El pais
SUSCRÍBETE
Monseñor Héctor Fabio Henao, director del Secretariado Nacional de Pastoral Social ‘Caritas Colombia’ de la Conferencia Episcopal e integrante del Consejo Nacional de Paz. | Foto: Foto: Especial para El País

CONFLICTO ARMADO

"Construcción de paz va a requerir esfuerzo de varias generaciones": Monseñor Henao

Monseñor Héctor Fabio Henao, director del Secretariado Nacional de Pastoral Social de la iglesia católica en el país, habló sobre las ayudas que ha dado el episcopado durante el año de la pandemia.

28 de marzo de 2021 Por: Heinar Ortiz Cortés | Reportero de El País

Para reconstruir el tejido social en Colombia se necesita de solidaridad y fraternidad para que la dignidad de la vida humana vuelva a ser lo primero. Se necesita que los disensos se puedan dialogar y que los extremos puedan sellar un nuevo pacto de cara a la recuperación social y económica, alejados de las estigmatizaciones y los ataques personales.

Así lo cree monseñor Héctor Fabio Henao, director del Secretariado Nacional de Pastoral Social ‘Caritas Colombia’ de la Conferencia Episcopal e integrante del Consejo Nacional de Paz, quien en diálogo con El País opinó sobre la renta básica, las víctimas del conflicto, el asesinato de líderes sociales, la contienda electoral que se avecina y otros temas de actualidad nacional.

Además, el religioso entregó un completo balance sobre la labor de apoyo psicosocial de la iglesia católica con más de 70.000 familias vulnerables del país durante la pandemia.

“La construcción de la paz es un asunto que va a requerir del esfuerzo de varias generaciones”, asegura.

¿Cómo ha sido el trabajo de la iglesia católica a través de la Pastoral Social para apoyar a los colombianos durante este año de pandemia?

Tenemos varias iniciativas que buscan hacer que la solidaridad del pueblo católico se exprese de manera viva hacia las personas que están en condiciones de necesidad. Hemos comenzado a centrarnos en aquellos que estando en el sector informal lo perdieron todo y no tienen capacidad de recuperación, a raíz del impacto de lo que fueron las cuarentenas y las distintas etapas del impacto social que ha tenido el covid.

Un segundo esfuerzo que hacemos es con atención psicosocial. Sabemos que toda la situación de enfermedades mentales; depresión, ansiedad, angustias, pérdida del sentido de la vida, desesperación. Eso ha crecido y durante el periodo de pandemia hemos vivido una situación incluso de incremento de suicidios importante en el país. Se ha visto mucha violencia intrafamiliar, muchas expresiones de agresividad en los hogares donde no hay mayores posibilidades de encontrar alternativas y por lo tanto ahí se expresan de manera dramática muchas formas de violencia y rechazo hacia el otro. Hemos creado mecanismos de apoyo psicosocial y espiritual para estas familias, lo hemos hecho a través de equipos especializados, pero también a través de fortalecer organizaciones de base que están trabajando en la escucha y en el acompañamiento a las familias.

Y hay una tercera situación que nos hemos centrado bastante y es en crear conciencia sobre los mecanismos de bioseguridad. Crear mecanismos donde la gente pueda expresarse de manera segura y que la presencia de la Iglesia refuerce las condiciones de responsabilidad ética frente a las relaciones con los demás y frente a la economía misma.

¿Cómo va la entrega de ayudas de la Pastoral en el país?

Nosotros nos comprometimos con unas comunidades concretas y desde los mecanismos propios de la Pastoral Social. En Valle del Cauca hemos hecho unas entregas importantes de paquetes alimentarios y estamos incrementando el impacto y llegamos a alrededor de 70.000 familias a nivel nacional. Es un proceso que estamos haciendo de manera focalizada, canalizando solidaridad desde las parroquias y grupos específicos de la Pastoral, hemos llegado a familias muy necesitadas. Y hay otro mecanismo que se ha desarrollado que tiene que ver con unas transferencias a población en altísimo grado de vulnerabilidad o familias migrantes.

Le puede interesar: ¿Qué ver y hacer en Semana Santa pese a las restricciones del covid-19?

¿Cuál fue la ayuda a migrantes venezolanos?

Durante 2020 se entregaron 89.434 apoyos, de los cuales fueron 14.114 kits de higiene, 8963 apoyos psicosociales, 7054 kits de alimentación, 6200 apoyos jurídicos, 3872 apoyos con albergue, 2963 con temas de salud, 2691 ayudas de formación y 17 de educación, entre otros.

¿Cómo llevar esperanza y sosiego a los colombianos para enfrentar un posible tercer pico de la pandemia?

Hemos insistido en que la organización comunitaria tiene ahora un papel muy importante qué jugar en la medida que sean capaces de canalizar alivios hacia sus mismos vecinos. También las redes familiares tienen que activarse mucho más, pues estamos viendo personas cercanas que antes no necesitaban auxilios y hoy se encuentran ante el drama de haberlo perdido todo y no tienen empleo ni posibilidades de recuperación en el corto plazo. Nosotros pensamos que la luz de esperanza se debe sembrar desde lo más cálido y cercano, y por eso las parroquias y los grupos pastorales se están activando desde la base.

