Cali
“El temor es que los jóvenes más adelante se conviertan en delincuentes porque para eso van”: Habitante del Oriente de Cali sobre el güireo
Confrontaciones a piedra, palo, armas blancas y hasta de fuego, entre menores que no superan los 16 años, tienen en vilo a habitantes de la Comuna 21. Un juego que ya no es cosa de niños. ¿Qué está pasando?
Luz Stella Cardona / Reportera de El País
El güireo es sinónimo de confrontación, de guerra. Lo que inició como un juego de niños que no superan los 16 años, quienes se citan a través de redes sociales para enfrentarse a palo y piedra, ha ido escalando a armas blancas y de fuego, hasta convertirse en un fenómeno que podría poner en jaque la convivencia y seguridad de Cali, aseguran expertos.
Algunas personas lo asocian con un instrumento musical, el güiro; pero otros aseguran que tiene origen en los enfrentamientos entre pandillas en las favelas de Brasil, donde se denominaría igual: güireo, mientras otros sostienen que viene de war, guerra en inglés.
Sin embargo, es en el sur de la Comuna 21, especialmente en barrios como Pízamos 3 y 1, Potrero Grande, parque de Tercer Milenio y Mojiquita, donde casi a diario, hacia las 7:00 de la noche, se registran fuertes enfrentamientos entre grupos de 50 o más menores que el año pasado dejaron dos víctimas fatales en Pízamos.
Abandono estatal y ausencia de los padres
Para Margarita Magaña, líder del barrio El Retiro, en la Comuna 15, esta situación obedece básicamente a la falta de acompañamiento de la familia y de oportunidades. “Ya no hay oportunidades para los niños, no hay dónde dejarlos mientras las mamás trabajan. Aquí la mayoría son madres cabeza de familia”.
E insiste: “Necesitamos más apoyo de la Alcaldía, pues el temor es que más adelante se conviertan en delincuentes porque para eso van, no nos engañemos”.
El problema, agrega Clara Luz Mosquera, es que la Policía no puede hacer mucho porque son menores de edad. “La Policía los corretea y ellos se esconden, pero cuando se van, vuelven por lo mismo. Uno no puede sentarse en la calle por temor a una pedrada, no hay quien los controle, son las 11 o 12 de la noche y todavía están molestando”, dice.
Entre tanto, Enelia Alzate, vicepresidenta de la JAC de El Retiro, asegura que “nosotros nos limitamos a verlos pelear. Este mes ha habido varios enfrentamientos en el sector de la 38 y otros en la carrera 39 con 53 yendo para Ciudad de Cali”.
No obstante señala que le preocupa ver como cada vez son más los menores, entre los 8 y 13 años, parados en una esquina. “Así es como se van formado estos ‘grupos’ porque no hay en qué ocuparlos”.
Por su parte, Emir Murillo, presidente de la JAC de El Retiro, aclara que el güireo es un enfrentamiento entre niños, “porque ni siquiera son adolescentes. Son niños que inician jugando, tirándose piedra y después empiezan a utilizar armas blancas. Nació como una moda, no sabemos en dónde, pero ahora está en casi toda la ciudad”. “Inicio como un juego y se volvió una manifestación de violencia. No son pandillas, son niños”, enfatizó.
Por eso, pidió a la Alcaldía y a la Gobernación que hagan presencia con proyectos como las Escuelas Culturales de Paz, tanto en deportes como cultura, para mantener ocupados a los niños en su tiempo libre. “Pero que sean proyectos que vinculen a la misma comunidad, porque se acaban y dejan en el aire a los niños” dice el líder mientras se queja que los pocos escenarios que hay en el sector están deteriorados.
En Pízamos 3, Potrero Grande y Tercer Milenio, la situación es más grave. Allí la comunidad también hizo un llamado a la nueva administración para que realice una intervención integral a niños, niñas y adolescentes.
Un fenómeno no tan inocente
Jefry Lorena Lerma, líder social, residente en Pízamos 1, dijo que desde el año pasando viene denunciando este fenómeno a los medios e incluso también al exsecretario de Seguridad, Jimmy Dranguet.
Asimismo, decidieron instalar un Puesto de Mando Unificado, PMU, comunitario, para hacer un llamado al Gobierno Nacional y departamental con el fin de que tomaran acciones frente a esta problemática que se les salió de control.
