El portal www.clinicatrials.gov lleva la cuenta de los estudios que se están haciendo alrededor del mundo para tratar el nuevo coronavirus. Hasta el miércoles 15 de julio de 2020, iban 2592. A falta de una vacuna, que tardará meses, los científicos corren para encontrar el tratamiento que controle al Covid–19. Ensayan con aproximadamente 200 fármacos, pero las certezas sobre su efectividad todavía son escasas.

La doctora María Virginia Villegas Botero es médica internista, infectóloga, con una maestría en microbiología. No requiere de ninguna guía para citar dichos medicamentos. Sin embargo, antes de mencionarlos hace una advertencia: el Covid-19 es una enfermedad extraña que no afecta de la misma manera a todas las personas. Ya se ha dicho: la mayoría serán asintomáticos; otros tendrán síntomas leves; otros requerirían oxígeno. Los casos más graves, ventilación mecánica en una Unidad de Cuidados Intensivos.



—Es decir que cada persona requiere un tratamiento distinto; no todo el mundo necesita la misma receta. De ahí el problema de automedicarse. Tomar lo que no se debe según la condición de salud de cada persona puede ser más peligroso que el Covid–19 -advierte la doctora Villegas.

Hay pacientes, de hecho, que no requieren medicamentos. Son aquellos asintomáticos. Otros, los de síntomas leves, pueden tratarse como una gripa: acetaminofén para el malestar, líquido, reposo, y, como los asintomáticos, aislamiento. Siempre aislamiento para evitar propagar una enfermedad que a estas alturas de la pandemia, 19 de julio de 2020, se diseminó en las 22 comunas de Cali.

La clave para vencer el virus sería poder determinar al inicio de la enfermedad quién evolucionará con síntomas leves y quién no, para tratarlo a tiempo, y encontrar un medicamento que disminuya o elimine la carga viral. Pero hasta el momento nada de eso es posible.

Los fármacos contra el Covid–19, de los que se tiene hasta el momento evidencia científica sobre sus beneficios, entonces, se suministran en casos muy puntuales: cuando el paciente requiere oxígeno, o cuando requiere algo más sofisticado: ventilación mecánica.

— A los pacientes con dificultades para respirar se les suministra dexametasona. Solo en ese momento. Antes no. Actúa como antiinflamatorio e inmunosupresor. Es decir: la función de la dexametasona es bajar la inflamación que hace el cuerpo como respuesta al virus, y eso significa disminuir las defensas que causan esa inflamación. A pesar de que las defensas están para proteger, en el caso del coronavirus en algunos pacientes lo que hacen es inflamar el pulmón a tal punto que se puede dañar, y en otro grupo de pacientes hasta genera la llamada Tormenta de Citoquinas: las células inmunológicas atacan los pulmones en forma muy intensa. Por eso, si la dexametasona se da tempranamente, o en pacientes que no lo requieren, el efecto es que, al bajar las defensas, el virus se replicaría y aumentaría la carga viral, empeorando la enfermedad. Hay un momento exacto para suministrar estos fármacos, y unas condiciones de salud. Insisto: en el caso del Covid–19 nadie se debe automedicar– dice la doctora Villegas.

Según los estudios científicos, la dexametasona ha disminuido la mortalidad en los pacientes con Covid–19 que requieren soporte de oxígeno y ventilación mecánica. Pero no es lo único.

A los que padecen la Tormenta de Citoquinas se les suministra Tocilizumab, un medicamento utilizado para tratar la inflamación que genera algunos tipos de artritis como la reumatoidea. En los pacientes con Covid–19, alivia la Tormenta de Citoquinas, por lo que la mortalidad disminuye. El problema es que es una droga costosa. Cada ampolla de Tocilizumab cuesta entre 500 y 600 dólares, y en los pacientes con coronavirus se requieren tres.

Los científicos también ensayan medicamentos antivirales, y algunos han sido motivo de buenas noticias, aunque no del todo.

— El antiviral que tiene los mejores resultados hasta el momento es el Remdesivir, pero solo está disponible en Estados Unidos –comenta el doctor José Oñate, presidente de la Asociación Colombiana de Infectología.

La razón de que el medicamento solo esté disponible en USA (y algo en el Reino Unido y Alemania) se debe a razones políticas. Donald Trump logró un polémico acuerdo: en los próximos tres meses, el suministro mundial de remdesivir, producido por la farmacéutica Gilead Sciences, será enviado a Estados Unidos. Los pobres parecieran siempre condenados.

Según un documento del Ministerio de Salud de Colombia, el mecanismo de acción del remdesivir consiste en bloquear la replicación del coronavirus. “Esto significa que, por acción del medicamento, el virus deja de reproducirse permitiendo al sistema inmune combatirlo y al cabo de los días observarse una mejoría en la condición de salud en la persona con Covid-19”.

