Recuerdo en la Primera Comunión que se entraba a la capilla, todas vestidas de blanco, organza, coronita y guantes, zapatos de charol que apretaban, y caminábamos, manos juntas, mirada recogida, escuchando la canción “Ya llegó la fecha dulce y bendecidaaaa, hoy es la mañana bella de mi vidaaaa”.
Hoy es la fecha en que se abre el telón y la Comisión de la Verdad da a conocer los resultados después de tres años largos de recorrer pueblos, veredas, escuchar y escuchar las voces que jamás han tenido la palabra, aquellas silenciadas por años, amedrentadas, ignoradas, las voces que destapan la historia dolorosa de la cual jamás se ha hablado.
La Verdad que irá destapando ese tupido velo que ha flotado sobre Colombia como una nube espesa, gris, embarazada de dolor.
Nube sangrienta. Nube negra, aunque las mañanas tengan sol y las noches luna y estrellas.
Caerán máscaras. Maquillajes que el carnaval colorido de mentiras tapó por décadas y se silenciaron los violines del Titanic para dar paso al rugir de las olas embravecidas del temporal eterno.
Me imagino que algunas resultarán incómodas, por decir lo menos. Pero la realidad es que no podemos iniciar una verdadera reconciliación y mirarnos cara a cara si no conocemos la verdad, la única que romperá cadenas y nos dará la verdadera libertad.
Cito una frase tremenda del sacerdote Francisco De Roux, ese apóstol, presidente de La Comisión de la verdad: “Si por cada víctima del conflicto colombiano tuviéramos que guardar un minuto de silencio, tendríamos que callar dieciséis años”, refiriéndose a la inhumanidad de esta guerra fratricida, la más larga del mundo, la más irracional, demente, inútil y salvaje, que nos anestesió ante el dolor y la sangre derramada a borbotones. Hornos crematorios. Fosas comunes. Desaparecidos. Desplazados.
El telón se irá abriendo lento pero continuo. Y si no somos capaces de estremecernos hasta el tuétano de los huesos y aceptar nuestra participación en esta historia dantesca, ya sea por acción, omisión, comodidad, temor, silencio, ya Colombia como país jamás tendrá futuro.
Cito de nuevo a Francisco De Roux, sacado el texto de un artículo suyo en Semana en el año 2020:
“En pocas décadas todos los que estamos nos habremos ido. La aplanadora de la muerte empareja nuestras estúpidas apariencias. ‘Pallida mors aequo pulsat pede': La pálida muerte pone su pie, igual sonríe a todos. Y el día que llegue, nadie se lleva nada. Nos vamos solos, sin tarjetas de crédito, sin carro, sin casa.
Iremos con lo que hemos sido en amor, amistad, verdad, compasión, y con lo que hemos sido en mentira, egoísmo, deshonestidad. Así enfrentaremos el Misterio y nos recordará o rechazará la historia”.
Abramos nuestros corazones y nuestras mentes para recibir con valor y humildad estas verdades y unámonos para jamás repetir estas historias.
Gracias Francisco De Roux, gracias Comisionados los que aún están y los que ya nos dejaron como Ángela Salazar y Alfredo Molano Bravo, que siempre vivirán en nuestros corazones.