Sucedió en un rincón del país, en medio de la naturaleza y la tranquilidad; donde las voces se escuchan nítidas y auténticas, ausentes del bullicio y las discusiones diarias. Sus protagonistas: 42 mujeres defensoras de la paz y la naturaleza, que desde sus territorios cuidan la vida y hacen posible ese país olvidado.

Durante tres días se dieron cita para contarse y escribir juntas esa manera en la que les gustaría que su existencia se abordara. Que las palabras con que las describen diesen razón de lo que les ocurre, lo que les duele, lo que construyen; que los micrófonos y las cámaras las aborden entendiendo sus contextos y sin sentirse amenazadas; que sus relatos estén protegidos porque hay responsabilidad y, sobre todo, sensibilidad para comprender los riesgos que pueden acecharlas.

Aquel encuentro estuvo precedido de un desplazamiento que en muchos casos incluía el transporte veredal y varios vuelos para llegar al punto del encuentro. Muchas iniciaron y finalizaron la travesía con los días extra que conlleva salir y volver a sus hogares. Y junto a ellas también viajaban hombres, que se han unido a sus causas.

La fotografía de esta juntanza es la más fiel representación de una Colombia real, donde las nombradas capitales se desplazan y los territorios aparecen en primer plano, la Guajira, Montes de María, El Salado, Apartadó; el Pacífico con voces de Guapi y Tumaco; el Cauca y sus municipios indígenas y afrodescendientes; el Magdalena Medio y sus realidades; el Putumayo, Nariño, los Llanos Orientales y muchos más.

Sus voces sabias, ancestrales y puras, dieron fe de sus vivencias, de las cicatrices que su trasegar han dejado en ellas; de la fuerza que las habita para seguir adelante; de sus luchas diarias para defender la vida, sus derechos, los ríos, los árboles, la tierra. De sus procesos y reinvenciones que van más allá de manuales recitados; del poder de una narrativa sincera, libre de cosmética y escrita con el corazón y la fuerza.

Fue maravilloso estar con ellas, escucharlas, sentirlas y comprender lo que solo se logra en un diálogo. ONU Mujeres, con el apoyo de las embajadas de Noruega y Alemania, hicieron posible este encuentro para que las mujeres que hacen parte de los proyectos Profedensoras de Derechos Humanos, Mujeres Cambiando su Mundo y las Firmantes de Paz se encontraran para cocrear un manual de periodismo, que a finales de noviembre llegará a las salas de redacción, como parte de la estrategia Comunicar para Proteger.

Lo que no se cuenta o se cuenta mal, las expresiones justas y no las que elaboramos desde la ignorancia; la manera de representarlas en imágenes, las historias de esa Colombia que mantiene oculta, invisible, cuando en ella hay muchas más personas que las que acceden a la vida pública. No hacemos bien la tarea, no retratamos el espejo completo; nos conformamos con una agenda de notables que se repiten día a día. Y si alguna vez miramos a esa otra Colombia, es porque algo pasó; entonces irrumpimos en ella, prendemos las luces, escribimos e informamos, para luego desaparecer, en un ejercicio repetitivo y carente de humanidad.

El regreso a sus territorios quedó registrado en fotos y palabras en un grupo de WhatsApp, para saber que llegaron con bien y que había tanta gratitud e ilusión por lo vivido, y por esa posibilidad de seguir construyendo, que es lo mejor que saben hacer. Que su energía bonita, que alimenta de esperanza, siga abrigando a su gente, que es la nuestra. Gracias a ellas, porque sus historias que florecen en el silencio se transforman en semillas de vida y dignidad para todo un país. @pagope