Que tener un buen Congreso es tan importante como elegir un presidente eficaz y serio lo hicieron evidente las tentaciones autoritarias de Petro y su nefasto gobierno.

Así como las Cortes han cumplido un papel fundamental en la defensa de la Constitución y la ley, el Congreso le ha puesto freno al grueso de los desvaríos legislativos de la izquierda que mal gobierna y roba desaforadamente en este gobierno y ha hecho alguna tarea de control político, aunque no tan juiciosa y efectiva como fuera deseable.

Es verdad que hubo parlamentarios que se vendieron por algunos contratos y unos miles de millones al gobierno, que no dudó en montar una pestilente operación de saqueo de la Ungrd y otras entidades con ese propósito, y que partidos como el Liberal y el Conservador le jugaron a Petro al inicio de la legislatura. Pero no es menos cierto que ambos partidos se fueron desmarcando en la medida en que se hicieron inocultables los muchos errores y horrores del gobierno. Con todo, esos partidos están fraccionados y algunos jugándole a Petro.

También es cierto que el único partido consistente y sólido en hacer oposición a Petro ha sido el Centro Democrático. Con argumentos, la bancada del CD ha asumido las banderas de la oposición y ha asumido sin ambigüedades la defensa de la democracia y de las libertades.

Si este Congreso ha sido importante, el próximo será vital. Y lo será tanto si el presidente que llega es un demócrata como si fuera Cepeda. Formado en la línea dura del partido Comunista y familiarmente cercano a las Farc, es mucho más radical que Petro y, él sí, inteligente y metódico. Con cuatro años más de izquierda en el gobierno, los males serían incalculables y el riesgo de perder la democracia una certeza.

En la próxima legislatura los demócratas debemos contar con una mayoría amplia y suficiente, que nos evite el peligro de quedar en manos de algunos mercenarios que, al estilo de Roy y Benedetti, están con cualquiera que ocupe la Casa de Nariño y cambian de ideas como de ropa interior. Al servicio de sus intereses personales y no de los de la Nación, se venden por tres puestos y algunos millones. Si con esos mercaderes de la política la izquierda hace mayoría, perderemos el país.

Necesitamos, en cambio, parlamentarios bien formados, ideológicamente sólidos y consistentes, honrados y transparentes. Y con temple, que se necesitará y mucho, tanto para encarar la reconstrucción del país que nos dejan en ruinas y devolverle la esperanza a los colombianos, como para servir de freno y contrapeso a una Presidencia que tiene demasiada capacidad de hacer daño.

El Centro Democrático, su comité de notables, su director Gabriel Vallejo y el presidente Uribe, me han ofrecido el segundo renglón en su lista para Senado. Un honor y un gesto de confianza que agradezco y he aceptado. Es momento de servir a la Patria con carácter, generosidad y disciplina.