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Este árbol de ficus benjamina cayó con el vendaval del pasado 2 de abril en el sur de la ciudad. | Foto: Archivo de El País

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"No hay árbol malo, sino mal sembrado", aseguran Dagma y CVC

Dagma y CVC enfatizan en que la vegetación no causa problemas, sino la inapropiada elección de la especie para sitios inadecuados.

26 de mayo de 2019 Por: Alda Livey Mera Cobo / Reportera de El País 

El árbol no es un peligro en sí mismo. Al contrario, es vida, nos da oxígeno, da sombra y reduce el CO2. Esa es la apreciación del ingeniero forestal Miguel Fernando Vásquez Abadía, líder del área de Flora, del Dagma.

Opinión que comparte el ingeniero forestal Luis Alfonso Guzmán, de la CVC, cuando dice que “los árboles no son responsables de los problemas que puedan ocasionar, sino que han sido mal seleccionados para la siembra en un lugar inadecuado para su especie”.

De ahí que cuando un árbol cae y causa daños o heridas o la muerte a una persona, es porque no se le ha hecho el tratamiento fitosanitario que necesita, o porque se doblega ante aguaceros torrenciales con vientos muy fuertes, como se han presentado en este primer semestre de 2019.

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“Cali tiene brisas cuya velocidad oscila entre 4 y 6 kilómetros por hora, que es la que refresca el clima cálido en tiempo normal, pero el aguacero del pasado 3 de abril, por ejemplo, tuvo tempestades con vientos de 112 km/h, y si ese vendaval dobló postes de cemento con estructura de hierro, pues también tumba árboles, por muy bien sembrados que estén”, explica el ingeniero Vásquez Abadía.

Ese día, en Cali cayeron doblegados ante esa ventisca, 48 individuos arbóreos, 30 de ellos en el norte, 10 en el sur, 7 en el oriente y 1 en el centro.

Pero el pasado 28 de enero, otro vendaval arrancó de raíz un eucalipto sobre la Avenida Roosevelt con Carrera 36, barrio San Fernando, que no resistió el embate de los vientos huracanados y cobró la vida de un motociclista de 18 años de edad al caerle encima. También causó daños a un carro de placas CWU-156 de Cali, sin dejar lesionados a sus pasajeros.

Vásquez Abadía sostiene que en un año, entre 120 y 180 árboles resultan afectados porque se desgajan o se les caen las ramas. De ellos, entre 12 y 15 se caen, que son frágiles porque están en formación, y ante el peligro de voltearse y caer, hay que erradicarlos.

La cifra de erradicados está entre los 25 y los 30 árboles al año, mientras que a los demás se les da poda de formación. “Como desde el pasado 4 de marzo el Dagma le está entregando la poda de los árboles a las empresas de aseo, con un equipo de ingenieros forestales e ingenieros agrónomos, estamos verificando el estado fitosanitario de cada individuo arbóreo, su copa, su tamaño, especie y el tipo de poda que requiere”, explica el funcionario.

Se refiere a que no se trata de cortar por cortar o mutilar los árboles, sino que hay especificaciones técnicas como que la poda debe permitir que el viento pase por entre las ramas; de lo contrario, se presentan problemas como los de caer o desgajar sus ramas encima de personas, viviendas o vehículos.

De acuerdo con el censo arbóreo de la CVC, realizado entre 2014 y 2015 en conjunto con la Universidad Autónoma de Occidente (UAO), de 295.804 individuos arbóreos que había en la ciudad, el 5,2 % (15.381 individuos vegetales) causaban interferencias con redes eléctricas; el 2,2 % (6507) interferían con redes de telecomunicaciones y el 0,7 % (2070), afectaban las redes de acueducto y de alcantarillado.

Eso significa, que hay 23.958 árboles que están mal plantados en el sentido que están en el lugar equivocado. Y en algunas ocasiones, la única solución que encuentran los operarios de las empresas afectadas, es hacerles podas funcionales, pero que mutilan el árbol y dañan su estética natural.

El ingeniero Guzmán, de la CVC, explica que, según ese censo, una de las especies más sembradas en espacios inadecuados, es la acacia robiña, con 318 individuos. Este árbol, de florescencia amarilla y nativa de los Estados Unidos, es de gran porte (hasta 25 metros de altura) y copa voluminosa, por lo que requieren grandes espacios subterráneos y aéreos.

Igual pasa con el ficus benjamina o caucho, que ocasiona inconvenientes por su rápido y gran crecimiento que puede alcanzar hasta 20 metros de altura con un desarrollo de copa voluminoso y de sistema radicular abundante y superficial, que rompe tuberías para buscar el agua ya que es nativa de la India, donde predomina el bosque tropical húmedo. Solo apta para zonas verdes extensas.

Otra especie que les está dando bastante trabajo a las autoridades ambientales son las leucadenas, una especie muy buena regeneradora de suelos porque es fijadora de nitrógeno, pero su semilla se riega por el viento y por los pájaros y crece hasta en los postes y los resquicios de los puentes vehiculares. “Para evitar que se caigan, en el Dagma vivimos erradicando estas plantas para tenerlas controladas, porque crece muy rápido, pero es de consistencia blanda y quebradiza”, dijo Vásquez Abadía.

