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Esta es una de las acequías intervenidas. Está ubicada en la Carrera 118 con Calle 4, en Ciudad Jardín. Según la Contraloría de Cali un proyecto de vivienda que se edifica en toda el área está afectando el hilo de agua. | Foto: Oswaldo Páez / El País

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Así se roban el agua del río Pance para 'decorar' predios de la Comuna 22

Muchos de los 132 ramales que deberían usarse como fuentes para el consumo humano tienen usos ornamentales. Ya hay 13 sanciones en curso.

11 de junio de 2017 Por: José Luis Carrillo / reportero de El País 

El río Pance, al pasar por Cali, tiene 8 derivaciones legales que sirven para captar parte de su agua y así irrigarla en la Comuna 22 a través de 132 ramales (quebradas, acequias, riachuelos). Imagínese que se trata de un enorme árbol del que se desprenden varias ramas y de ellas otras más. Esto ocurre a lo largo y ancho de las 2933 hectáreas de la Comuna 22, que ocupan casi un cuarto del área total de Cali.

La Contraloría de Cali puso la lupa en varios de estos hilos de agua, ya que no estarían siendo utilizados para el consumo humano o agropecuario, sino como mero elemento ornamental en algunos predios privados. Es decir, para que sirva de decoración a su paso por una construcción o jardín.

Pero el uso inadecuado de estos cordones hídricos no termina allí. El Dagma detectó que algunos conjuntos residenciales le robaron el vital líquido a estos ramales afectando ecosistemas como el humedal Cañaveralejo. En este caso intervinieron un riachuelo para que pasara por un predio privado amenazando con marchitar el espejo de agua. También detectaron que en algunos casos, el agua está siendo extraída ilegalmente de estas pequeñas quebradas en carrotanques para usos que aún están por establecer.

Por esta razón, y otras similares, el Departamento de Gestión del Medio Ambiente tiene abiertos 16 procesos sancionatorios por captaciones de agua no autorizada. Siete contra viviendas y conjuntos residenciales y nueve contra centros comerciales, viveros y centros educativos.

Las investigaciones

Según un informe preliminar que adelanta la Contraloría de Cali, la derivación 5 de Pance es una de los ramales que tiene presuntas irregularidades. “Entró a ser parte de un proyecto habitacional, ubicado sobre la Carrera 125, cuyo cauce fue encerrado para beneficio propio de la obra”, reza el informe.

Ricardo Rivera, contralor de Cali, manifiesta que en este caso se está verificando si esta concesión fue autorizada por la Corporación Regional Autónoma, CVC, o el Departamento de Gestión del Medio Ambiente, Dagma.

“En cualquiera de los casos sería lamentable que las autoridades dieran ese privilegio que solo tendrán algunos condominios, eso va para privados, y en este momento se están vendiendo proyectos que ofrecen ese elemento visual de la quebrada, ese componente de contar con una derivación de Pance, con el que se van a beneficiar solo los que viven allí, en contravía del bienestar general”.

El representante del ente de control agrega que cuando se habla de derivación número 5, eso significa que ya hay un número plural de ramales que le están extrayendo aguas al caudal del río Pance, “quitándole ese privilegio a los caleños de un sitio de recreación aguas abajo, porque con esto el caudal del río se minimiza y ya no cumple con esa finalidad de recreación”.

Otro caso que preocupa al ente de control es que uno de estos ramales está siendo afectado por una construcción ubicada en la Carrera 118 con Calle 4 . “Allí se desarrolla un proyecto de vivienda en toda el área perjudicando totalmente la quebrada”, señala el informe de la Contraloría.

En una visita que realizó El País a la zona anteriormente mencionada se constató que una obra en marcha está impactando la quebrada porque se encuentra a menos de 10 metros del área de protección de la derivación de agua.
  
Claudia Tabares, directora de la Casa Cultural Ambiental de Pance, cuenta que esta situación no es nueva, hay varios colegios y universidades que captan estas aguas con dicho propósito. “Cuando hacemos recorridos de limpieza por el río no solo detectamos captaciones, sino vertimientos en estos cauces, también muchas de las derivaciones de agua son para los cultivos de caña de azúcar”.

