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Testimonios de caleñas arrepentidas por los implantes de silicona PIP

Historias de dolor y miedo de mujeres que padecen los efectos de los implantes mamarios.

29 de enero de 2012 Por: Redacción de El País

Historias de dolor y miedo de mujeres que padecen los efectos de los implantes mamarios.

Una ecografía y una mamografía dicen que tengo cáncer de mama. Sólo una biopsia podría cambiar este diagnóstico que no solo me está matando a mí, sino con el que puedo matar a mi familia. Hace seis años, un 10 de abril, me operé y escogí los implantes PIP porque daban un efecto natural. Hoy tengo mis senos llenos de quistes y de masas: hay una de siete centímetros en el derecho y otra de tres en el izquierdo. Los implantes están intactos”, dice una enfermera caleña que pidió mantener su identidad en reserva, pues su familia desconoce esta verdad. Y continúa: “Tengo 37 años y en mi familia no hay antecedentes de cáncer de mama. No sé si será psicosis, pero desde el día en que el radiólogo me dio un abrazo y me dijo: ‘Le deseo suerte porque lo que viene no es fácil’, siento punzadas en mis senos, como si me enterraran agujas, siento comezón en la espalda y el brazo derecho se me duerme”.“Yo siento lo mismo –interrumpe una mujer de 28 años–, se me duerme el brazo y en mi seno derecho siento grumos, me dicen que el implante se volteó”.Y continúa la mujer de 37: “Me han dicho que tengo lupus, artritis reumatoide, enfermedad de los riñones, en fin. Lo único que no me habían revisado eran mis senos y hoy sólo espero que el dictamen de cáncer de mama sea un error humano. Yo usaba brassier de niña, fui feliz al operarme y ahora que estoy enferma el tamaño de mis senos se ha duplicado”. Su catarsis la hizo ante unas 50 mujeres que, como ella, tienen implantes de silicona PIP . El jueves, estas caleñas que un día creyeron haber alcanzado el cielo al ponerse implantes de seno, se congregaron para buscar soluciones al problema generado por prótesis que contenían silicona no farmacéutica, como reconoció el propio fabricante.A medida que cada una compartía su testimonio, las lágrimas se fueron haciendo colectivas y sentimientos como la angustia, el desconcierto y la impotencia embistieron hasta a aquellas allí presentes que no tenemos implantes.   A la Avenida Roosevelt, en el inmueble marcado con la placa 44-88 que fue cedido por una noche para realizar la reunión, llegaron hombres, madres, hijas y amigas para apoyar a sus familiares, esposas y compañeras. Porque en Cali el drama de los implantes PIP tiene nombre, apellido y profesión. Este drama ha tocado a jóvenes que con solo 23 años ya tienen tres cirugías por culpa de sus implantes, y también a mujeres que pasan de los 40 años y a quienes su cirujano plástico les prometió “unos implantes que van a durar de por vida”. Promesa que terminó tan rota como las prótesis en sus senos. La repugnacia que hoy les despierta la palabra ‘prótesis’ toma forma cuando Sandra Ossa, una contadora oriunda de Zarzal, decide mostrar las bolsas de silicona PIP que hace quince días extrajeron de su cuerpo: una presenta un color amarillo intenso, como el del aceite de cocina, se ve viscosa y está rota. Tiene el código PIP 144. La otra se ve blanca, normal, como se aprecia en los documentales médicos que pasan en televisión. De 34 años y madre de dos niñas, Sandra cuenta que el 27 de diciembre “llegó mi suegra alertándome por las noticias, porque sabía que yo tenía prótesis PIP. El 30 de diciembre me fui a tomar el examen y la ecógrafa me dijo: ‘Mamita, te tenemos que mandar rápido al médico, tienes la mama del lado izquierdo colapsada”.“Salí asustada, llorando y llegué a los gritos donde mi cirujana. Ella me dijo que no me preocupara, que pasara el 31 de diciembre tranquila, que ella no veía que fuera algo grave. Decidí buscar otra opinión de un médico aquí en Cali y su dictamen, sin dudarlo, fue de operación. Estando en cirugía encontró que el lado izquierdo estaba totalmente roto y la silicona regada. Tuvieron que parar en plena operación para hacer estudios de laboratorio y saber si tenía pus o una bacteria”. Y mientras Sandra tiene cómo mostrar la prótesis del delito, otras como la universitaria Marcela, de 23 años, sólo tienen su testimonio y su historia clínica para compartir por qué de las prótesis que pidió como regalo al cumplir 18 años no queda ni rastro. Ambas se estallaron.“Me operaron en septiembre de 2006 y a los tres meses en el seno derecho tenía la prótesis encapsulada. Me hicieron una segunda operación. No quedé con molestias, sólo que al dormir necesitaba brassier y creí que era por el peso. Con la alerta a través de las noticias me hice la ecografía y tenía los dos implantes rotos y la silicona estaba regada en axilas y tórax. Era una cirugía de hora y media y duró tres horas. Ahora debo tener cuidados durante dos meses. No ir al gimnasio, no levantar cosas pesadas, no manejar, no comer grasas...”