Idénticas situaciones se presentan en las zonas urbanas de Cali con la palma areca, el mango y la swinglia, cuando son sembrados en espacios pequeños, pues requieren también zonas abiertas y amplias. “La swinglia es usada como cerco vivo o pantalla vegetal en antejardines o zonas verdes, pero si se la deja crecer como un árbol, causa problemas”, comenta Guzmán.

Sin embargo, advierte que “ninguna especie se puede estigmatizar. Necesitamos es planificación y escoger bien el árbol, según su tamaño o porte, altura, copa, patrón de raíces, buscar el espacio adecuado para él según su especie”.

El funcionario de CVC argumenta que los árboles, como todos los seres vivos tienen un ciclo vital y necesitan un manejo y un mantenimiento.

Con relación a los de la recta Cali Palmira, donde se presentó un accidente con árboles y pérdida de vidas humanas, Guzmán dice que es posible que por la edad de los ficus plantados allí hace más de 30 años, les hayan caído hongos y haya pudrición de sus raíces. “Si no hay control de plagas o enfermedades, el árbol se pudre, pierde estabilidad y se puede caer, pero también, por ser alto y voluminoso, pierde el anclaje y su capacidad mecánica de sostenerse”.

Esta recta, como la vía Palmira-Amaime, desde octubre de 2018 pasaron a cargo del Invías, pero la entidad no se pronunció al respecto. “Esta situación solo se resuelve con un adecuado y oportuno seguimiento y monitoreo a los árboles, pero los de la recta a Palmira, por ejemplo, ese manejo no existe, no se hace; en las vías que están concesionadas, solo se habla cuando ocurre la tragedia y no más”, concluyó.

Para Vásquez Abadía, tenemos que pensar en la planificación arbórea de la ciudad, sembrar las especies acordes (con este piso térmico), ver que las raíces de la especie sembrada no afecten las redes internas (acueducto) o las redes superiores (cableado eléctrico), y según si es un andén, o en un parque, o en un separador o en una vía principal.

Pero lo que más recomiendan los expertos es no sembrar por sembrar ni plantar los árboles que están de moda. Como ocurrió con el ficus, que se volvió tendencia como planta ornamental y causa muchos problemas porque sus raíces se extienden para buscar el agua que requieren y que no la hay en un bosque tropical seco como el de Cali.

“A las señoras les gustó mucho el ficus por el brillo de sus hojas, pero cuando les crecía hasta el techo, lo mandaban a sembrar al frente de la casa, sin saber las consecuencias”, señala el ingeniero Vásquez Abadía.

Y añade que “ahora está de moda el ébano, las señoras quieren tener uno al frente de la casa, pero resulta que nos vamos llenando de ébano y no es conveniente tener una sola especie en toda la ciudad, porque cuando llega una plaga, se afectan todos”. Y cita el ejemplo de Bogotá, que plantó unos 200.000 urapanes, pero cuando les cayó una enfermedad, los tuvieron que talar todos.

Por ello, insiste en que debemos plantar árboles de todas las especies nativas, pero variadas y bien distribuidas para evitar el riesgo de una plaga en masa.

Igualmente el Dagma está trabajando en un plan de silvicultura y este año publicará el manual respectivo, para que la ciudadanía conozca cuáles son las especies adecuadas para sembrar en la ciudad que está en un bosque tropical seco.

Pero lo que más sorprende a los funcionarios del Dagma son las 300 o 400 solicitudes al mes, para que “me tumben el árbol del frente de mi casa”.

De lo contrario, dicen que “ellos mismos los agujerean y los comienzan a envenenar para que se empiece a secar, ya sea porque le hace basura o porque necesita hacer un garaje; al otro día uno va y encuentra el sitio pavimentado, pero vaya y tóqueles un árbol de un parque o de un separador, van y se encadenan y se vuelven los ambientalistas más radicales, pero el de mi casa, ese sí quítemelo de ahí que me estorba”, ironiza Vásquez Abadía.

El funcionario recalca en la importancia de ver el árbol como un amigo y no como un enemigo. “Es el que me da oxígeno, me da sombra y el que reduce la contaminación por CO2”, puntualiza Vásquez Abadía.

En Cali

El pasado 21 de abril, en el barrio Bella Vista, oeste de Cali, un árbol cayó sobre un motociclista debido a los fuertes vientos provocados por la intensa lluvia. El afectado sufrió fracturas.

Otro árbol grande y frondoso cayó en la fachada de una unidad residencial en la Carrera 32 # 12C - 25, barrio Colseguros, sin dejar víctimas.

Si va a plantar un árbol en el andén, parque o separador, se debe llamar al Dagma, en los teléfonos 6600208.

En el Valle

Dos hombres que viajaban a bordo de una moto de placas QXG-93D, perdieron la vida el pasado 27 de febrero, al colisionar con un árbol que había caído sobre la vía recta Cali- Palmira, en La Alquería.

En el siniestro también resultó herido otro motociclista, identificado como Milton Alexander Díaz, un técnico en Enfermería que se movilizaba en la moto de placas CFY-80A.

El pasado domingo 19 de mayo en la vía entre Palmira y el corregimiento de Amaime, una mujer de 55 años perdió la vida y 38 pasajeros resultaron lesionados cuando un bus de turismo que cubría la ruta Cali-Salento, se volcó.

Además de que el vehículo viajaba a las 4:00 a.m. sobre carretera mojada porque caía un intenso aguacero, el conductor habría perdido el control del bus al intentar esquivar una rama de un árbol que había caído en la vía.

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