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Muchos amores comenzaron en Zaperoco, bajo el ritmo de la salsa. | Foto: Especial para El País

CALI

Cierre de Zaperoco: ¿qué pierde Cali sin este templo de la salsa?

Tras 27 años de existencia, Zaperoco tuvo que cerrar sus puertas por la crisis que deja la pandemia. Adiós al templo de la salsa caleña donde las orquestas nuevas de la ciudad encontraban espacio para tocar. Parada obligada de los grandes de la salsa cuando visitaban la ciudad.

11 de abril de 2021 Por:  Susana Serrano A. reportera de El País

En el año 1993, en una esquina de la calurosa Cali, nació un sueño llamado Zaperoco, de la mano de tres amigos amantes de la salsa. Pero la dicha no le duró demasiado al trío, ya que tras el triste fallecimiento de uno de sus integrantes, decidió cederle el local a una familia que se encargaría de convertir el lugar en un templo de la salsa, un bastión de lo viejo y lo moderno de un sonido que se ha vuelto emblemático de Cali.

“Nosotros llegamos en el 2000. Zaperoco había perdido a uno de sus socios y el lugar estaba de capa caída. Nos ofrecieron la oportunidad de entrar al negocio de Zaperoco y nosotros lo vimos más como un compromiso cultural”, rememora Johanna Cote, quien junto con su esposo Mauricio Levy lideraron el espacio durante 21 años.

Johana recuerda que recibió el lugar de la misma forma en que lo está cerrando, en medio de una crisis. Ella y su marido habían recibido el establecimiento sin saber que Zaperoco debía siete meses de arriendo, no había pagado Sayco y Acimpro ni Cámara y Comercio desde hacía muchos años y tenía deuda con Industria y Comercio. Pero con la meta clara, la familia asumió el desafío, para sacar adelante a Zaperoco.

“Hicimos turnos en barra, en mesería, inclusive Mao (el esposo) muchas veces puso música y fue un esfuerzo familiar donde nos clavamos dos años para sacar adelante el sitio y era posible, uno veía un horizonte”, comenta Johanna.

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Así con el tiempo se fue consolidando. Encontraron el DJ perfecto (Osman Arias), lo pusieron como protagonista del lugar, fueron cambiando todo el diseño de Zaperoco y cuando tuvo todo eso listo, la familia Levy Cote, con el sentimiento de que debían hacer algo por los músicos de la ciudad, brindaron su espacio como una plataforma donde las nuevas bandas de Cali pudieran mostrarse.

Cada semana había una agrupación distinta, por sus puertas entró Herencia de Timbiquí en sus inicios, y Son 21.Y así fue durante muchos años, hasta que una tarde aciaga, con más deudas de las que querrían y con mucho dolor en el alma, la familia tuvo que comunicar a través de las redes sociales el lamentable final de una era de salsa.

Según Johanna, esta crisis, en comparación con la primera, fue contundente, porque tenían “las manos amarradas. Antes era simplemente trabajar, pero ahora no nos permiten trabajar, no podemos abrir y no tenemos alivios tributarios. En cualquier parte del mundo, por ejemplo en Berlín, los alivios tributarios a los bares y discotecas son impresionantes. Acá no tenemos nada. Nos tienen amarrados y cobrándonos lo mismo. Entonces, ¿de dónde? Hasta ahora no hemos encontrado la solución”.

Para Óscar Jaime Cardozo, melómano y asiduo visitante de Zaperoco, es muy triste la situación, “es un lugar que hasta The New York Times recomendó como uno de los sitios de salsa que había que visitar en la ciudad de Cali”.

David Levy Cote, hijo de la pareja y administrador de Zaperoco, comenta que, aunque es cierto que el impacto por la pandemia lo han sentido todas las áreas de la economía, el sentimiento general es el de que, apenas se entra en un pico del Covid, lo primero en lo que piensan es en cerrar las discotecas o los negocios nocturnos, sin tener en cuenta que Zaperoco y los otros establecimientos de salsa, además de ser sitios de entretenimiento, son “estandartes de unas dinámicas culturales de la ciudad”.

“La gran castigada en cualquier situación social es la noche: cuando hay Día de la Madre y hay desmadres, cierran la noche; cuando hay virus, cierran la noche, mientras que en el día los lugares están llenos: el MÍO, el centro de la ciudad, las salas de espera. Pero igual la noche la cierran. ¿Qué diferencia hay? No lo entiendo”, recrimina Johanna.