Otra modalidad que “hemos visto es que cuando ellos, los delincuentes, tienen que pasar algo, sea drogas o armas, incitan a los niños para que se enfrenten y mientras la Policía atiende la situación, ellos aprovechan para cometer sus fechorías”, expresó la líder social y defensora de derechos humanos.
El tema que más amenaza la convivencia
Un experto en seguridad que prefirió omitir su nombre, subrayó que este es un tema delicado, “en este momento puede ser el que más amenace la convivencia en Cali”.
El güireo, añadió, es un fenómeno cultural; ya se ha presentado antes, pero “las novedades de ahora lo hacen muy grave y no se puede permitir que escale. Hay que pedirle a las autoridades que investiguen de qué manera se agrupan, de qué manera se citan e incluso cómo ocurren estas cosas para que se puedan prevenir, atajar y no dejar que crezcan o que haya tragedias”, manifestó el experto.
Por su parte, Yesid Perlaza, coordinador de la dirección de Reconciliación y Paz de la Arquidiócesis de Cali, coincidió con esto, al explicar que ahora “lo que enfrentamos es una especie de tribus, que generan una relación de conflicto frente a otro barrio. Hablamos de la confrontación de menores y adolescentes que se comunican y relacionan a través de la violencia”.
Añadió que este problema ha cogido tanta ventaja en Cali que difícilmente la Policía puede intervenir porque son niños, en su gran mayoría.
El temor, indicó Perlaza, es que las estructuras del narcotráfico, así como las disidencias de las Farc, el ELN o el Clan del Golfo, puedan captar estos menores para convertirlos en sus brazos armados. “Cali corre un riesgo grande porque donde lleguen a captar todos estos jóvenes, entrarían nuestros barrios más populares en el tema de la extorsión como está Bogotá y otras ciudades del país”.
El intendente Henry Ortiz, mientras señala los sitios de confrontación en la comuna 1, específicamente Pízamos III con los menores y adolescentes de Potrero Grande, Tercer Milenio y Pízamos II y Pízamos I, insiste en que esta problemática está relacionada con la falta de atención de los padres a sus hijos y “porque presumo que ellos no tienen a nuestro Señor Jesucristo en su corazón y nunca les inculcaron esos valores, esos principios a través de la religión, por eso vemos a unos adolescentes que intentan agredir a otros con el fin solamente de causarles alguna lesión”.
Explicó que estas confrontaciones se presentan después de las 4:00 de la tarde hasta las 10:00 de la noche, cuando salen de sus respectivos colegios, ya que la gran mayoría de los que van a los güireos son estudiantes.
“Son entre 15 y 20 jóvenes, aunque a veces se suman más hasta llegar a unos 30 por cada sector. Se enfrentan con lo que encuentran en la calle, piedras, ladrillos, unos con arma blanca que supongo que traen de la casa, bates y otros elementos contundentes”, señala el intendente.
Respecto al uso de armas de fuego, manifestó que algunas personas de estos barrios afectados sí le han dicho que los han visto con usando este tipo de armas, pero él nunca los ha visto.
“Desafortunadamente son casi a diario estos enfrentamientos y cada sector es cubierto por dos policías de cuadrantes, entonces no dan abasto para retener a dos grupos de adolescentes que están enardecidos por lesionar al otro, no sabemos por qué motivo”.
Sin embargo, el uniformado atribuyó estas confrontaciones a temas de intolerancia más que a fronteras invisibles.
Entre tanto, la secretaria de Paz, Johana Caicedo, sostuvo que hay muchas afectaciones sociales y criminales que están relacionadas con esta criminalidad que están teniendo los niños, niñas y adolescentes en Cali e invitó a la sociedad civil, a la familia, vecinos y personas mayores a generar control, pero también a la empresa privada para brindar oportunidades y ayudar a mitigar esta situación.
Finalmente, el secretario de Seguridad Jairo García, anunció que trabajarán de la mano del Icbf, Bienestar Social y la Policía de Infancia y Adolescencia, además de proyectar patrullas móviles de atención integral, con apoyo psicosocial, para garantizar la protección de los menores en la ciudad.