Los hermanos Lebrón, en cabeza del maestro Ángel, le enseñaron a varias generaciones de caleños, mientras bailaban al ritmo de su son montuno, que “en la vida, cuando hay una alegría, por cada risa hay diez lágrimas”, y que “sin negros no hay guaguancó; la rumba, el guaguancó, la plena y la bomba, así se goza mejor”.

Los enamoraron con Cuídala, los desentusaron con Qué Pena, y hasta le dedicaron una canción a su Feria y a su título mundial de Capital Salsera.

Ángel Lebrón cuenta: “Cuando fuimos a Venezuela, ese país era bien salsero, pero a su ciudad le hicimos una canción: Cali es la Capital Salsera, y yo invité a Junior Jein (q.e.p.d.) a que la cantara con nosotros“. | Foto: El País

Inicialmente, la orquesta que subía la temperatura en las pistas latinoamericanas y que pregonaba: “¡Salsa y control!” la conformaron: Ángel, bajista, arreglista, compositor y director; José, piano, voz y arreglos; Carlos, bongó, percusión, voz y arreglos; Frank, conga y percusión, y Pablo Lebrón, sonero principal. Frank falleció en 2020 y los demás han seguido su camino artístico por separado.

Ángel, a sus 76 años, conserva la esencia de la agrupación original, junto a Orlando Hurtado, cantante principal desde hace más de doce años, y Jordy Vásquez, corista y segundo cantante principal. A ellos se suma una nueva generación de talentos: los hijos de Ángel Lebrón: América, de 17 años, corista y cantante principal de algunos temas, y Joel, de 11 años, pianista en curso y futuro heredero de la orquesta.

Ellos ofrecieron, el pasado 19 de diciembre, un concierto sin precedentes en el barrio Obrero. Y posteriormente, en el Salsódromo, al paso de su carroza, don Ángel y su orquesta fueron ovacionados. Y el 29 de diciembre se presentarán en el Teatro Jorge Isaacs, a las 7:00 de la noche.

Cali: Entrevista con Ángel Lebrón y su hija América Lebrón. foto José L Guzmán. EL País | Foto: El País

¿De dónde surgió el talento musical de los Lebrón?

José Feliciano, el intérprete de la canción que suena cada año: Feliz Navidad, es primo hermano de nuestro padre, Francisco Lebrón. Y los primos de nosotros, por parte de padre, todos eran guitarristas, cantaban música de trío.

¿Cómo fueron sus inicios?

Yo tenía 10 años y hallé una guitarra en la basura, estaba rota, en pedazos. Con mis hermanos cantábamos música R & B, como Marvin Gaye y James Brown. Me la llevé para la casa, le puse cintas y la monté. Y el hermano mío, José, se quedó con ella. Como a las dos semanas, mi papá y sus amigos jugaban cartas por plata en la casa; me dio una moneda de 25 centavos, y ahí me gané diez dólares y compré una guitarra al otro día. Ahí fue cuando empezamos a tocar.

América Lebrón ya se ganó el cariño y la aceptación del público caleño. Aquí, durante su presentación en el barrio Obrero, con la orquesta de Los Hermanos Lebrón. | Foto: El País

¿Cómo surgió la orquesta?

Bueno, yo la formé. Pablo tenía su propia agrupación, Sonora Arecibeña, un día el pianista de Pablo no fue, y se llevó a José, el que andaba conmigo era Carlos, y buscamos otro cantante, que cantaba los bugalú.

Empezamos a los 17 años, grabamos el primer disco y fue tremendo éxito, fue con bugalú y salsa, de ahí arrancamos y ya hace 58 años.

Les gustaron las canciones que preparamos y nos dijeron: “¿Ustedes pueden tener ocho temas para la semana que viene?”. Éramos cuatro en ese instante, Franky tenía como 6 años. Y ahí nació The Lebron Brothers o Los Hermanos Lebrón.

¿Qué hace que su orquesta no falte a una Feria de Cali?, ¿qué canciones son infaltables?

