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Tratamiento inaceptable

De nuevo, el presidente de los Estados Unidos utiliza de manera despectiva y agraviante a Colombia para su campaña de reelección. Es hora de que alguien le haga saber al señor Donald Trump el daño que le...

11 de abril de 2019 Por: Editorial .

De nuevo, el presidente de los Estados Unidos utiliza de manera despectiva y agraviante a Colombia para su campaña de reelección. Es hora de que alguien le haga saber al señor Donald Trump el daño que le causa a su país el menospreciar y mentir sobre sus colegas y sobre las naciones que como la nuestra han sido sus aliados y socios.

Está claro que el narcotráfico es una multinacional que lleva consigo toda clase de delincuencia sin importar la nacionalidad de sus autores, que son también estadounidenses. Nuestro país y sus autoridades no han negado el crecimiento exponencial que en los últimos años han experimentado los cultivos de coca y la producción de cocaína. Y desde distintos puntos de vista han trabajado para atacar un mal que ante todo es el motor de la violencia y el desafío más preocupante a nuestro Estado, a sus instituciones y a la democracia.

Ese no es hoy el debate, y mucho menos en los términos que usó el señor Trump para referirse al presidente Iván Duque. Y ni siquiera es el momento para discutir cuál de los mandatarios colombianos es responsable de ese crecimiento. Porque, si fuera el caso, debería hablarse también de la enorme responsabilidad que les cabe a los países consumidores con Estados Unidos a la cabeza, en el aumento de la demanda, el suministro de precursores químicos y el lavado de las alucinantes fortunas que mueve el sistema financiero en todo el mundo.

Pero, repetimos, ese no debe ser el debate, y menos debe usarse para respaldar los argumentos con los cuales el presidente Trump pretende ser reelegido. Tampoco es aceptable que en su afán por mantener el respaldo de sus seguidores en la contienda electoral y defensores de la supremacía blanca, descalifique a Colombia y a varias naciones de Centroamérica como exportadores a los Estados Unidos de toda clase de criminales y delincuentes.

Eso es faltarle al respeto ya no a los gobernantes, sino a las naciones que, se supone, son amigas y deben tener un tratamiento respetuoso entre sí. En nuestro caso, el asunto reviste mayor gravedad, pues hemos sido socios de los Estados Unidos y ahora mismo, así como hemos demostrado decisión de combatir el narcotráfico, estamos comprometidos en la lucha contra la dictadura que acaba con Venezuela, en la cual está en juego la tranquilidad de toda América.

Por lo tanto, referirse de manera despectiva a Colombia como lo hizo el presidente Trump en un acto partidista no es algo ligero ni puede ser minimizado como lo sugirió el embajador de ese país en el nuestro. Está demostrado que tanto el presidente Duque como nuestras instituciones están comprometidas en combatir la cadena del narcotráfico y a sus autores sin necesidad de presiones de mal gusto.

Lo ideal es que Colombia y los Estados Unidos continúen trabajando de manera unida para derrotar a ese enemigo común. Pero también es fundamental que se conserve el respeto que debe existir entre países, naciones y gobernantes, en vez de los epítetos descalificadores que se usan para mantener adeptos electorales basados en la descalificación inaceptable.

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