He vuelto al placer de pedalear. Tras muchos años de abandono, mi vieja bicicleta salió de un oscuro sótano y regresó a las calles de Cali para encontrarse con ciclorrutas que conectan los cuatro puntos cardinales de la ciudad, solo hay que saber usarlas y encontrarlas.

Por eso aplaudo el esfuerzo que hace la Administración Municipal por crear una cultura de la bicicleta y fomentar el uso de las ciclorrutas con nuevas alternativas como el carril exclusivo de la Avenida Segunda Norte que conecta el parque lineal del río Cali con el Bulevar del Río y permite seguir hasta el Zoológico.

Eso sí: no falta el motociclista ‘avispado’ que invade estas rutas exclusivas para evadir las trancas, que se ven absurdas desde la fluidez de la bicicleta. Cali se presta para ir a todas partes en dos ruedas, tiene el clima perfecto, es plana, cada vez hay más vías exclusivas para las bicicletas y más cultura de biciusuarios.

La ‘ciclovida’ caleña tiene la misma edad que la de Bogotá y recientemente se extendió hasta el extremo norte de la ciudad, alcanzando los 58 kilómetros cada domingo.

Actualmente, Cali cuenta con 110 km de ciclorrutas construidas y la meta en los próximos años es llegar a los 200, la obra más reciente son los 5,1 kilómetros de la ciclorruta de Pance; sin embargo, hay que seguir trabajando en la cultura de la bicicleta como medio de transporte más allá de lo recreativo y lo deportivo. La ‘cicla’ también es un vehículo para la salud física y ambiental, silenciosa en una ciudad estruendosa, amigable con los espacios invadidos de motos y carros parqueados sobre andenes y separadores.

Fomentar la ‘bicicultura’ es crear una alternativa de transporte, que a propósito ya se encuentra integrada al Mío con los parqueaderos para bicicletas en las grandes estaciones del sistema, donde se pueden dejar estacionadas sin problema.

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Posdata: mis deseos más fervientes para el Niño Dios en esta Navidad: una alternativa de centroderecha que nos salve de los populismos de izquierda y derecha representados en los señores Cepeda y de la Espriella (perdemos con cualquiera de los dos) y un milagro que saque al Cauca de la postración en la que lo tienen los grupos narcoterroristas.