Declara, además, que espera que la investigación de la Contraloría de Cali entregue resultados concretos. “Lo que preocupa es que hay unos ramales autorizados, pero de ellos también salen otro bracitos (derivaciones) que le quitan agua al río. No es solo uno, son varios. Eso lo pusimos en conocimiento de las autoridades ambientales, nos preocupa mucho ese tema de las concesiones de agua porque de un momento para otro vemos que se seca el río. En la última temporada de calor, en el puente del río Pance, que queda cerca a la sede del Deportivo Cali, no pasaba agua”.

La líder manifiesta que las autoridades ambientales calculan que son 6000 las personas beneficiados con estas concesiones, “pero nosotros creemos que pueden llegar a ser más de 30.000; a esto se suma el crecimiento urbanístico que está viviendo la zona ¿y de dónde van a sacar el agua?”.

“Pueden causar desbordamientos”

Gloria Guevara, docente de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Icesi, que recientemente hizo parte de un estudio que busca establecer la ‘Estrategia de Manejo Socio Ambiental de la Zona Media y Baja del río Pance’, precisa que en el río Pance hay muchas derivaciones y algunas de ellas han sido normalizadas por la CVC.

“Hay casos de estas derivaciones donde hay un mal uso del recurso. Por ejemplo, establecimientos de recreación que extraen agua del río de manera descontrolada —para piscinas naturales, chorreras, quebradas y otros—”, dice.

En relación con los ramales del río Pance que son utilizados para ornamentación considera que se desconoce si realmente hay suficiente caudal en el afluente para que se den este tipo de situaciones. “Y es que no solo es el Fenómeno de El Niño el que disminuye el caudal del río Pance, sino también la cantidad desviaciones que se hacen del río sin tener en cuenta que en la parte baja también hay comunidades que requieren de agua. Actualmente no se sabe a ciencia cierta qué capacidad tiene el río para soportar esas derivaciones. Por eso se habla de un mínimo vital que debe tener una cuenca”.

La académica argumenta que hay derivaciones del río Pance que datan de la época precolombina. “Y estaban en muy buen estado. Pero actualmente algunas están impactadas con el crecimiento urbanístico y el pastoreo, lo que hace que no exista un espacio de cobertura vegetal que las proteja y de esta manera el agua se evapora rápido. Y si no son manejadas técnicamente pueden causar inundaciones”.

Enfatiza que estas quebradas, que pasan dentro de los conjuntos residenciales, pueden ser un riesgo, “ahora la tendencia con el calentamiento global es que estos afluentes presenten más caudal en invierno y por lo tanto se pueden dar desbordamientos”.

Hugo Salazar, presidente de la JAL de la Comuna 22, advierte que muchos de esos ramales tienen más de 200 años. “Por ejemplo la derivaciones 4 y 5 sirven para acueductos de colegios y universidades y algunos ramales son empleados para regular las aguas lluvias. En la Comuna 22 hay 137 quebradas y no se pueden quitar de la noche a la mañana cuando existen desde hace muchísimos años. Esas desviaciones le dan posibilidad de vida a todo el sector para que se establezcan corredores ecológicos”.

Según Salazar, una gran mayoría de estos ramales terminan finalmente en los ríos Pance o Lili. (Lea también: Salvajina tiene suficiente agua para temporada de verano: CVC)

La CVC informa que ocho derivaciones grandes tiene el río Pance – de allí se derivan el resto de ramales-. “Hay cuatro acueductos colectivos que se surten de esas derivaciones. Pero además en todas ellas está incluido el uso ornamental, eso lo autoriza la ley”, reconoce un funcionario de la entidad.

Los acueductos que se surten de ellos son: El Retiro (sector de PriceSmart), Cañasgordas, Aprofinca y La Riverita (de Emcali).
Según esta autoridad ambiental, el caudal de agua que se puede extraer de cada ramal depende de la época del año y las condiciones del afluente. “Hacemos seguimiento continuo y el usuario es responsable del mantenimiento a la derivación dentro de su predio”, sostiene dicho funcionario.