Además, los pacientes hospitalizados con coronavirus y tratados con remdesivir redujeron su tiempo de recuperación en cuatro días, pasando de 15 a 11 días, según un ensayo clínico estadounidense.
El favipiravir, de otro lado, es un antiviral utilizado en Rusia “y aparentemente tiene buenos resultados”, dice el doctor Oñate, el presidente de la Asociación Colombiana de Infectología. Se trata del primer medicamento aprobado por el Ministerio de Salud ruso para hacer ensayos contra el Covid-19. En teoría reduce la carga viral “hasta niveles no infecciosos”, aunque aún no hay publicaciones internacionales que verifiquen estos resultados.

Hay medicamentos en cambio que prometían combatir el Covid–19 pero que resultaron más peligrosos que la enfermedad: la hidroxicloroquina y el lopinavir/ritonavir. Algunas de estas drogas se usan para tratar la malaria y el VIH.

En un estudio que revisó los registros clínicos de 671 hospitales, publicado en la revista The Lancet, y que incluyó el análisis de 96.031 personas con Covid-19, se determinó que el uso de cualquiera de estos medicamentos estaba asociado a una mayor mortalidad. Y sin embargo, aún se ofrecen en redes sociales en forma de ‘kits contra el covid’ que algunos siguen comprando.

— No es que esas drogas sean malas, sino que hay que escoger muy bien a quién se les suministra, por qué motivo y hacerle un seguimiento médico. En este sentido, los resultados sugieren que no hay un beneficio del uso de estos medicamentos en el Covid-19, por el contrario, su uso se asoció a un mayor riesgo de morir debido a que son fármacos que pueden generar problemas cardiacos dependiendo, repito, del paciente al que se le suministre – dice el doctor Óscar Gutiérrez, profesor asociado de farmacología de la Universidad del Valle.

La ivermectina, comenta el profesor, también se debe suministrar bajo seguimiento médico.

— ¡No es agua!

Se trata de una droga indicada para tratar parásitos, combatir los piojos o la ‘ceguera de los ríos’, una infección que provoca sarpullido y problemas de la vista, y que se comenzó a utilizar en Cali en un ensayo clínico contra el Covid-19, lo que quiere decir que tiene supervisión médica. Pero hasta el momento no tiene una evidencia científica comprobada frente al coronavirus. En el mundo ideal, explica el doctor Gutiérrez, el “estado de oro” para recomendar un fármaco son las investigaciones que comparan el medicamento en estudio contra un placebo. Eso quiere decir que a una persona se le da la droga en estudio, y a otra un placebo, el cual es una droga que luce igual que el medicamento en análisis pero que no contiene la sustancia activa, para comparar los resultados y determinar si el medicamento en realidad es efectivo o no.

— El problema es que en esta pandemia, donde no hay una sola droga que sea considerada efectiva al 100 %, hacer una investigación con placebo no es tan fácil. La persona que le toca por suerte el grupo de placebo estaría condenada a pasarla muy mal, aunque se podría hacer en pacientes que no tienen síntomas tan severos. Pero en definitiva lo que hay hoy en el mercado son evidencias del uso de drogas utilizadas para otros fines distintos al Covid-19, pero que han evidenciado efectos positivos contra este. No son las drogas milagrosas, pero es mejor que nada. Es lo que sucede con la ivermectina.

La ivermectina –si funciona- pretende solucionar un problema: a quien resulta positivo de coronavirus le ordenan aislarse en la casa, y volver al hospital solo en caso de que se agrave, y agravarse significa que los síntomas respiratorios o generales empeoren. La ivermectina, en cambio, detendría el desarrollo de la enfermedad hasta esos estados graves (eso es lo que está en estudio) pero el profesor Gutiérrez aclara: no significa que evite la infección, sino que la hace menos fatal. Las medidas de precaución contra el virus no se pueden relajar: distanciamiento, lavado de manos, uso de tapabocas.

—La ivermectina es una droga que tiene pocos efectos colaterales. Son muy raros y relativamente benignos: mareos, debilidad, gastritis. Sin embargo, se debe hacer un seguimiento para consumirla. La dosis depende de factores como el peso del paciente, su condición médica, las otras drogas que esté tomando. Aunque no sea muy tóxica, tampoco es agua. Por eso nadie se debe automedicar. En Cali ya se agotó y entiendo que están comprando la fórmula veterinaria, para perros, gatos y también para el ganado. No es que la droga veterinaria sea de menor calidad de la droga humana, pero se combina con moléculas diferentes que también pueden tener efectos colaterales.

La bióloga Vivian Andrea Perdomo Díaz, candidata a PhD e integrante del Grupo de Investigación en Genética Molecular Humana de la Universidad del Valle, considera incluso que aún se está lejos de comprobar si la ivermectina es efectiva contra el Covid–19.

—Los ensayos con el medicamento que se hicieron en otros países se realizaron en sistemas controlados, es decir población controlada. No se sabe aún si los efectos positivos se deben a esos controles o al medicamento. Se debe tener precaución con el consumo masivo de esta droga, un cuidado extremo, sobre todo en adultos mayores. Hay mucho por estudiar.

La doctora María Virginia Villegas piensa algo similar. Como especialista en infectología, se opone a la masificación del consumo de ivermectina “hasta que no exista un estudio que demuestre que la población se va a beneficiar frente al coronavirus y porqué”.

