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En una región cafetalera de Colombia, un grupo de agricultores ha declarado una tregua con un habitante indígena alguna vez cazaron pero ahora granizan: el "oso de anteojos" de los Andes tropicales.
Esta captura de fotograma tomada de un video de cámara trampa muestra a dos osos de anteojos (Tremarctos ornatus) en el Valle del Cauca, Colombia. (Photo by I. Mauricio Vela-Vargas / AFP) | Foto: AFP

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Oso de anteojos y caficultores se reconcilian en las empinadas montañas del Valle

En el municipio de El Águila, Valle, los campesinos decidieron detener la tala de árboles para proteger al único oso de Sudamérica que vive en los Andes.

6 de julio de 2023 Por: El País

En las montañas empinadas del Valle del Cauca, en el suroccidente de Colombia, un gigante andino acorralado por la civilización ahora convive con el hombre. Tras años en conflicto, los caficultores cedieron parte de sus terrenos para cuidar al oso de anteojos.

Pero hace ocho años detuvieron la tala de bosque que le abría espacio a los sembradíos y silenciaron las escopetas con las que cazaban al que consideraban su enemigo: el único oso de Sudamérica que vive en los Andes desde Argentina hasta Venezuela y lleva una suerte de antifaz blanco que le da su nombre.

Un agricultor monta a caballo en el pueblo de El Águila en el Valle del Cauca, Colombia, el 22 de junio de 2023.
En una región cafetalera de Colombia, un grupo de agricultores declaró una tregua con un habitante indígena que una vez cazaron pero ahora granizan -- el "oso de anteojos" de los Andes tropicales. (Photo by Juan RESTREPO / AFP) | Foto: AFP

Una estrategia público-privada, llamada “Conservamos la vida”, incentivó a Julián Pinilla y otros nueve cultivadores a entregar parte de sus propiedades para que el oso viva en paz a cambio de ser beneficiarios de construcciones de sistemas de tratamiento de aguas, fosas sépticas y tecnología para el procesamiento de café.

“El oso nos salvó”, confiesa Pinilla, de 37 años, a la AFP. El campesino cedió 28 hectáreas de las casi 400 que sumaron en total entre los vecinos para el oso de anteojos.

Desde entonces, en los bosques que bordean sus cafetales, las cámaras trampa han identificado una floreciente biodiversidad: zorros cangrejeros, agutíes, armadillos, garduñas, tigrillos, venados, pumas y hasta un bebé oso que juguetea con su madre.

“Jardinero de los bosques”

A más de 1.800 metros de altura los campesinos se abrieron paso entre bosques y conquistaron el terreno que siempre le había pertenecido al animal de pelaje negro o marrón.

En numerosas ocasiones los disparos sirvieron para espantarlos o incluso matarlos, recuerda Pinilla, cuya familia ha vivido del café por varias generaciones.

En una región cafetalera de Colombia, un grupo de agricultores declaró una tregua con un habitante indígena que alguna vez cazaron pero ahora granizo, el "oso de anteojos" de los Andes tropicales.
El caficultor Julián Pinilla recolecta granos de café en el Valle del Cauca, Colombia. (Photo by Juan RESTREPO / AFP) | Foto: AFP

Con la nueva estrategia de cuidado todo cambió. “Ya no tenemos tanto conflicto con el tema de cacería, de la tala de bosque porque (...) han cambiado, digamos, con esa consciencia”, explica Pinilla.

La principal amenaza de muerte es la destrucción de su hábitat natural por la actividad humana.

Gracias a los beneficios que la comunidad recibe a cambio de cuidar al oso, Pinilla y otros caficultores producen el “Café Oso Andino”.

El caficultor Julián Pinilla habla durante una entrevista con AFP en el Valle del Cauca, Colombia, el 22 de junio de 2023.
Para poner fin a la invasión de los bosques, los granjeros están sacrificando partes de su tierra en beneficio de la última especie de oso sobreviviente de América del Sur en un cambio radical que ha beneficiado a ambas partes. (Photo by Juan RESTREPO / AFP) | Foto: AFP

En los empaques de su producto siempre está presente el denominado “jardinero de los bosques”, por su papel de diseminador de semillas durante los largos recorridos que realiza.

En 2016 los osos ocupaban el 52% de las 3.000 hectáreas que los campesinos han reservado para el animal en la Cordillera Occidental, en el marco de la iniciativa en la que participan otras comunidades. En 2021 el porcentaje aumentó al 76%.

Hombre vs. Oso

Pero no en todas las montañas de Colombia el oso de anteojos se pasea a sus anchas ni posa para campañas publicitarias, como sucede en El Águila.

En algunos departamentos como Cauca (suroeste), Arauca (este) o Cundinamarca (centro) es víctima de la cacería, afirma Mauricio Vela-Vargas, biólogo de la fundación WCS y responsable del programa.

Miles de personas visitan anualmente el páramo de Chingaza, a unos 35 km de Bogotá, con la esperanza de ver alguno de los esquivos ejemplares. Allí un equipo de la AFP capturó imágenes poco usuales de uno de estos animales caminando en medio de los páramos, los frágiles ecosistemas donde nace el 70% del agua que consumen los 50 millones de colombianos.

En una región cafetalera de Colombia, un grupo de agricultores ha declarado una tregua con un habitante indígena alguna vez cazaron pero ahora granizan: el "oso de anteojos" de los Andes tropicales.
Esta captura de fotograma tomada de un video de cámara trampa muestra a dos osos de anteojos (Tremarctos ornatus) en el Valle del Cauca, Colombia. (Photo by I. Mauricio Vela-Vargas / AFP) | Foto: AFP

“Esta población no tiene mucho futuro”, lamenta Daniel Rodríguez, director de la Fundación Wii, nombre dado por los indígenas embera del norte de Colombia al oso andino.

En ocasiones, estos mamíferos tienen que salir de su hábitat natural a buscar comida y “los matan”, argumenta el experto, que señala otros riesgos como la creciente urbanización y las carreteras que se construyen en los alrededores del parque.

El laborioso oso de anteojos protege la biodiversidad de las zonas en las que vive y sirve como especie “sombrilla” de otras que se benefician con su presencia. “Es un buen indicador del estado de conservación de los ecosistemas”, explica Carolina Jarro Fajardo, subdirectora del Sistema Nacional de Áreas Protegidas.

“Estamos conservando al oso, le estamos dejando una parte de bosque que nos está dando oxígeno a todos, no solo al oso sino a todas las personas”, resume Pinilla.

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