Los Lebrón y Cali tenemos un matrimonio de ¡uff!, desde 1979, que llegamos a Colombia, por Buenaventura, y vinimos a Cali y Barranquilla. La música de nosotros a los caleños le gusta porque tiene ritmo y les gusta bailar, y también las letras, porque dicen mucho para los pobres, para los negros —hablando con franqueza—. Por eso escribí Sin Negro no Hay Guaguancó, porque es la verdá. (sic), todos los latinos, así sean de tez blanca, tienen sangre negra. ¡Fiu! Son muchas: Diez Lágrimas, Llegamos, Pena y Dolor, Sin Negro no hay Guaguancó, Bongo Loco, Timbale... Rumba que es lo que les gusta a los caleños, a los colombianos.

Ángel Lebron, en su visita al Museo Planeta Salsa, de Oscar Jaime Cardozo. | Foto: El País

El origen del legado Lebrón

Lebrón es uno de los apellidos más reconocidos en el mundo salsero y alude a una familia musical originaria de Puerto Rico que en los años 50 se trasladó a Brooklyn, Nueva York: los hermanos Pablo, Ángel, José, Carlos y Frank Lebrón, quienes conformaron una orquesta.

En el año 1962 Ángel y José tuvieron su grupo: Los Eltones, mientras sus hermanos intentaban triunfar en el extranjero. En 1966 se creó Ángel Lebrón y su combo. Al año siguiente, luego de una audición, nació la orquesta Los Hermanos Lebrón; firmaron contrato y grabaron su disco: Psychodelic Goes Latin, el 4 de julio de 1967, en la fiesta de independencia de Estados Unidos. Durante más de 45 años permanecieron unidos, después cada uno siguió su camino por separado.

Quien preserva hoy el legado de la orquesta es Ángel Lebrón, el compositor de clásicos salseros como Diez Lágrimas, Cuídala, Sin Negro No Hay Guaguancó, Me voy de Viaje, Summertimes Blues, Pensando, Pena y dolor, y muchos más, abrió su corazón con El País.

“Me inspiran canciones: la vida, las cosas que me pasan, como en la que digo: ‘Junto a mis hermanos siempre estaré...’. Yo escribí eso pa’ los hermanos míos”.

¿Quiénes conforman actualmente Los Lebrón?

Original, yo; y están mi hija América y mi hijo Joel; también está mi otra hija, Corrine, que es cantante profesional (en este punto, don Ángel y su esposa me explican que Corrine se retiró de la música a los 21 años porque se enamoró y se casó. Le diagnosticaron cáncer, le subió al cerebro y le colocaron platino. Mantiene delicada de salud y eso le ha impedido que vuelva, ya la declararon libre de cáncer y su papá sueña con verla de nuevo).

Ángel Lebrón tiene nueve hijos, tres de ellos con su actual esposa, Jennifer Ramírez, quien es productora y manager. En la foto, atrás, su hija, América. | Foto: El País

¿Qué lo inspiró a escribir Diez Lágrimas?

Cuando mi papá se murió, yo iba a casa de mi mamá todas las mañanas, para ver si estaba bien. Le compraba comida, pero ella siempre lloraba la partida de su esposo. De ahí nació ‘Por cada risa, hay diez lágrimas’. Yo escribí esa canción por mi mamá y mi papá, por la fuerza que ellos me dieron a mí, y el amor que yo siempre he tenido por ellos.

‘Llegamos’ la escribí por la envidia que mucha gente me tenía: “Oigan, aquí llegamos nosotros y no estábamos dispuestos a llegar por la envidia y los malos pensamientos que no nos dejan en paz”. También escribí una canción para mi mamá, el Día de la Madre.

¿Qué legado quiere dejar en la música, a sus hijos y al público?

Yo les digo a los hijos míos, si van a ser músicos, no tienen que tomar ni usar drogas. Si tienen que usar esas cosas, no son artistas. Les digo a los niños que no sigan los pasos de esa manera, nosotros no usamos droga.

Los próximos años van a estar los hijos míos, son los que se van a quedar con eso. Tengo nueve hijos, siete de ellos son cantantes, músicos. Mi hija Corrine, cantante; América, quien ya está cantando con nosotros.

El chiquito Joel, que tiene 11 años, ya cantó con nosotros en el Teatro Jorge Isaacs, tocando piano, es pianista. Me encanta que mis hijos sigan el camino de la música. Yo no les dije “aprendan este instrumento”, les salió como a nosotros, natural. Y Joel es quien se va a quedar en la orquesta, con documentos y todo.

