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No seamos ingenuos

Lo que se vivió en la capital del país, que ya lo ha sufrido Cali en el último año con los ataques constantes al MÍO; es el sabotaje internacional a servicios esenciales para la gente, como el transporte público.

16 de enero de 2022 Por: Editorial .

Las ‘colatones’ promovidas la semana pasada en el Transmilenio de Bogotá para que los usuarios evadieran el pago del pasaje, no fueron protestas espontáneas para quejarse por el alza decretada para este año en el sistema de transporte masivo.

Como lo demuestran los videos conocidos tras los hechos, en los que jóvenes chilenos les enseñan a integrantes de la llamada ‘primera línea’ a sabotear el sistema de transporte masivo y a realizar actos vandálicos, todo estaba calculado y orquestado por esas supuestas organizaciones que dicen liderar las luchas sociales cuando su verdadero interés es causar problemas.

Lo que se vivió en la capital del país, que ya lo ha sufrido Cali en el último año con los ataques constantes al MÍO; es el sabotaje internacional a servicios esenciales para la gente, como el transporte público.

Más que solidaridad o la unión de esfuerzos para mejorar a las sociedades y defender las causas de los ciudadanos, es un hecho que lo que existe hoy en varios países de América Latina son movimientos articulados que buscan generar caos, desestabilizar a los Estados y ocasionar más y más daños.

Nada de ello puede ser aceptado, por el contrario debe generar el rechazo ciudadano así como acciones decididas de las autoridades para evitar que continúe sucediendo.

Creer que son actos espontáneos y democráticos es actuar con ingenuidad o en defensa de intereses que buscan desestabilizar a Colombia.

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