El día viernes, la Alcaldía de Cali se reunió con la familia Levy Cote en Zaperoco, para buscar qué medidas podrían tomar para que todo el sector salsero tenga un aporte para seguir y no tener que cerrar.

Johanna confirmó que la Alcaldía les dijo que lanzarían una concertación, presupuestos para actividades y que harán convocatorias para presentar proyectos, “para ver si se logra sacar la cultura adelante”.

“Eso ha sido muy alentador. Nos deben dar la confianza para abrir con todas las medidas de bioseguridad y para saber que se pueden hacer alivios tributarios. No pedimos que nos den nada en efectivo, porque para eso trabajamos y nos partimos el lomo, pero, ¿cómo nos siguen cobrando los servicios públicos si no estamos abriendo? Tenemos predial, Industria y Comercio, Sayco y Acinpro y una cantidad de cosas que no podemos costear en este momento”, remarca David.

Por ahora, Johanna reconoce que el local se había mantenido en pie gracias a la ayuda de la gente, la familia Zaperoco: los clientes, músicos y proveedores, y a la Industria de Licores del Valle, a quien Johanna quiere transmitir su respeto y su cariño. “Todo el mundo está aterrado y dispuesto a apoyarnos de la manera que sea y eso nos dice que hay luz y esperanza”, comenta.

Sin embargo, es un poco desalentador saber que la salsa, patrimonio dancístico de Cali, deba subsistir por la gente y las industrias privadas y no con ayudas públicas. Pero esto no le sorprende a Johanna, ya que ha notado que los políticos llegan con un imaginario de que la salsa tiene recursos suficientes y que “está hecha”, nada más alejado de una realidad en que los locales, bailarines, escuelas y orquestas dedicadas a la salsa deben pedalear duro para salir adelante.

“Ahora se nota de una manera impresionante el abandono, pero no hablemos solo de lo regional, también desde el Gobierno Nacional, que solo mira la salsa cuando le da la vuelta al mundo con dos o tres bailarines. No crean productos, no hay apoyo, no hay dinero y así no se puede desarrollar nada”, comenta.

La familia Zaperoco

La noticia del cierre de Zaperoco le llegó a Umberto Valverde, escritor, periodista y biógrafo de Celia Cruz y Jairo Varela, de la forma en que últimamente le llegan las noticias tristes de la salsa: a través de redes sociales.

“Sentí que era parte de mi entierro, yo hago parte de Zaperoco, desde su primera noche, cada fin de semana, tengo un sitio en la barra con mi nombre. Yo me curo con rumba en Zaperoco. ¿Qué nos queda ahora ¿Vivir la vida, encerrados, es tener vida?”, comenta Valverde, quien junto con Mauro y Johanna, dueños del lugar, creó las Descargas Zaperoco, grandes reuniones de músicos, con directores rotativos, entre ellos José Aguirre, Carlos Gálvez, Juanito.

Además de haber llevado a cabo el hecho histórico de ‘La descarga de cinco pianos en la salsa’, un ensamble con los mejores pianistas de nuestra ciudad.

“En Cali hay muchos sitios, pero Zaperoco es el alma de los músicos. Cada jueves era una descarga inolvidable. Eso no se reemplaza por nada. Cali está muriendo”, dice.

Algo similar siente Óscar Jaime Cardozo, melómano y asiduo visitante de Zaperoco, para quien el lugar llevaba dentro de sí “la identidad de esa salsa que se hace con gusto, con sabor. Era un sitio emblemático de la salsa en Cali, donde no se iba por moda, como ocurre con otros sitios. La gente que iba a Zaperoco llegaba porque lo sentía”, lo que hizo que todos los clientes se terminaran convirtiendo en familia.

En redes sociales como Twitter, la gente decidió alzar su voz de protesta frente a este cierre. Jennifer Betancourt escribió: “El patrimonio cultural de Cali se está extinguiendo. No son solamente sitios para bailar salsa.

Son el legado cultural de Cali. Espacios que buscaban resignificar la ciudad”. Jessica también solicitó: “Que se apoye a los sitios culturales de la ciudad, que se evite el cierre de más establecimientos que son punto de referencia para el turismo y la movilización económica de la ciudad”.

