El pasado sábado terminó la carrera criminal del jefe de la más grande organización criminal de Colombia, y quien es considerado el gran enemigo público de nuestra Nación y uno de los más poderosos narcotraficantes del mundo. Es el final del poder y la amenaza que representaba el que hoy es un preso más a la espera de castigo por sus incontables y macabros crímenes.
Darío Antonio Úzuga, alias Otoniel, es el nombre de quien durante quince años formó y comandó el ‘Clan del Golfo’, o ‘clan de Urabá’, o como quiera llamarse la organización que montó para producir drogas ilícitas en casi todo el territorio nacional, y para exportarlas mediante alianzas que cubren gran parte de la geografía mundial. Su poder era tal que manejó gran parte del microtráfico y tuvo guerras sangrientas contra sus competidores las Farc, el Eln y cualquiera que se atreviera a desafiar una empresa criminal que llegó a tener 12.000 integrantes, entre los cuales se cuentan miles de niños y jóvenes reclutados al estilo de las guerrillas y grupos paramilitares a los cuales perteneció.
En los inicios de su trayectoria criminal, ‘Otoniel’ fue miembro de las Farc, luego del paramilitarismo y al final montó el cartel con el cual estigmatizó y azotó a su región nativa, para luego extenderse por Colombia, explotando también una enorme red de compradores internacionales de las centenares de toneladas de cocaína que producía, mientras usaba el terror para someter a millares de colombianos y desafiar a las autoridades. A tal punto llegó su amenaza, que hace unos años se elaboró una ley con la cual se pretendía negociar y facilitar su entrega, lo que no ocurrió debido a su arrogancia.
Su amenaza llevó a los Gobiernos y a la Fuerza Pública a organizar lo que fuera necesario para dar con su paradero. Fue la Operación Agamenón que permitió capturar o dar de baja a muchos de sus colaboradores cercanos, a los familiares que se le unieron en su trayectoria criminal, y a centenares de integrantes de una de las organizaciones más peligrosas y más crueles en la historia colombiana.
Gracias al Ejército y la Policía Nacional, Úzuga está hoy tras las rejas luego de seis años de intenso y constante acoso por la región comprendida entre los departamentos de Córdoba, Chocó y Antioquia.
Fueron seis años de cacería incesante que ayer dieron el fruto esperado, otra demostración más de la capacidad de los soldados y policías colombianos para enfrentar al delito. Y una prueba de que ningún criminal por poderoso que sea puede escapar de la mano del Estado cuando sus autoridades se comprometen a combatirlos.
Alias Otoniel está hoy en una cárcel, la inmensa riqueza que movió apenas le sirvió para huir entre las selvas y a duras penas satisfacer sus depravaciones. Hoy es un preso más, a la espera de que le definan su futuro, mientras su organización, debilitada por la persecución de la cual ha sido objeto y por la captura de su máximo cabecilla.
Lo que sigue es continuar la lucha contra el ‘clan del Golfo’ y todas las empresas criminales que viven del narcotráfico y llenan de miedo, luto y miseria a Colombia.