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Inty Raimi es un evento que realiza la comunidad indígena de Cali cada año para mostrar sus tradiciones ancestrales. | Foto: Foto: Archivo de El País

COMUNIDADES INDÍGENAS

Las historias de los indígenas que mantienen viva su cultura en Cali

En la capital del Valle, los indígenas son una minoría que luchan por preservar su identidad.

15 de octubre de 2018 Por: Luisa Ramírez - Semillero de Periodismo (USC)

Hace más de 70 años Cali les dio la bienvenida a los primeros indígenas que llegaron desde las verdes montañas del macizo colombiano, sur del departamento del Cauca, con el sueño de mejorar su calidad de vida y huir de la violencia.

“Los Yanaconas -que traduce servidores en tiempo de oscuridad- llegaron a Cali entre los años 1945 y 1950, en busca de trabajo en los ingenios y, de paso, hacia el norte, a las cosechas de café”, expresó el historiador Rolando Chicangana.

Algunos han dejado su ruana, sus plumas y hasta sus colores tradicionales para caminar sobre la ‘selva de cemento’ vestidos de jeans y camisetas. Han dejado los altos cerros para vivir en humildes casas, hechas en su mayoría de ladrillos sin cocer, bloques de cemento, y láminas. Gran parte de ellos han dejado también a sus familias en el macizo colombiano y aunque ya llevan tiempo en la ciudad, se les hace difícil acostumbrarse a vivir entre edificios y pavimento.

En Cali existen seis pueblos indígenas adscritos a la Alcaldía. Yanacona, Nasa, Quichua, Inga, Misak y Kofán son los cabildos organizados oficialmente en la ciudad desde 1999. Aunque Cali tiene cerca de dos millones y medio de habitantes, los pueblos indígenas representan, con 7799 individuos, apenas el 0.34 % de la población caleña. Son una minoría que lucha por preservar su identidad.

“Salir del territorio no fue nada fácil, la violencia se hizo cada vez más visible, fue muy triste porque aquí (en Cali) tienes que vivir muy condicionado por muchas formas; nos discriminan, no tenemos dónde sembrar, no nos dan trabajo y si no trabajamos, no comemos”, manifestó Práxedes Anacona, gobernadora del cabildo Yanacona en Cali.

La discriminación ha sido un eje transversal en la vida de los indígenas residentes en Cali. Así lo manifiesta Elizabeth López, del cabildo Yanacona, quien evoca: “Cuando yo inicié a trabajar en la Alcaldía, para atender a la población víctima, me recibieron de una forma muy despectiva porque creían que por ser indígena no sabía nada, ni había estudiado, pero apenas les comenté que yo era administradora pública, me brindaron aromática, agua y café. Eso es común, que nos miren por encima del hombro, como si los indígenas mantuviésemos pidiendo, como si fuéramos escasos de conocimiento”.

Muchas familias indígenas se vieron forzadas a emigrar de sus territorios a raíz del conflicto armado, por la muerte de familiares, el hostigamiento, los secuestros y la violencia. Otras, por razones sociales, en la búsqueda de educación para los hijos pero, especialmente, en procura del mejoramiento económico que no permitía el reducido espacio del que disponían. Cuando llegaron, buscaron sitios que se parecieran a sus resguardos (territorio), por eso están concentrados en las comunas 1, 3, 18 y 20, las más montañosas de la ciudad.

“En general persiste en el imaginario social la idea de que la población indígena solo habita zonas rurales y se nos olvida que su presencia en Cali ha sido milenaria, mucho antes de los españoles. Luego de la conquista tuvieron que irse para estar seguros, pero regresaron y están aquí”, comentó Ana Collazos, responsable de la Subsecretaría de Población y Etnia de la Alcaldía de Cali.

Dos de los principales problemas a los que se enfrentan los indígenas al llegar a la ciudad de Cali son la vivienda y el trabajo. También, de acuerdo con indígenas del cabildo yanaconas, encaran condiciones precarias y dificultades para acceder a servicios de salud y educación, entre otros derechos sociales básicos. Y si consiguen empleo, su lucha es por recibir una remuneración adecuada.

“Teniendo en cuenta la gran diferencia entre la dinámica productiva de los territorios de origen y la dinámica económica de la ciudad de Cali, se presenta un alto índice de desempleo, dado que la mayoría de la población no cuenta con formación acorde al mercado laboral que oferta la ciudad”, argumentó Collazos.

