Además de su atroz invasión de Ucrania, justificada con los argumentos más descabellados, Vladimir Putin está dirigiendo su dedo acusador contra sus propios compatriotas. Son los rusos que no están de acuerdo con la guerra donde ya han muerto miles de sus conciudadanos, a quienes acusan de traidores y son perseguidos por protestar contra ella.

“La escoria y los traidores”, “la quinta columna, los que ganan su dinero aquí, pero viven allá. Viven, no en el sentido geográfico, sino en el sentido de sus pensamientos, su pensamiento servil”. “Esa gente está lista para vender a su propia madre para que les sea permitido sentarse en el vestíbulo de su alta casta. Quieren ser de esa casta, imitarla en cada forma posible”. Son algunas de las frases de Putin, destacadas por la BBC de Londres como muestra de lo que está sucediendo en el interior de Rusia.

Así se refiere el Presidente de Rusia a quienes hacen negocios con Occidente, tolerados y muchas veces compartidos con él, y se atreven a levantar su voz contra lo que es una guerra injustificada. Los miles de ciudadanos del común que han expresado su rechazo a la invasión en las manifestaciones, son arrestados por las fuerzas de seguridad del régimen y poco se vuelve a saber de ellos, demostrando así su propósito de llevar a cabo la destrucción de Ucrania hasta tanto se pliegue a sus mandatos.

La mejor manera de mostrar que hay una oposición creciente en su país contra la invasión que decretó y la escalada de terror que arrasa con los Derechos Humanos del pueblo ucraniano y ha causado la muerte de miles de soldados rusos en ese país, es la reacción de Putin y sus amenazas contra cualquiera que se atreva a levantar su voz, transcrita por el medio británico: “Cualquier pueblo, y especialmente el pueblo ruso, siempre podrá distinguir a los verdaderos patriotas de la escoria y los traidores, y escupirlos como un mosquito que accidentalmente voló a sus bocas”. “Estoy convencido de que esta autolimpieza natural y necesaria de la sociedad solo fortalecerá a nuestro país, a nuestra solidaridad, cohesión y disposición para enfrentar cualquier desafío”.

Es la expresión del más burdo nacionalismo que silencia la inconformidad al estilo de los totalitarismos de Stalin o de Hitler en la primera mitad del Siglo XX. Inconformidad que ya ha penetrado a los ejércitos que están desplegados en Ucrania, causando atrocidades como el ataque a hospitales, escuelas o un teatro en la asediada ciudad de Mariúpol, donde han muerto centenares de civiles, mujeres, niños, ancianos. Y ha generado un desplazamiento que ya se calcula en diez millones de seres humanos que huyen de Ucrania evitando el holocausto.

Entre tanto, Ucrania realiza el más heroico esfuerzo por contener la embestida de uno de los ejércitos más poderosos del planeta, causando bajas y desmoralización en los invasores. Y aunque está clara la diferencia en su poder de destrucción, la negociación será la manera de terminar esa guerra, y de darle a Vladimir Putin la oportunidad para evitar que se devuelva en su contra, la reacción de quienes él llama “enemigos de Rusia”.