Donald Trump y Joe Biden viajaron a Georgia para apoyar a sus candidatos en las elecciones de Senado que tendrán lugar este martes y cuyo resultado tendrá gran impacto en el nuevo mandato presidencial.

Dos meses después de los comicios, el magnate republicano sigue sin reconocer su derrota pese a las auditorías, los recuentos de votos y las múltiples decisiones de los tribunales que señalan lo contrario.

Incluso, en una llamada revelada por el Washington Post, Trump le pidió el sábado al encargado de las elecciones en Georgia “encontrar” las papeletas necesarias para anular su derrota en ese estado clave, lo que ha sido calificado por algunos como un nuevo Watergate, por las implicaciones judiciales que podría tener para el saliente Mandatario.

Hace 20 años que ese estado no elige a un demócrata para el Senado, pero si los candidatos Raphael Warnock y Jon Ossoff logran esa hazaña, cada fuerza quedaría con 50 escaños, por lo que la futura vicepresidenta Kamala Harris tendría el voto decisivo, inclinando la balanza hacia su lado y dejando atrás la actual mayoría republicana. 

Con pancartas electorales, autobuses de candidatos, persuasión puerta a puerta y mítines, dos meses después de las presidenciales Georgia recuperó así el ambiente de campaña nacional. Biden tomó la palabra en la capital Atlanta en la tarde y Trump habló en la noche en Dalton, circunscripción rural y conservadora donde la gente lo apoya más a él que a sus candidatos: Kelly Loeffler y David Perdue.

“Todo está en juego” en la elección de hoy, “el futuro de nuestro país”, aseguró Harris durante un mitin en Savannah, donde hizo campaña junto a los dos aspirantes demócratas.

Para los republicanos también se disputa el futuro de la Nación. “Somos el cortafuegos para impedir que el socialismo llegue a EE. UU.”, afirmó Kelly Loeffler en la ciudad de Cartersville.

Los sondeos muestran a los candidatos muy igualados: Ossoff se enfrentará a Perdue, mientras que Warnock competirá contra Loeffler.
Sobre el papel, los republicanos parten como favoritos en este estado conservador. Los demócratas se apoyan, sin embargo, en la victoria de noviembre de Biden, el primer triunfo para un miembro de este partido en Georgia desde 1992. 

Todos estos factores configuran una situación “verdaderamente muy ajustada para hacer un pronóstico”, subrayó el analista Trey Hood, especialmente porque el impacto de las revelaciones sobre la conversación de Trump con el responsable de las elecciones en Georgia es muy difícil de medir.

Audio sigue generando indignación

La difusión de una grabación del presidente Donald Trump, en la que le pide a Brad Raffensperger, el congresista republicano encargado de las elecciones en Georgia, “encontrar” las papeletas de votos necesarias para anular su derrota en ese estado sigue provocando indignación en Washington.

“No pasa nada por decir que habéis vuelto a contar” los sufragios emitidos, declaró el Mandatario, según una grabación de la conversación realizada a escondidas y difundida primero por The Washington Post.
“Solo quiero encontrar 11.780 votos (...) porque hemos ganado en ese estado”, dijo, a pesar de que la victoria de Joe Biden en Georgia, con 12.000 sufragios de ventaja, fue confirmada por un recuento y auditorías.

 Repitiendo sus acusaciones de fraude, rechazadas por los tribunales, el multimillonario republicano le dijo a Raffensperger que le habían robado las elecciones. 

“Sabéis lo que han hecho y no decís nada: es un delito, no podéis dejar que eso ocurra, es un gran riesgo para vosotros”, añadió.

Raffensberger, que estaba acompañado por un abogado del estado, no cedió: “Pensamos que nuestras cifras son buenas”.

El Partido Demócrata denunció inmediatamente presiones “potencialmente reprensibles” por parte del actual Presidente. 

“El desprecio de Trump por la democracia ha quedado al descubierto”, comentó el congresista demócrata Adam Schiff, que consideró las presiones “potencialmente reprensibles”, mientras su compañera Debbie Wasserman Schultz denunció el acto de “un Presidente desesperado y corrupto”.

 A su vez, el congresista republicano Adam Kinzinger pidió a los miembros de su partido que no sigan al Mandatario en su rechazo a los resultados electorales. “No podéis hacer eso, teniendo la conciencia tranquila”, escribió en su cuenta de Twitter.

Certificación de Biden

Un grupo de once senadores republicanos se opondrá a la certificación que el Congreso debe hacer del resultado de las elecciones en Estados Unidos, decisión que podría retrasar la confirmación de la victoria de Biden, pero no impedirla.

Hasta ahora, solo un senador, Josh Hawley, había manifestado su intención de cuestionar formalmente el triunfo del demócrata, un acto inusual que amenaza con exponer las tensiones dentro de los republicanos. 

”El Congreso debería nombrar inmediatamente una comisión electoral, con plena autoridad para investigar” un posible “fraude electoral”, dijeron en un comunicado siete senadores en funciones y cuatro recién electos, haciéndose eco de las acusaciones que el presidente Trump ha lanzado durante casi dos meses sin mostrar pruebas. 

Esta comisión “realizará una auditoría de emergencia de diez días sobre los resultados en los estados” en los que ambos candidatos se disputaban una victoria muy ajustada, propuso el grupo, encabezado por el influyente senador Ted Cruz, representante de Texas, que agregó: “Sin esta auditoría, “votaremos el 6 de enero para rechazar a los electores de los estados en disputa”. 

En EE. UU., el Presidente es elegido por sufragio universal indirecto. El Colegio Electoral, que funciona de intermediario, ratificó la victoria de Biden el 14 de diciembre, con 306 electores contra 232 de Trump. 

La certificación de esos resultados que hoy deberán hacer la Cámara de Representantes y el Senado ha sido visto como una mera formalidad, pero Trump instó a sus seguidores a manifestarse en Washington, por lo que la Fuerza Pública ha hecho un despliegue especial allí.

En la Cámara de Representantes, con mayoría demócrata, más de un centenar de republicanos planean votar en contra de la certificación, pero en ninguna de las dos corporaciones habrá suficientes votos como para que la estrategia del Gobierno saliente prospere, aseguran los analistas. 

”No somos ingenuos. Sabemos que la mayoría, si no todos los demócratas, y quizás unos pocos republicanos, votarán lo contrario”, reconocieron los once senadores en su comunicado.

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