De lo contrario, agrega, sería crear una falsa sensación de curación que puede ser peligrosa: algunos podrían dejar de acatar las recomendaciones de distanciamiento físico, de lavado de manos, de uso de tapabocas.

Así las cosas, no hay ningún fármaco con evidencia científica que evite que nos contagiemos de coronavirus, o que garantice que la enfermedad no nos enviará a una UCI. Apenas hay “indicios”.

Mientras terminan los estudios, el doctor Javier Torres Muñoz, director de la Escuela de Medicina de la Universidad del Valle, recomienda no fumar, ni siquiera cigarrillos electrónicos, y hacer ejercicio, lo que puede mejorar la condición pulmonar frente al coronavirus.

También sugiere comer sano, e incluir vitaminas como la D: se comprobó que los niveles inferiores de esta vitamina están relacionados con un mayor riesgo de infecciones y enfermedad pulmonar; también vitamina C, que reduce las tasas de daño del tejido pulmonar; y vitamina E, que reduce el riesgo de enfermedades respiratorias. Basta una dieta balanceada. El cuerpo es tan sabio, que si los niveles son los adecuados, las vitaminas extra que podamos consumir las desecha.

Pero sobre todo, dice el doctor Torres, lo más efectivo contra el coronavirus es lo que ya sabemos: mantenernos a distancia.

Otros tratamientos en estudio

“El coronavirus es principalmente un virus respiratorio, por esta razón comienza infectando la garganta”, explica el profesor Felipe García Vallejo, docente del departamento de Ciencias Fisiológicas de la Facultad de Salud de la Universidad del Valle, y miembro de número de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas Físicas y Naturales (silla 59).

Cuando el virus –continúa el profesor– entra a nuestro cuerpo (ya sea por los ojos, la boca o la nariz), se une a las células de la mucosa del fondo de la nariz y la garganta. Ese sería el primer contacto con el humano.

“En esta unión, el coronavirus puede penetrar la membrana de estas células. Ya una vez dentro de la célula, al igual que los demás virus, comienza a darle la orden de producir más virus. Esta es la forma exclusiva que tiene el virus de replicarse, puesto que, al ser un agente infeccioso microscópico no celular, solo puede multiplicarse dentro de las células de otros organismos. Una vez se produce la replicación de su genoma y se arman los nucleocápsides (partículas virales internas) salen de la célula infectada como virus infecciosos, la destruyen y comienzan a infectar a otras células. Se estima que cada virus que infecte una célula puede crear entre 10.000 y 100.000 réplicas (copias de virus infectantes). Cuando esto ocurre, el cuerpo se da cuenta de que el virus está allí y produce una respuesta inflamatoria para tratar de combatirlo. Así es como surgen los primeros síntomas: leve dolor de garganta y es posible que sintamos la nariz tapada”.

Después de esta fase inicial, agrega el profesor Felipe García, el Covid-19 se dirige hacia los conductos bronquiales de las vías respiratorias que llegan hasta los pulmones, donde produce una inflamación en las mucosas de estos conductos causando una irritación que produce tos. “Durante esta fase inicial se incrementa la respuesta inflamatoria, pues el cuerpo está combatiendo contra el virus y como consecuencia de ello aparece la fiebre. En esta fase se genera un malestar general con pérdida del apetito”.

Todo se complica aún más si el virus abandona el conducto bronquial y llega a los pulmones. “Allí causa una inflamación de los alveolos, que son los pequeños sacos de aire localizados en la base de nuestros pulmones donde a través de sus paredes se produce el intercambio gaseoso por el cual el oxígeno llega a la sangre, y de allí al resto del cuerpo. En el caso de la neumonía, el virus produce congestión y en algunos casos destrucción de las células alveolares, es en este caso cuando se diagnostica la neumonía severa causada por el Covid-19. Así pues, si hay una afectación importante del tejido pulmonar, como resultado, al paciente le resultará más difícil respirar y cuando el cuerpo no puede recibir oxígeno suficiente, debe ser hospitalizado y posiblemente necesitará que lo conecten a un respirador”.

Por ello los científicos buscan medicamentos que eviten que el virus entre a las células, o que impidan que se reproduzca en el cuerpo. Es lo que hace el Remdesivir, fabricado por Gilead Sciences.

Otro de los medicamentos que se están probando es el EIDD-2801, un antiviral que se usa contra la gripa, y que de momento se ensaya en laboratorio y con animales para determinar si es efectivo contra el coronavirus.

También se ensaya con plasma de la sangre de personas recuperadas del Covid–19, que en teoría ya han desarrollado anticuerpos naturales que pueden combatir la infección.

Igualmente en algunos hospitales de Estados Unidos investigan los interferones, unas moléculas que producen las células como respuesta a los virus, lo que activa al sistema inmune. Según un informe de The New York Times, “los primeros estudios, que incluyen experimentos en ratones y células, arrojan indicios de que inyectar interferones puede ayudar contra la Covid–19”.

Y quién lo creyera: para las personas que tienen dificultad para respirar se está recomendado algo tan sencillo como acostarse boca abajo. La posición ayuda a abrir los pulmones y mejorar la respiración.