Gran bajista, Ángel Lebrón le da un sonido particular a su orquesta. Además, ha aportado muchísimo al jazz. | Foto: El País

¿Cuál ha sido la experiencia de compartir escenario con grandes artistas de la salsa?

Hicimos un concierto hace tres meses en Bogotá y Perú. Y estaban Tito Nieves, El Canario, Rey de la Paz y apenas nos vimos: “¡Ey! Cómo están”, porque somos amigos, nos criamos juntos en la música, y nos queremos, nos respetamos. Tres meses atrás compartimos escenario con La India y Víctor Manuelle; estuvo buenísimo.

¿Qué secreto tienen para mantener la pasión por la música después de tantos años?

Con mucho respeto, y dándole gracias al público, que es el que nos hace lo que somos.

Rafael Ithier, de El Gran Combo de Puerto Rico, se negó en sus inicios a incorporar el bugalú, ¿qué los llevó a trabajarlo?

Escribíamos canciones en inglés, el son montuno se mezclaba con la música que hacían los afroamericanos. De ahí salió el bugalú. Tuvimos gran relación con El Gran Combo. Cuando Pablo se enfermó, los primeros en ir a buscarnos al hotel fueron Rafael Ithier y Andy Montañez. Don Rafael nos invitaba a su casa a cenar con su familia. Siempre tuve gran respeto por este hombre, muy fuerte tanto mental como físicamente.

Joel, heredero del talento Lebrón. Aquí, su padre, Ángel, motivando en su hijo el cultivo de su talento innato. | Foto: El País

Legado sonero

Para el salsero de Buenaventura, Willy García: hablar de los Lebrón es “hablar de una institución, de una identidad de la salsa, y de salsa de golpe, esa que yo me levanté escuchando en mi Pacífico. Verlos en el escenario para nosotros, los negros del Pacífico, es un sueño, porque es el sonido con el que más uno se identifica, por los colores de sus coros, por la forma en que tocan sus instrumentos de percusión. La esencia de África se siente en su música”.

“Y el maestro Ángel Lebrón tiene esa identidad que uno, cada vez que piensa en salsa buena, se le viene a la cabeza esa imagen. Los Lebrón ha aportado mucho a la salsa, y a nosotros los negros, nos ha hecho sentir identificados con su golpe y con su música”, agrega García.

Una tarde en la que Ángel Lebrón fue a conocer el Museo Planeta Salsa, en Cali, su fundador y director Óscar Jaime Cardozo le pidió al periodista Álvaro Miguel Mina que le llevara al cardiólogo tumaqueño Jairo Ortiz, para que auscultara al artista, debido a que había tenido tres infartos. “El connotado médico le hizo una consulta de tres horas a Ángel, en la mesita donde entrevistamos a cualquier cantidad de artistas”, cuenta el melómano.

Anota que tanto “Ángel como sus hermanos, siempre manifestaron gran amor entre ellos, solidaridad. Pablo era quien los defendía a todos, ya que por ser negros, los discriminaban en Nueva York. Eran uno solo. Lastimosamente, las cosas se dieron como se han dado; nadie pensaba que se iban a separar los unidos Hermanos Lebrón. Ahora Carlos y José están por un lado, y Ángel, que vive en Cali, por otro”.

Recuerda Cardozo que Ángel le mostró un tema con una letra muy triste: ‘Me voy de viaje’, sobre un hombre que deja a su esposa y a sus hijos y se va al exterior en busca de mejor fortuna para su familia, pero, pasado el tiempo, su esposa consigue otra pareja, sus hijos lo olvidan, y él pierde todo.

Aquella vez, se sentaron en un muro afuera del museo y Ángel le contó a Cardozo una historia dolorosa, la de su hija Corrine Lebrón, que ha seguido la carrera musical, pero ha tenido problemas de salud. El melómano destaca de Ángel que le da un sabor particular al sonido Lebrón, como gran bajista, también ha aportado muchísimo al jazz. “Tuve en el Museo a Carlos, José, Franky y Ángel juntos tocando piezas inéditas de jazz, con arreglos de Ángel”.