Un crecimiento del 8,3% del Producto Interno Bruto en el mes de febrero, indica a las claras que la economía colombiana va bien. Lo que no debe distraer el esfuerzo que debe hacerse para controlar y reducir los efectos de la inflación y del desempleo en los bolsillos de los colombianos y en el clima social de la nación.

La cifra de febrero significa un incremento sobre la registrada en enero, que fue del 7,8%, lo cual demuestra que la tendencia iniciada a mediados del 2021 es sólida y da grandes expectativas, que se traducen en el regreso de la inversión extranjera, entre otros aspectos. Confianza y empuje parecen ser las características que muestra Colombia, contrastando las contracciones y especulaciones pesimistas de la economía mundial, basadas casi todas en el impacto que está produciendo la invasión de Rusia a Ucrania y el aumento de los precios en los productos energéticos, en especial, en el petróleo, el gas y sus derivados.

Por supuesto, el crecimiento es menor al logrado en diciembre del 2021, cuando alcanzó la cifra récord de 11,9%, culminando el año con el 10,1%. Pero sí se puede ver que de manera consistente se presentan crecimientos en sectores duramente reprimidos como comercio, turismo en los ramos de transporte y alojamiento, que crecieron el 6,4%, o la reactivación que han reflejado las actividades culturales y de diversión, dos de los sectores más golpeados por la pandemia y las medidas que el Estado debió adoptar para controlar el contagio.

Igual ocurre con la construcción y las manufacturas, que, aunque pierden protagonismo, aún mantienen un 6,1% de crecimiento, la tendencia que demuestra a las claras que todos los sectores se están expandiendo, lo que a su vez se traduce en la rebaja paulatina de los índices de desempleo. No obstante, debe reconocerse que la tasa de personas sin empleo, reportada por el Departamento Nacional de Estadística en 14,6% afecta aún a millones de hogares que no tienen cómo generar ingresos, lo cual presiona entre otros aspectos la necesidad de mantener los subsidios oficiales.

Pero la preocupación más grande es la tasa de inflación, que se trepó en 1,63% en el mes de febrero para un 8,01% durante los doce meses anteriores. No sobra repetir que ese es el peor impuesto a las familias de menores ingresos, en la medida en que afecta con mayor rudeza los rubros de alimentos y productos de primera necesidad, los que más pesan en la canasta de esos hogares. Aunque es un fenómeno mundial y en él influyen factores externos incontrolables, también debe tenerse cuidado al aplicar remedios como el alza en las tasas de interés que autoriza el Banco de la República, pues el exceso puede frenar la reactivación que necesita el país.

Puede decirse entonces que la economía colombiana va por buen camino, aunque aún existen graves problemas que deben ser enfrentados con decisión. En medio de una campaña presidencial particularmente agitada y de las turbulencias que afectan al mundo satisface que la confianza y el trabajo permitan mantener un ritmo que ofrece posibilidades ciertas para salir adelante.