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Santiago Gamboa es uno de los doce finalistas del IV Premio de la Bienal de Novela ‘Mario vargas Llosa’, cuyo ganador se anunciará mañana en Guadalajara (México), donde se encuentra el escritor colombiano. | Foto: Bernardo Peña - El País

FERIA DEL LIBRO

Santiago Gamboa llega a la Feria del Libro con 'Colombian Psycho', su novela psicológica

El escritor Santiago Gamboa habla sobre su novela ‘Colombian Psycho’, que presenta hoy en la Feria Internacional del Libro de Cali.

28 de octubre de 2021 Por: Por Paola Guevara, editora de Vé

El escritor Santiago Gamboa presenta en la Feria Internacional del Libro de Cali su novela ‘Colombian Psycho’. Es un thriller psicológico en donde el lector se adentra en la investigación de un fiscal y una periodista que intentan encontrar al responsable de una serie de brutales asesinatos. Un abrebocas de esta charla hoy, a las 6:30 p.m., en el Auditorio El País, en el Bulevar del Río.

Hay una amplia radiografía de la psicopatología colombiana, paramilitares, guerrilleros, agentes corruptos del Estado, falsos positivos, descuartizamientos, piques, narcotráfico, limpieza social. No obstante hay un fino sentido del humor. ¿Cómo hace compatibles estos registros, al parecer, tan disímiles?

El humor está presente en contextos de violencia porque es uno de los mecanismos humanos para seguir adelante, para sobreponerse a las cosas más terribles o tristes. Lo vemos a diario en Colombia. La risa y las lágrimas se acompañan, se suceden, cada una en su momento. La fuerza del humor parece indicarnos que la vida, siempre, será más fuerte que el dolor. Porque la vida vuelve a encontrar su equilibrio después de los hechos más atroces o tristes. Por eso el humor es un signo vital. Es un modo profundo de tramitar las experiencias difíciles. Como decía Cortázar: “Divertido no es lo contrario de serio. Es lo contrario de aburrido”.

Hoy, a las 4:00 p.m., conversatorio presencial Mujeres en el Cómic, en la Carpa Red de Bibliotecas Públicas de Cali, en el Bulevar del Río. A las 5:30 p.m. en la Retreta, IPC al Bulevar.

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En la novela parece que para entender la realidad nacional no bastan las noticias, ni las ciencias forenses, ni la psiquiatría. Que la realidad de Colombia es tan extraña y en los bordes de lo increíble que a veces hay que acudir a lo extrasensorial y lo mágico, a los médiums y las brujas. ¿Qué rol juega lo esotérico en esta novela?

Todo eso forma parte de la realidad de Colombia porque la gente cree en esas cosas mucho más de lo que uno puede suponer. Hay una especie de realidad paralela que parece explicar gran parte de lo que pasa. Lo hemos visto en la realidad: médiums que encuentran aviones accidentados, lectores de horóscopo que van a palacio a hacerle al presidente la carta astral y le anuncian vaticinios. Colombia es una sociedad aún dominada por el pensamiento mágico. No hemos entrado del todo a la modernidad y por eso es tan grave que los dioses hayan desaparecido, pues mucha gente se siente abandonada, en la intemperie, sin comprender cuál debe ser el siguiente paso.

Un recurso arriesgado, como el de incluirse a usted mismo como personaje en la trama, demuestra que en esta novela se jugó la piel misma, se expuso más que nunca. ¿Por qué saltó a las páginas de su propia novela en calidad de héroe, víctima, seductor, escritor, entre otras?

Desde que leí ‘La lozana andaluza’, de Francisco Delicado, siendo estudiante de literatura, y encontré un capítulo en el que esa mujer se acerca a la mesa en la que el autor está escribiendo e intenta seducirlo diciéndole al oído palabras vulgares, quedé enamorado. Pensé que el amor más puro e incontaminado era el de un autor por alguna de sus creaturas, o por todas. En esta novela, ante la necesidad de incluir a un escritor, decidí saltar al ruedo y pasar del lado de los personajes, estar más cerca de ellos y exponerme al vértigo de mis propias historias. Obviamente es un desdoblamiento literario. No todo lo que le pasa al Santiago Gamboa de la ficción me ha pasado a mí, y espero que algunas experiencias complicadas se queden atrapadas en el libro y nunca ocurran. Me gustó esa vida ficticia, tan parecida a la mía en algunas cosas. En la realidad, más del 80% de las cosas que pienso y anhelo nunca me pasan, es decir que se quedan en la ficción. Pero igual las vivo con intensidad, o sea que no estoy tan lejos.

Hoy, a las 5:00 p.m., encuentro de editoriales independientes de Cali, Carpa Bembé, Red de Bibliotecas Públicas. Y a las 5:30 p.m. en Auditorio El País: ‘We are south american writers: una conversación entre las escritoras’.

