una semilla y tenía que cuidarla”.

Acciones

  • Comparsa para socializar los riesgos de consumo de sustancias psicoactivas.

  • ’Carnaval del buen trato’, mediado por la recuperación de juegos tradicionales y de mesa.

  • Picnic literario para el encuentro con familias alrededor de la lectura de cuentos que promueven la tolerancia y el buen trato.

  • Campaña del buen trato con elementos simbólicos (vacuna contra la violencia).

  • Elaboración de murales en la institución educativa con mensajes de aceptación y respeto hacia la diversidad.

  • Entrega de kit de juegos que permitan el buen manejo del tiempo libre.

  • Presentación teatral en el descanso con mensaje de prevención del consumo de sustancias psicoactivas.

  • Recuperación de una zona verde (jardín del pensamiento).

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