Cuando no están luchando contra la difícil situación de pasar de lo rural a lo urbano, los yanaconas sirven a su comunidad, se ayudan mutuamente y disfrutan en grupo las mingas de pensamiento, una especie de reunión donde se tejen propuestas comunes para comprender y hallar soluciones frente a diferentes situaciones.

Además, las adultas, especialmente las abuelas, comparten sus conocimientos en tejidos para elaborar ruanas, morrales y chumbes (con los que fajan a los niños recién nacidos y a las mujeres en dieta). Ellas tejen el pensamiento con delgadas lanas de diferentes formas y colores para entender la reflexión andina, es decir, sus raíces, provenientes de los andes centrales peruanos.

Las mujeres yanaconas también disfrutan de la cocina tradicional como elemento de identidad y desarrollo local: las empanadas, la chancarina, el mote de maíz con pata de res, la sopa de maíz, la mazamorra, la calabaza, la chicha de maíz y el guarapo de caña, hacen parte del legado gastronómico ancestral.

Conservación de costumbres

Hoy en día, para conservar las costumbres se está formando a niños y jóvenes en sus fiestas tradicionales, lengua ancestral y artesanías.

“La crianza de los niños es estricta. Desde pequeños los ingresamos a los nidos, una especie de guardería donde se les enseña la lengua propia de cada pueblo indígena, además, se les dan bases para que comprendan de dónde vienen. A los 6 años ingresan a la escuela integral indígena, allí se refuerza lo aprendido y se les enseña sobre las diferentes fiestas tradicionales, pero además, el taita combina la educación académica con las actividades de la agricultura”, comentó Elizabeth López, de la comunidad yanacona.

“Indígena es espacio, es tiempo, es celebrar a los espíritus, es pensar en comunidad, es compartir, es procurar una gran cobija que nos abrigue a todos. El indígena es un ser que cuida a la madre naturaleza, es un ser defensor de la vida hasta que el sol se le apague, es hablar la lengua ancestral, aunque esté en proceso de recuperación. Ser indígena no se aprende, se nace, se lleva en los genes”, expresó Carlos Imbachí, exgobernador del cabildo.

A raíz de la situación de los cabildos en Cali, los yanaconas propusieron a la Alcaldía municipal en conjunto con las autoridades indígenas, la formulación de los Planes de Vida de cada cabildo, los cuales están en proceso de implementación.

“Los Planes de Vida trazan el camino de cada comunidad indígena de acuerdo con su cosmovisión, práctica cultural, usos y costumbres, dinámica político-organizativa en el marco de su autoridad y autonomía legislativa. En otras palabras, es la herramienta mediante la cual se teje la vida, se teje el proceso para la trascendencia cultural de cada comunidad”, explicó Ana C. Collazos.

El apoyo que se brinda a cada cabildo indígena responde a la dinámica de cada proceso organizativo y a su respectivo Plan de Vida, es por eso que en Cali se han creado planes de formación en derechos especiales indígenas, como también servicios sociales, formación y promoción de la importancia de la incorporación del enfoque diferencial étnico - indígena para la garantía de derechos.

“No es cierto que en Cali no hay indígenas, muchas veces se olvidan de que existimos y nos borran de los archivos presupuestales y aunque hemos recibido apoyo, no se ha podido hacer la implementación de los Planes de Vida”, destacó Carlos Imbachí.

Es por eso que desde septiembre de 2016 se estableció dentro de las funciones de la Subsecretaría de Poblaciones y Etnias, la promoción de la inclusión social de los grupos étnicos de la ciudad con equidad, bajo principios y valores de identidad cultural y corresponsabilidad, con un enfoque diferencial étnico-racial y cultural.

Aunque los pueblos indígenas en Cali han tenido el apoyo de la Alcaldía, desean que el Plan de Vida se dinamice, que las oportunidades de empleo sean iguales, que se les respeten sus derechos especiales, para así poder generar una vida digna entre los comuneros, fortalecer las expresiones culturales y revitalizar sus idiomas ancestrales.

Lenguas nativas

De acuerdo con el estudio ‘Lenguas nativas indígenas con familias de cabildos residentes en contextos de ciudad’, adelantado por la Secretaría de Cultura de Cali, con apoyo de los seis pueblos indígenas operado por la Corporación Nasayach, el 64,5 % de los quichua tiene un excelente dominio de su lengua tradicional; en el caso de los inga, un 31,3 %; entre los misak, ese porcentaje es apenas del 4,9; entre los Yanacona, del 0,3 % y entre los Nasa, del 8,9 %.

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