La carta pública enviada por María Jimena Duzán al presidente Petro generó una gran polémica, al punto que destacados médicos psiquiatras, como Carolina Corcho, o que conocen mucho de cambios bruscos de comportamiento y de partido como Roy Barreras, intervinieron en defensa del paciente Petro. Hubiéramos deseado que la defensa del presidente-paciente la hubiera hecho un siquiatra que no hubiera estado en la nómina de este gobierno, pero lamentablemente no se dio. Esperemos, seamos pacientes, de paciencia, no del diván, del profesional del comportamiento mental. De todos modos quedó la duda: Padece nuestro presidente una adicción que le afecta su comportamiento cotidiano, ¿es esa la razón de sus ausencias? ¿O lo exótico de sus presencias?

El Presidente se precipitó a aclarar que su única adicción es al café mañanero. Me puse a investigar que otras adicciones han estado mencionadas en nuestros líderes y una de las sorpresas es que casi todas las adicciones empiezan por la letra ‘C’. Algunos ejemplos:

Adicción a la cocha: Es la misma dependencia del licor. Entre más arriba se esté más costosa es. En mi infancia veíamos alcohólicos que combinaban alcohol barato o diluyentes de carpintería con Kola Román. Se les llamaba piperos y morían en las calles. Hoy, en los altos círculos del poder hay obsesión por Whiskies de alto renombre, afición a la cual no se escapan ni los dirigentes de la guerrilla del Congreso. Es famoso su culto por el destilado escocés de largo añejamiento. Nuestros líderes, con sus narices rojas, no mueren de ‘pipo’, sino de cirrosis.

Adicción a la coca: Cada vez es más amplia la lista de fármacos que hacen parte de esta afición. Hasta hace poco, destacados ejecutivos ingresaban a los baños fundidos de la ‘juma’ y regresaban como nuevos con la nariz empolvada. Algunos ingenuos en la mesa creían que era cistitis, pues el líder iba demasiado al retrete, hasta que el desgaste del tabique nasal, o su comportamiento anormal y otros síntomas, evidenciaban el consumo de alucinógenos. Las drogas sintéticas hoy están haciendo más daño y acercándolos a un deprimente final.

Adicción al sexo: Digo que por ‘C’ pues vemos personajes adictos a las colas y a las cucas. Es increíble cómo algo tan maravilloso como el sexo, convertido en adicción, termina transformando la personalidad, las relaciones afectivas, el respeto, la disciplina empresarial. En la picaresca colombiana se recuerda un presidente que no podía ver una falda sin mandarle la mano. Dicen que en Cúcuta se equivocó y puso la mano en las piernas de un obispo.

Del expresidente Valencia un 30% se menciona su obra de gobierno, el otro 70% es sobre sus retozos tras féminas de diferentes orígenes. Cuando el apartamento en el que vivían los gobernadores estaba en el mismo palacio de San Francisco, recuerdo a la señora de un gobernador exigiéndole a su marido que, como condición a vivir allí, cambio total de colchones, pues las historias eróticas de su antecesor eran múltiples. También hay anécdotas de adicción por personas del mismo sexo, e incluso hay historias de Drag Queens. Transformación total.

Adicción a las coimas: Es la obsesión por el dinero. No pueden pensar en una obra de gobierno, sin hacer cálculos del ‘ceveye’. Estas obsesiones son a veces compartidas por familias completas e incluso desde antes de campaña.

Y así podemos hacer una lista más larga, pero volviendo al tema inicial, la gran preocupación es que en esta diversidad de adicciones está muy repartida la opinión sobre cuál creen que es la que tiene Petro. Esta polarización de opiniones en tan diversos vicios yo nunca la imaginé.