Dejemos una cosa en claro: en este país del Sagrado Corazón de Jesús, no son fáciles muchas cosas. Es una población, en líneas generales violenta, de gente rapaz, salteadores de caminos y de ciudades e irrespetuosos. De justicia lenta, muy lenta, cuando no de injusticias. Es, en líneas generales, un pueblo bueno hasta para lo malo. Pero es el país que tenemos.
Ya no soy un político activo. Solo expreso mi opinión, apegado a la verdad. Entiendo que eso es lo más importante que un ciudadano con experiencia y conocimiento de la historia puede realizar en defensa de su país. Así, pues, se oirá mi reproche ante las tropelías que ha desatado este gobierno petroskista, que aspira a ser dictadura y a conducirnos por los caminos ominosos de un comunismo, que el mundo y la historia han rechazado y hoy repudia con conocimiento de causa, de las infamias dictatoriales de un tal Maduro en Venezuela, quien era motorista profesional de un bus y ahora es archimillonario, como lo son los esposos Daniel Ortega y su abominable mujer en Nicaragua y fueron los hermanos Castro en Cuba, conjuntamente con quienes continuaron la tarea, encabezados por Miguel Díaz-Canel.
Todos ellos se han enriquecido levantando sus diarias letanías contra la gente que da trabajo con su propia industria y hacen posible que se viva mejor. Pregonan democracia y son los primeros antidemócratas por el largo tiempo de sus vidas.
En Colombia, sin duda alguna y antes del infortunio de este Petro, el angurrioso, el derrochador y al mismo tiempo el trasnochador vicioso, la democracia ha mejorado notablemente el campo de la salud, ahora destruido por el régimen; al igual que en el terreno de la educación con muchas universidades que crecen para sacar adelante a la nueva juventud. Así mismo ha ocurrido en el terreno de las vías y hoy cubren el país modernas carreteras de muchos carriles y puentes de varios niveles. Igual cosa cabe decir en el campo de la vivienda, ampliada y sin tugurios. Esos esfuerzos han sido desconocidos por el gobierno actual, que solo busca votos mediante la entrega de comprometidos beneficios directos pero transitorios, para su propia proyección indefinida. Y lo dice sin tapujos el gárrulo presidente narcisista, que aspira a que su sistema se proyecte como el de los citados dictadores de la izquierda. Es un sistema que se organiza con odio y bravuconería.
Que hemos progresado, solo se atreve a negarlo el infundio petroskista. Que había una sociedad pujante antes de que cayera en sus manos, también es otra evidencia, que resalta el contraste de aquel que hoy quiere una nueva reforma tributaria para repartir dinero en una compra general de votos. Dueño además de la publicidad a su antojo, y de sus perdidas en París, en Roma y en Panamá, donde todos lo vimos tocar el trasero de su compañera, que más bien era un compañero.
Se diría que las cosas del placer podrían pasar, a pesar de que nadie puede pensar bien de un país donde su presidente aterriza en escapada en una casa de striptease en Lisboa. Pero no se puede pasar por alto que su exesposa entre a darse la gran vida en Estocolmo, cuando se está registrando la compra de aviones que dejan comisión non santa, que se podrían agregar a una ‘comisión’ de viáticos de la señora de los brincos.
Que Petro insulte y haga política contra la Constitución y la ley, son cosas de sus habilidades para ganarse el poder con discursos disolventes en los que jura que sigue la huella de Bolívar y dice asumir su misma personalidad. ¡Vaya, vaya!
¡Ah!, pero lo que resulta imperdonable es el último escándalo de los videos y grabaciones del tal alias Calarcá en los que compromete al general Juan Miguel Huertas, quien llegó a establecer un ‘pacto de no agresión’ con las disidencias de las Farc y les avisaba del sitio donde se había ordenado por el ejército un ataque a los principales productores de droga y violencia. A este personaje, excluido del servicio por malos comportamientos en el gobierno Duque, lo vuelve a vincular Petro para su propio beneficio incalificable, en el servicio activo.
Insulta con un megáfono en su país al presidente de los Estados Unidos, dizque para ser una ‘figura mundial’. Y alharaquea en Oriente Medio, mientras la Corte Electoral acaba de establecer que su campaña estuvo manchada por dineros sucios. Se ganó el rechazo de los Estados Unidos, para luego sentir que es una figura de la ‘lista Clinton’ él y su entorno cercano. La verdad es que todo esto apesta.