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Familias ucranianas huyen del conflicto en su país caminando con su equipaje después de cruzar la frontera húngaro-ucraniana. | Foto: AFP

VLADIMIR PUTIN

La riesgosa travesía de un caleño para huir de la guerra en Ucrania

Juan Pablo Lozano vivía hace tres meses en Kiev, pero la guerra lo obligó a salir del país. Una odisea que jamás pensó vivir.

5 de marzo de 2022 Por: Anderson Zapata, editor de Orden

Cuando hace 10 días inició la invasión de Rusia a Ucrania, la consigna de Juan Pablo Lozano, un caleño que hace tres meses se mudó a vivir a Kiev, era no dejar la ciudad. Sin embargo, con el pasar de las horas los sonidos de las sirenas y las explosiones en las noches lo obligaron a dejarlo todo y salir junto a su novia, en busca de refugio en un nuevo país.

Fue una travesía de seis días para recorrer 1118 kilómetros, distancia similar a la que hay entre Cali y Cartagena, y que en condiciones normales se haría por vía terrestre en un lapso de aproximadamente 14 horas.

Juan Pablo cuenta que desde las primeras horas de la invasión a Kiev por parte del ejército de Rusia la tensión fue aumentando. Inclusive, el jueves 24 de febrero fue perseguido por militares ucranianos porque “quizás pensaban que era un espía ruso”.

“Ese día salí a grabar unos vídeos a la Plaza de la Independencia, la principal de Kiev, pero de un momento a otro unas personas me abordaron y no se identificaron como policías por lo que salí a correr muy asustado. En ese momento perdí de vista a mi pareja y se me cayó el pasaporte, hasta que decidí parar para preguntarles qué querían”, relató Juan Pablo, y agregó que en ese instante le revisaron el celular y le hicieron varias preguntas, entre ellas la razón por la que se encontraba tomando fotografías, a lo que él respondió que lo hacía con el fin de mostrarlas a su familia para que ellos estuvieran un poco más tranquilos.

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Finalmente, los policías ucranianos lo dejaron libre pero antes le advirtieron que no tomara más fotografías “porque estaban en medio de una guerra”.

Esa experiencia fue el detonante para decidir abandonar Ucrania, un viaje que fue mucho más largo de lo esperado.
Kiev, 3:00 p.m. Punto de partida. La idea era llegar a Polonia porque es el país más cercano a la capital ucraniana. La espera para poder tomar un tren duró seis horas, tiempo en el que el caos era total, pues todos querían abandonar la ciudad lo más pronto posible.

“Tomar el tren fue una travesía. Esperamos a la intemperie con mucho frío y mientras sonaban las sirenas de aviso de bombas. Fue muy triste porque todos nos encontrábamos huyendo de una guerra porque era salir de allí o morir. Allá en Kiev teníamos la zozobra de que en cualquier momento nos podía caer una bomba”, recuerda este caleño de 27 años, y agrega que mientras esperaban les sorprendió que un hombre ucraniano, que hablaba español, iba en sentido contrario al de todos, pues se dirigía hacia el sur de Ucrania “a luchar por su país”.

Sobre las 8:00 p.m. lograron abordar el tren y Juan, su novia y los otros nueve colombianos que viajaron con él pudieron descansar un poco durante las 10 horas que duró el viaje con destino a Leópolis, una ciudad de 717.000 habitantes, ubicada a solo 70 kilómetros de la frontera con Polonia.

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La paz terminó allí, pues abordaron unos vehículos que los dejaron a 30 kilómetros de la frontera, lugar donde otra vez todo se convertiría en caos.

“Caminamos por la carretera varios kilómetros y en ese momento muchos ucranianos que viven en las aldeas o pueblos nos ofrecían pan o un poco de té”, relató.

“Un señor en una camioneta nos transportó más cerca a la frontera y recuerdo que en ese trayecto hubo seis o siete controles sobre la vía que eran hechos por ciudadanos, no por Policía ni Ejército. Ellos nos pedían papeles y miraban nuestros pasaportes. Todos estaban muy armados y esto era permitido debido a que hay Ley Marcial. En ese viaje yo solo pensaba llegar rápido a la frontera, pero había otro compañero que estaba muy asustado porque temía que esas personas nos hicieran daño”, contó.

Una vez en la frontera, la situación se tornó más complicada porque había largas filas, y no de unos cuantos metros, sino de por lo menos siete kilómetros, dice Juan, y agrega que poco a poco fueron llegando ciudadanos argentinos y mexicanos, pero cruzar del lado polaco fue imposible porque adelante había africanos e indios que estaban allí desde hace días.

“Esa noche la pasamos a la intemperie y se podía ver a los ucranianos muy tristes y aburridos. Muchos de ellos solo buscaban refugio para sus hijos”, relató Juan Pablo.

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Con el pasar de las horas se dieron cuenta de que no había forma de cruzar hasta Polonia, por lo que decidieron tomar un bus que colocó a disposición el jefe de la empresa donde trabaja Juan Pablo para viajar nueve horas hasta la frontera con Hungría. “En ese trayecto había varios controles y también nos preguntaron nuestra nacionalidad, a qué nos dedicábamos y si habíamos visitado Rusia. Cuando me pidieron el pasaporte y vieron que tenía visa ucraniana se tranquilizaban un poco”.

Ya en la frontera el panorama fue alentador, pues había muchas personas pero cruzarla fue más fácil porque solo les pidieron realizarse una prueba de covid-19.

Estando al otro lado de la frontera el panorama cambió y la tranquilidad volvió. A pesar de que Juan Pablo, su novia y los otros colombianos dejaron todo en Kiev, dicen que esperan volver pronto, pues es allí donde tienen sus sueños y no contemplan regresar a Colombia. Por ahora se están hospedando en un hotel en Budapest, donde afirman han sido bien recibidos por sus habitantes.

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