Dulzura: cuatro antojos típicos del Valle que no se olvidan en cuarentena

La historia cuenta que una señora afrodescendiente llamada Dorotea Sánchez, era muy humilde y no tenía dinero para darles un obsequio a sus ahijados el día 29 de junio. En ese momento se la apareció el ‘hada madrina’ y le dijo en un sueño: “si tú tienes turrón de azúcar puedes hacer un almíbar y con eso haces el regalo”.

Dorotea hizo el almíbar, lo dejo enfriar y luego moldeó pequeñas figuras decorativas y las insertó en un trozo de maguey (palo de flor de la cabuya). Esa es la historia de la tradición de las macetas”, cuenta Mariela Otero, artesana de macetas de la familia Sixta Llano de Otero, quienes hacen macetas en el barrio San Antonio desde hace más de 68 años.

Aunque las macetas son típicas para la celebración del 29 de junio (día del ahijado), “actualmente también “se realizan para diferentes eventos como matrimonios, primeras comuniones, cumpleaños, eventos empresariales y comerciales”, explica Otero.

Las macetas obtuvieron tanta relevancia cultural, que en 2013 fueron declaradas Patrimonio Inmaterial de la Nación, permitiendo que el dulce regalo de ahijados llegara a todo el país.

“Después de ser declarada Patrimonio, la maceta cobró una importancia mucho mayor, ya que nos representa como caleños y vallecaucanos”, comenta Katherine Ayala, artesana la familia Ayala que elabora macetas dese hace más de 80 años.

Pero la maceta no es lo único dulce que ofrece el Valle . Degustemos.

La maceta está compuesta de “dulces de alfeñique; en la cabecera lleva una piña; a los lados palos de dulce y en el centro figuras de la imaginación de los que la elaboran; los ringletes, banderas y churros, que son delgadas tiras de papel de diferentes colores, son decorativos”, comenta la artesana, Mariela Otero, quien explica que los adornos no comestibles son para que el niño pueda tener algo con que divertirse luego de terminar el dulce.

Para la artesana Katherine Ayala “lo primordial en una maceta y que no puede faltar es el amor: amor al elaborar cada dulce y amor al armar la maceta y entregarla a cada niño y persona que crea en los lazos entre padrinos y ahijados”.

Gran error es el de confundir el manjar blanco con el arequipe, con el que tiene similitudes, pero no son iguales.

El manjar blanco, “el dulce primordial de la región”, se diferencia del arequipe en su preparación, que tiene características especiales, como la tradición de espesar la mezcla “con la cagüinga y la paila. Que son técnicas que se han transmitido y mantenido y que son un elemento identitario del departamento”, explica el experto en cocinas tradicionales Enrique Sánchez.

Segundo, porque “se utiliza el arroz para darle a la mezcla de azúcar y leche una mayor consistencia”, explica Omar Ortiz, escritor y gestor cultural.

Manjar blanco, brevas, desamargado, natilla y buñuelo. La gastronomía navideña llena los corazones de alegría. Aunque la natilla y el buñuelo lo pusieron los paisas, la parte más dulce del plato viene de la tradición valluna.

Gladis Nieva, quien prepara desamargado y dulces de brevas desde niña, aprendió de la mano de su madre y su abuela. “Ellas preparaban las brevas y el desamargado y yo las ayudaba pelando las toronjas, poniéndolas a desamargar, y así me transmitieron la tradición”.

Para Nieva, ambos postres no solo le recuerdan la Navidad, también son “sinónimo de compartir en familia y amigos”.

La panela fue y sigue siendo clave en la gastronomía valluna”, comenta el experto en cocinas tradicionales, Enrique Sánchez, quien también explica que la leche es otro ingrediente esencial, ya que hasta el siglo pasado el Valle era una zona ganadera.

Es así como en el departamento se pueden encontrar dulces delicias a base de panela, leche o una combinación de ambas, tales como el bienmesabe, que es queso fresco con melao (miel a base de panela); el cortado, que se puede encontrar en La Unión; o las ‘cucarachitas’, un dulce típico del Valle que no se puede hallar en ningún otro sitio.