Un gran valor de la novela es la recreación del habla de los bogotanos, un habla estratificada, donde se siente la precisión de la oralidad, el barrio, el sector, la clase social desde lo más popular hasta lo más exclusivo en términos de estrato. ¿Cómo fue su trabajo para lograr esta precisión, esta “acústica” casi cinematográfica?
Las novelas son los únicos textos escritos en los que se reproduce el habla de una sociedad, y por eso, gracias a ellas, podemos experimentar de cerca cómo era la vida real de la gente en el Londres de 1830, con Dickens, o la del París de esos mismos años con Balzac. Hablo de la novela realista, la que refiere a realidades conocidas y compartidas por todos. Por eso siempre he puesto un gran cuidado a los diálogos. También porque al escenificar el habla de un personaje ya no necesito describirlo ni explicar sus motivaciones. Su modo de hablar y las cosas que dice son suficientes, y es un gran recurso. El lector lo construye en su imaginación y al sentirse partícipe se compromete aún más con el texto que está leyendo. El diálogo marca un ritmo, una prosodia. A veces rápido, otras un poco más lento, según la persona. La velocidad en la narración es también un recurso estético.

Imposible no preguntarle por Cali, por el Valle, pues el colombian psycho es “caleño” y describe a Cali como la ciudad del diablo con huestes contratadas en Palmira. ¿Cómo relaciona el hecho de vivir en esta ciudad con la influencia temática que se introduce en sus novelas más recientes?

Cali es el lugar en el que escribo y su influencia debería estar escondida en cada página. El diablo perdido por avenidas y parques. Mi personaje lo siente metido en sus tripas y cree que su maldad tiene ese origen, el diablo jefe que lo corroe por dentro. Por eso él cree que es inocente. La ventaja de que exista el diablo es que, a partir de ahí, todos somos inocentes. Es un diablo liberador. El mito del Diablo caleño parece estar pululando por ahí, aunque desde mi estudio se ve, al frente, el cerro de las Tres Cruces, lo que debería protegerme de su influjo. Tal vez por ser agnóstico, en mi caso no funciona.

Usted hace una crítica irónica al triste destino del novelista en Colombia, que termina respondiendo preguntas absurdas sobre sexo Inter racial en ferias y condenado a sonar inteligente en tópicos profanos, y sin lograr las ventas que soñó, desbancado por los libros de superación en las listas de ventas, y hasta expuesto a ser asesinado por la misma decadencia que retrata. Háblenos sobre este asunto, presente en la novela.
La suerte de un escritor no está en sus manos, sino en la de sus lectores. Son ellos quienes determinan el lugar de un autor en su biblioteca, en el país en el que vive e incluso en la historia literaria. Pero no nos engañemos: la influencia de la literatura sobre la vida de una sociedad es muy discreta. Los libros cambian a los individuos, eso sí, pero la gente que lee es una minoría. Si las novelas o la poesía pudieran cambiar el mundo hace ya siglos viviríamos en el paraíso. Pero no es así. La literatura le abre los ojos a la gente y nos da armas para vivir mejor, pero el escritor tiene siempre un rol equívoco en el mundo en el que vive. Es admirado por algunos, pero también visto con distancia e incluso desconfianza por otros. ¿Por qué escribe sobre cosas trágicas? ¿Por qué no celebra lo hermoso de la vida? ¿Por qué muestra esa cara tan fea de nosotros? Muchos preferirían ver a los escritores escribiendo sobre las orquídeas y la belleza de los páramos y los centenares de especies de pájaros exóticos de este país tan bello, no de sus contradicciones ni sus tristezas. Pero la literatura es así, en todas partes. El escritor es siempre un invitado incómodo.

El rol de una periodista, mujer, es central en la trama de la novela. Así mismo los personajes femeninos juegan un rol clave y no meramente anecdótico aquí. Pero no hay concesiones. Háblenos del universo de lo femenino en Colombian Psycho.

Las mujeres que investigan y toman riesgos y que en su labor periodística son capaces de llegar hasta sus últimas consecuencias provienen de mi anterior novela, ‘Será larga la noche’, pero acá toman aún más riesgos y se exponen más. Su rol es clave porque son las protagonistas absolutas del libro, llevan las riendas de la historia en sus manos. A través de ellas la verdad surge. Una verdad que es siempre más compleja y que esconde aristas. En Colombian Psycho, es verdad, predominan las mujeres, pero no fue hecho de forma consciente, sino por intuición. Creo que así funciona mejor la historia, me parece más verosímil y persuasiva.

Sin querer hacer “spoiler”, no es común escribir la escena de tu propio asesinato. Tuvo que ser entre espeluznante y divertido. Podríamos mandarle estas preguntas por ouija, si lo prefiere...
Es por eso que no quise utilizar a ningún otro escritor de mi entorno, aunque estuve tentado por Mario Mendoza. Pero al final me pareció una falta de cortesía hacerlo morir en mi libro y me decidí por hacerlo conmigo mismo. Escribir mi propia muerte fue una experiencia vertiginosa, ya lo dijo el pobre Nietzsche: “Hay que vivir peligrosamente”. Y morir es aún más peligroso, lo más peligroso de la vida. Aprendí mucho con la experiencia literaria de estar muerto.

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