Colombia
Tragedia de Armero y la historia de las dos Omaira; una de ellas sobrevivió: así es su relato inspirador
Cuatro décadas después, ambas representan el rostro humano de la tragedia y la fuerza de la memoria.
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13 de nov de 2025, 03:20 p. m.
Actualizado el 13 de nov de 2025, 03:20 p. m.
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Hace 40 años, la noche del 13 de noviembre de 1985, el Nevado del Ruíz hizo erupción y provocó una avalancha de lodo, piedras y escombros que sepultó al municipio de Armero, Tolima. Más de 25.000 personas murieron y Colombia presenció una de las peores tragedias naturales de su historia.
En un reciente reportaje, Noticias RCN revive las historias humanas que emergieron de esa catástrofe, entre ellas la de las dos Omaira: dos mujeres con el mismo nombre unidas por un mismo destino, pero separadas por la vida y la muerte.

La primera, Omayra Sánchez, de 13 años, quedó atrapada entre los escombros de su casa durante tres días. Su lucha, transmitida al mundo entero por reporteros y fotógrafos, la convirtió en símbolo de la tragedia y en un recordatorio permanente del costo de la desatención a las alertas naturales. Murió el 16 de noviembre de 1985, mientras millones de personas seguían su agonía.
La segunda, Omaira Medina, quien fue sobreviviente del mismo desastre, en diálogo con Noticias RCN, relató cómo el lodo arrasó con todo y como vivió momentos de angustia, sufrimiento y frustración. Durante más de 72 horas, estuvo esperando a que los equipos de rescate la encontraran: “Yo me preguntaba ¿Dónde está Dios? ¿Dónde está Dios? Yo quiero hablar con él, preguntarle por qué sucedió lo que sucedió en Armero, ¿Por qué hizo?”.
Tras los arduos trabajos de rescate logró salir con vida, pero sin su pareja sentimental: “Estuve durmiendo tres días junto al cadáver de mi esposo hasta que me sacaron de la tierra. El doctor se dio cuenta de que estaba embarazada, así que hizo todo el papeleo, metió los documentos entre mi bata y me subieron a un helicóptero”.

Omaira Medina fue traslada al hospital San Juan de Dios en Bogotá, donde recibió una dura noticia, los médicos tuvieron que amputar sus piernas, pero su bebé y ella afrontaron todas las adversidades: “Una pareja me dijo que, como debía ir a rehabilitación, le diera a mi niño en adopción y me iban a permitir verlo, pero no, fue lo único que me quedó, qué iba a ponerme a regalarlo”.
Su testimonio se ha convertido en un homenaje a quienes resistieron y en una promesa de mantener viva la memoria de los que no regresaron. Actualmente, Omaira vive en Lérida, Tolima, en donde se dedica a vender chance, realiza costuras y cortes de cabello.
Ambas historias simbolizan las dos caras de la tragedia: la muerte y la vida, el dolor y la esperanza. Cuarenta años después, Armero sigue siendo un lugar de duelo y reflexión, pero también de resistencia.
Las ruinas del antiguo pueblo, el monumento a Omayra Sánchez y las voces de los sobrevivientes, como la otra Omaira, recuerdan que la naturaleza y la historia pueden ser implacables, pero que la memoria colectiva es capaz de mantener encendida la llama del recuerdo.
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