"La amenaza del ELN es inadmisible. Como debe condenarse el abuso que cometen los dirigentes de esa guerrilla con el nombre de Camilo Torres Restrepo".
Durante los dos próximos días, Colombia estará expuesta a la amenaza del ELN, con terrorismo incluido. Serán horas de tensión que parecieran superadas en un país en el cual se habla de paz, se ofrecen diálogos y negociaciones que ese grupo aprovecha para incrementar su violencia. El grupo armado ilegal llamó para armado en 10 departamentos a su amenaza. Y lo proclamó dizque en homenaje al padre Camilo Torres, a quien hace cincuenta años llevó a la muerte, aprovechándose de su sensibilidad social y su equivocación al creer que las soluciones a los graves problemas sociales que vivía el país en ese momento se podían resolver con las armas y la destrucción. Medio siglo después, los hechos demostraron que no era así. Y que la rebeldía contra la injusticia o la construcción de la democracia no se logran mediante la muerte, el terrorismo y la delincuencia que mezcla el narcotráfico con ideales políticos, como lo hace el ELN. Sin duda, Camilo fue en su momento el símbolo de la protesta contra la injusticia, consiguiendo una audiencia que lo transformó en figura destacada dentro de la izquierda colombiana. Pero también era un sacerdote católico. Su consagración debería haberlo llevado a predicar la igualdad y a combatir la injusticia por métodos pacíficos, evitando el derramamiento de sangre de su prójimo. Muchas debieron ser sus razones personales, ideológicas y políticas para abandonar su apostolado. Pero se equivocó al escoger el camino de la violencia. Y lo aprovechó el ELN, llevándolo al sacrificio, sin importarle su poca capacidad para hacer la guerra, según testimonios serios de la época. Por eso murió en su primer combate contra las Fuerzas Armadas que tenían y tienen el deber de proteger a la Nación de la demencia terrorista. Por eso, el responsable de la muerte de Camilo no es el Estado ni los militares que lo dieron de baja en un combate: fueron los dirigentes y fundadores del ELN, que como lo hicieron con muchos otros líderes estudiantiles de entonces, lo sacrificaron para después explotar su memoria.Ahora pretenden paralizar al país, dizque para conmemorar ese sacrificio. Amenaza inaceptable basada en una mentira con la cual se ha manchado la memoria de quien es recordado por su compromiso como sacerdote católico con la solución a los enormes problemas sociales de Colombia y no por su fugaz lucha armada. Y es un llamado a la Fuerza Pública para que enfrente con decisión lo que es una inaceptable y anacrónica manera de demostrar un poder que no tiene el ELN, en momentos en que el Gobierno Nacional le ha ofrecido por enésima vez el diálogo. Esa amenaza es inadmisible. Como debe condenarse el abuso que cometen los dirigentes de esa guerrilla con el nombre de Camilo Torres Restrepo. Por ello, las autoridades y la Fuerza Pública deben hacer lo necesario para impedir que los métodos atroces sean usados contra los colombianos por un ínfima minoría a la cual el Estado le ha ofrecido en vano la paz negociada. En ese empeño está comprometida la posibilidad de superar la violencia como instrumento político.