Mientras que la presentadora Mábel Lara, gran cliente de Zaperoco, publicó: “Muy triste con la noticia del cierre de #zaperocoBar. Desaparece todo un símbolo de la caleñidad y la historia musical del SurOccidente colombiano. Un abrazo a todos y especialmente a mi adorado ‘Osman’”.

Por desgracia, en palabras de Alejandro Vásquez, presidente de la Junta Directiva de Asonod, Cali está perdiendo “una parte de la historia de la ciudad, de la parte bonita, de esos referentes de alegría”. Se está perdiendo esa historia que nos caracterizaba como esa capital mundial de la salsa, donde los grandes artistas llegaban y se iban a sentar a una mesa de los negocios salseros”, opina Vásquez.

La salsa resiste

“Creo que nadie estaba preparado a nivel nacional y mundial para una pandemia. Solo lo veíamos en las películas de ciencia ficción y nos tocó aterrizarnos. Pero, realmente en Cali la salsa va a seguir. De pronto va a atravesar por un momento oscuro, pero la salsa no va a morir, ahí vamos a estar atrincherados los pocos que vamos quedando”, dijo el DJ Gary Domínguez, el discómano y asesor musical de La Casa Latina, para quien el reconocimiento del éxito de Zaperoco es tanto para la familia Levy Cote, como por el “gran trabajo que hizo por más de veinte años Osman Arias, un Dj de avanzada que adaptó lo que aprendió en la Taberna Latina a su nuevo concepto”.

“La salsa no va a morir tan fácil, porque a diferencia de otros ritmos que han llegado por moda, la bachata, el merengue, el reggeatón, la salsa siempre vuelve a reinar, porque ella no es un ritmo de moda, la salsa es un género que está en la piel, en la sangre, en el chip genético de los habitantes de Santiago de Cali”, considera Cardozo. 

El melómano asegura que los coleccionistas, melómanos, investigadores y las personas que hacen radio, televisión y artículos escritos en torno a la salsa crean un gran bastión de resistencia. “Nosotros somos quienes no dejaremos morir la salsa, porque no dejaremos de hablar de lo que se escuchó atrás y lo que estará llegando”.

Por su parte, la única ilusión que tiene David Levy es que la salsa siga viva después de pandemia, porque todo el sector cultural, los bailarines, los músicos y los organizadores de eventos, están afectados y si no se va dando una pronta reapertura las cosas van a ponerse peor.

“Los turistas vienen a ver aves y a bailar salsa a Cali, cuando la gente ya esté vacunada y se reactive todo, no vamos a tener qué ofrecerles porque no tenemos cómo seguir funcionando, porque no tenemos cómo pagar las facturas que siguen llegando y sin poder abrir al público”, aclara Levy.

El presidente de la Junta Directiva de Asonod recalca que Cali y Colombia están perdiendo uno de sus grandes referentes internacionales. “En el mundo nos conocen por muchas cosas, buenas y malas, y la salsa y el baile era uno de esos argumentos positivos por el que nos conocían”.

Para Cardozo, la ciudad llegó hasta esta lamentable situación por falta de voluntad política. “Tenemos un alcalde ‘salsero’, pero que deja que desaparezca un sitio de estos. No se trata de regalar plata, sino de crear oportunidades, de buscarle la comba al palo, trabajando de determinada manera, buscando políticas y estrategias”, opina este melómano, para quien su gran esperanza es que una vez pase la pandemia, Zaperoco reabra y “tengamos una rumba fantástica”.

Triste panorama

- En voz de Asonod

Los establecimientos salseros que han tenido que cerrar son: Salsa, que quedaba empezando la Roosevelt. Evocación, que llevaba más de treinta años. La Bamba, en la Avenida de las Américas. Zaperoco y Mamut. “Y solo hablando en términos salseros, porque estamos hablando de que la muerte de negocios está del orden del 50 % en Cali. En Juanchito y en Menga también han cerrado varios negocios”, comenta Vásquez.

“Se nos convirtió en una simple estadística ver semanalmente cuántas rumbas (no siempre legales) se hacen en la ciudad y eso es de las que tenemos conocimiento. Lo otro que se convirtió en una simple estadística es la de cuántos negocios están cerrando cada semana. Los que cumplen la norma se cierran, los que no cumplen están floreciendo y eso es triste”, dice.

“Cali es una ciudad donde el baile siempre tuvo lugar. Se está perdiendo esa historia que nos caracterizaba como capital mundial de la salsa”, Alejandro Vásquez, presidente Junta Directiva de Asonod.

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