El humedal Cañasgordas y otros casos de intervención

Quizá una de las mayores afectaciones ocasionadas por la intervención de estos ramales del río Pance es el del humedal Cañasgordas, donde 34.000 metros de este corredor verde fueron afectados por privados. “Ese humedal lo recuperamos. Una unidad residencial se apropió del cauce de uno de estos ramales poniendo en riesgo la estabilidad del espejo de agua”, narra Luis Alfonso Rodríguez Devia, director del Dagma.

Actualmente, tanto el humedal como el ramal que lo nutre están bajo protección de la autoridad ambiental.

Rodríguez Devia recuerda que actualmente el Dagma tiene abiertos procesos por afectaciones a los ramales del río Pance. “La mayoría de ellos porque no han hecho la legalización de sus concesiones –es decir que intervinieron los ramales sin los permisos de las autoridad ambiental- lo más común es que inician el trámite y no lo culminan correctamente. Por ejemplo, vamos a hacer un proceso de inspección y tienen una motobomba prendida sacando agua para llenar carrotanques, eso da para un proceso, porque si extrae agua de lo corriente del ramal afecta el caudal ecológico”, precisa.

Sostiene que desde la creación del Dagma (2001), este órgano no ha otorgado permisos para “sacarle” ramales del río Pance. “Muchos de estos predios que tienen quebradas y ramales del río Pance fueron comprados desde los años ochenta porque tenían esas acequias y en esa época la reglamentación no era tan estricta, por eso la compraban y parte de la belleza del predio radicaba en eso”.

Una práctica muy vallecaucana

Marcela Naverrete, doctora en ciencias ambientales y urbanismo y coordinadora del Observatorio de Conflictos Ambientales Urbanos de Univalle, explica que esta práctica de sacarle ramales a los ríos es muy acostumbrada en todo el país, pero sobre todo en el Valle del Cauca.
“Desviar los ríos para suntuosidades, al interior de predios privados, en el caso del río Pance, tiene unas implicaciones serias porque este afluente surte a varios acueductos”, precisa la bióloga.

La académica, explica, que los argumentos sustentados por algunos habitantes de la Comuna 22, que afirman que estos ramales del río Pance operan como corredores ecológicos, obedece a una excusa poco científica. “Lo que tenemos que asegurar es que la zona de protección del río Pance se conserve porque este sí es un corredor ecológico. Hay que dejar las conexiones naturales con los humedales, el resto son inventos de la gente”.

Según la mujer, la intervención de un ramal del río Pance afectaría todo el sistema, lo que puede llevar a la pérdida de especies animales y vegetales.

También en la ladera

La afectación de quebradas y acequias, así como la sustracción ilegal de agua de ellas, no solo es una actividad que se presenta en la Comuna 22. Según un informe previo de la Contraloría, en la Calle 2 Oeste con Avenida 7 Bis, fue intervenida la quebrada Buen Vivir.

Asimismo, en la Avenida 12 Oeste con Calle 7, la quebrada Bajo Aguacatal, que desemboca al río que lleva el mismo nombre, está invadida en su franja forestal protectora. Según el ente de control, también tiene vertimientos directos de algunas viviendas.

En la Quebrada El Indio, en la Urbanización Venezuela, en la zona de ladera, la Contraloría detectó la invasión de la franja.

Lavaderos ilegales

El Dagma también denunció que el agua de algunas de estas quebradas de la Comuna 22 están siendo utilizada, ilegalmente, para lavar taxis en la vía, por tal motivo realizan constantes operativos en la zona. “Algunos conjuntos me han pedido correr la cerca para proteger esas quebradas e impedir ese impacto ambiental, pero no puedo hacer eso porque les pertenecen a todos los ciudadanos”, manifestó el director del Dagma.

Pese a que estas quebradas y acequias no pueden ser intervenidas en su inicio y final sí se les puede hacer pequeños recodos (realinación) o ser empleadas para captación de aguas lluvias previa autorización del Dagma.

Para este tipo de intervenciones en el 2016 se solicitaron 13 permisos y en lo que va de este año ya van seis requerimientos en toda Cali. La mitad fueron hechas en la Comuna 22 y las restantes en el Oeste.
Para realizar esta intervención se debe presentar un plan de conservación ante la autoridad ambiental competente.

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