Hay iniciativas que tienen que venir desde lo más alto de la sociedad, con decisiones políticas muy claras, por eso nosotros en cierto momento dijimos que había que comenzar a abrir camino hacia la renta básica para que las familias más necesitas recibieran, no una ayuda esporádica, sino un subsidio mucho más a largo plazo que tuviera el cubrimiento de las necesidades más básicas de las familias.
Esta coyuntura exige un esfuerzo muy grande de toda la Nación. El Papa nos ha dicho que esta pandemia es una barca donde o nos salvamos todos o nos hundimos todos. Y que en ese sentido tenemos que hacer esfuerzos muy grandes para vernos como miembros de una sola familia, porque las soluciones no pueden ser individuales: las soluciones tienen que ser colectivas.

¿Cómo le ha ido a la Pastoral Social en la articulación con las entidades gubernamentales y privadas durante esta crisis?

Tendría que decir que en cuanto a entidades territoriales hay mucha diversidad en el país, no todas tienen el mismo enfoque. Pero de todas maneras hay que encontrar las formas para hacer red. Las comunidades están pasando por situaciones muy apremiantes y están exigiendo un enfoque sobre prioridades, pero con una visión más a largo plazo. Lo que se trata es de revisar, y es lo que las comunidades les piden a los mandatarios, que revisen sus planes de desarrollo para que los adecúen a las crisis que estamos viviendo.

Es muy importante la apertura que ha habido del mundo empresarial y de otros sectores que han mostrado disponibilidad a unirse en ese caminar por un diálogo social que sea capaz de romper muchas diferencias ideológicas y de pensamiento para crear una perspectiva más amplia de responsabilidad con el país y la sociedad colombiana. Se tiene que imponer mirar el bien colectivo y eso nos debe unir.

Otra pandemia que sin duda existe en Colombia es la del asesinato de líderes sociales. ¿Cuál es el llamado de la Pastoral Social al respecto?

El asesinato de líderes sociales tiene múltiples facetas pero tiene un patrón común que tiene que ver con el amedrentamiento y en el sembrar terror en las comunidades, crear un clima de pánico es algo que parece fundamental en todo esto que ha sucedido y en la forma tan sangrienta y cruel como se desarrollan estos asesinatos, que dejan una marca profunda en las comunidades y que es muy difícil de sanar. También afecta la democracia en su dinámica y en su capacidad de movilizar las energías, ideas y potencialidades de la sociedad. Aquí lo que tenemos es que comenzar a recuperar más el sentido de humanidad. Hemos perdido la capacidad de vernos como seres humanos y de entender el sufrimiento de los demás, y nos hemos habituado en muchos casos a ese drama permanente del dolor de la muerte.

Pero la Iglesia tampoco ha sido ajena a esta problemática…

Hemos vivido con mucha preocupación situaciones de amenazas en varias partes del país donde también sacerdotes, religiosas y agentes de pastoral se han visto afectados por este clima de inseguridad y de falta de respeto por la vida humana. Es un clima donde se confunden los mensajes y se olvida que el sacerdote y la religiosa están ahí para dar un servicio a la comunidad y que no es una toma de posición a favor o en contra de nadie, sino que es una toma de posición por la vida, la dignidad, los derechos y el respeto. Cuando se pierde esa perspectiva, fácilmente se cae en un ciclo de tratar de eliminar la voz moral de quienes brindan apoyo espiritual a las comunidades. La vida espiritual es uno de los pilares de la vida en comunidad. Tenemos que proteger y rodear a nuestros sacerdotes y religiosas en esta difícil tarea.

¿Qué papel jugará la Paz y las víctimas del conflicto en la próxima campaña electoral?

La construcción de la paz es un asunto de largo aliento y que va a requerir del esfuerzo de varias generaciones, pues llevamos mucho tiempo en un conflicto armado, y cuando se trata de salir de una época de guerra, siempre emergen amenazas y nuevos desafíos. También se expresan situaciones de violencia que estaban contenidas. Así que el tema de la seguridad, la paz y las respuestas a las víctimas tiene que tener un lugar muy importante en la discusión de los pasos que el país va a dar hacia el futura. Se trata es de mantener y proteger la dignidad de cada hombre y cada mujer que habita en Colombia…

Una campaña como la que se avecina tiene que señalar los límites y las barreras para que la estigmatización no sea el centro de ella. Identificar también la situación de las víctimas, personas que han sufrido el conflicto, que están en todos los niveles socioeconómicos y que siguen esperando respuestas.

Pero para ello es necesario que haya un llamado a la reconciliación…

Sí, la sociedad colombiana está en un momento donde es necesario volver a pactar. Hemos vivido momentos muy difíciles y hemos creado unas barreras muy grandes entre diferentes sectores, y eso ha tocado incluso los ambientes más cálidos, que son los familiares y de vecindad. La campaña tiene que pasar por una reflexión sobre cómo vamos pactando en clave de reconciliación el país que queremos construir. Ahí tienen que estar todas las voces, no puede ser un diálogo entre unos sectores excluyendo a otros. Y eso requiere humildad, capacidad de escucha y nosotros lo decimos desde la Biblia: “hay que dejarse reconciliar por Dios”.

¿Qué balance hace de la utilización de la virtualidad para transmitir las eucaristías?

La virtualidad ha tenido ventajas y desventajas, también dependiendo de en qué lugar de la sociedad uno se encuentre, porque hay sectores que no tienen conectividad y no gozan del privilegio de tener acceso permanente a internet. Y eso nos ha significado un reto grande, pues hemos tenido la urgencia de innovar en el anuncio del Evangelio, que hoy pasa por un momento muy dinámico, de posibilidades muy grandes y que requiere vigor, pero también de desafíos frente a llevarlo a través de otros canales.

AHORA EN Colombia