.Hace un año, cuando los casos se empezaron a conocer en Francia, en Cali la psicóloga Ángela Hernández, de 25 años, recibió un diagnóstico fatal. “Uno por vanidad paga todas las consecuencias. Hace seis años, después de tener a mi hijo y amamantarlo, mis senos cambiaron. Por ‘autoestima’ me operé y recibí unos implantes PIP. Durante un control con la ginecóloga, ella me sugirió hacerme un chequeo... y un ultrasonido reveló que el implante de mi seno izquierdo estaba roto, yo no sentía nada pero ya la silicona estaba migrando hacia la axila. En ese momento me dijeron que esos implantes tenían problemas. Yo no lo sabía”. Tras la cirugía de cambio tuvo problemas de cicatrización y su recuperación tardó meses. Por su parte Tatiana, una modelo de 26 años, tendrá que sacrificar los ahorros de años de trabajo (con los cuales pensaba comprar un carro) para invertirlos en unas nuevas prótesis, “una cirugía que no tenía planeada. No están rotos, pero en dos semanas me operaré por prevención”. Reconoce que su aumento de senos le abrió las puertas en su momento, “fue por entrar en competencia, ya que para esa época (2006) la tendencia eran las mujeres con pechos grandes”. Y aunque hoy se arrepiente de su decisión no puede dar marcha atrás para volver a sus senos naturales. “Me tendría que hacer una cirugía de reducción y el médico me dice que estoy muy joven para eso”. Inquietante es, también, el caso de una mujer de 30 años que ya está en trámite con su EPS para que le retiren unas prótesis que ella no pidió: “Me hicieron el bypass gástrico, dentro del paquete me tuvieron que hacer reducción mamaria y para darme de nuevo forma me pusieron unos implantes. Es algo que nunca quise tener en mi cuerpo, yo no lo pedí”. Parte del drama de la enfermera de 37 años tal vez termine cuando logre hacerse la biopsia, pero no parará ahí. “Al ponerme las prótesis me cobraron $4 millones y ahora me cuestan $6.800.000 ¿Cómo voy a pagar? No sé… perdí mi empleo y si cuento en mi casa por lo que estoy pasando los mato a todos con la noticia”.La conclusión, luego de tres horas de reunión, de preguntas, lágrimas, angustias e incertidumbres, fue clara: deben operarse pronto y asumir sus gastos. La realidad que no vieron cuando envidiaban las imágenes de modelos como Pamela Anderson dando saltos en la arena de ‘Guardianes de la bahía’ es que, mínimo cada siete años, deben repetir el proceso de cambio de implantes como se lo ha sugerido el médico a Sandra Ossa, quien sentencia: “Unas prótesis son un punto de no retorno, nada vuelve a ser normal, la piel se estira así que no hay más opción que seguir operándose... y operándose...”El escándalo PIPEn marzo de 2010, la Agencia Francesa de Seguridad Sanitaria de Productos de Salud (AFSSAPS) alertó sobre los “efectos adversos del producto” y el riesgo de rotura de los implantes. Jean-Claude Mas, responsable de la compañía productora de PIP (Poly Implant Prothese) y capturado esta semana en la Costa Azul, reconoció que empleó “conscientemente un gel no homologado” porque era más barato. La compañía entró en liquidación judicial en el año 2010. A finales de 2011 se lanzó la alerta mundial de retiro “preventivo y sin urgencia” de las prótesis.Unidas por los PIPA través de su PIN la esteticista Gladys Arcila, con implantes desde hace diez años, empezó la cadena de mujeres con PIP que ya tiene 250 seguidoras de Cali, Armenia, Pereira, Medellín, Bogotá y colombianas en Chile. “No queremos que nos vean como un negocio. Hay cirujanos que dicen que si vamos en grupo nos pueden hacer el cambio más barato”. El grupo tiene en construcción la página web www.tengoimplantespipy estoyafectada.com y tienen el mismo nombre en un grupo de Facebook. Contacto: 313 3768327.El precio de la vanidadQuienes pagaron un implante por razones estéticas deben asumir todos los costos pues no está incluido en el Plan Obligatorio de Salud. Una cirugía está por el orden de los $4.500.000 y deben comprar brassieres postquirúrgicos que cuestan más de $45.000. Para saber si las prótesis están bien se requiere una ecografía cada seis meses que cuesta entre $85.000 y $150.000. Gladys Arcila asegura que el medio efectivo para tener un diagnóstico “es una resonancia magnética que puede costar entre $700.000 y $900.000”.Sobre la siliconaOmar Pazos, químico farmacéutico de la Universidad Nacional, da claridad sobre ciertos aspectos: Efectos en el cuerpo: “La silicona de grado médico o farmacéutico es un material inerte, es la más pura, de ahí que tenga usos a nivel de dispositivos médicos. En cambio, si la silicona es de grado industrial no se puede emplear a nivel médico y su uso puede tener consecuencias como la intoxicación, el daño de tejidos, cáncer y probablemente la muerte”.El caso PIP: “Si el fabricante utilizó una silicona que no es de grado médico, las consecuencias pueden ser graves. Aunque es extraño que una prótesis de grado médico se rompa, si eso sucede sí debería retirarse porque la silicona sigue siendo un elemento extraño como sustancia química en el organismo”.

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