Trampa mortal
Pero todo eso, como ocurrió en el barrio La Esneda, es desconocido o ignorado cuando no rechazado incluso con vías de hecho y señalado como abusos contra las familias de escasos recursos.
Siga a EL PAÍS en Google Discover y no se pierda las últimas noticias

9 de feb de 2022, 11:55 p. m.
Actualizado el 17 de may de 2023, 12:29 p. m.
La tragedia que viven las familias de las 17 personas muertas por una avalancha en inmediaciones de Pereira y Dosquebradas obliga a solidarizarse con el drama que padecen y a ofrecer la ayuda que sea posible para mitigar su dolor y atender sus necesidades. Pero también es el recordatorio de la manera en que muchos colombianos se juegan la vida en zonas de alto riesgo, desconociendo las alertas que los cuerpos de seguridad y los gobiernos lanzan o los mensajes que envía la naturaleza.
Lo ocurrido en el barrio La Esneda no fue una sorpresa. Por el contrario, y como lo muestran documentos gráficos la zona en la cual está construido ha sido escenario de derrumbes que han causado decenas de víctimas en eventos similares al del pasado martes, y por las mismas causas. Es decir, por personas que se aventuran a construir allí su vivienda, ignorando las catástrofes anteriores y desoyendo las advertencias, a lo cual le suman las aguas negras que arrojan y crean corrientes de agua que se convierten en factores que agravan el tamaño del desastre y suman pérdidas de vidas que pudieron evitarse.
Ese comportamiento es usual en un país donde la invasión de terrenos de alto riesgo se trata de justificar en la necesidad de acoger a quienes son desplazados o carecen de recursos. Pero esas son trampas que se convierten en mortales realidades cuando la naturaleza se suma a la improvisación y la tolerancia con esas invasiones impulsadas en muchos casos por ambiciones económicas o políticas, dejando dolorosas y crueles escenas donde la impotencia da paso a los reclamos y a las demandas contra el Estado por no haber actuado para impedir que se consume y, en el caso de Pereira, se repita la catástrofe.
Por ello, las ciudades de Colombia y en general las cabeceras de gran parte de los centros urbanos viven expuestas a hechos como los ocurridos en Pereira hace dos días que no se pueden calificar sólo como desastres naturales, ignorando las acciones humanas que hicieron posible los asentamientos que después se transforman en tragedias que pudieron evitarse. Más aún, son muchas las ocasiones en las cuales existen los mapas de riesgo, los antecedentes históricos y las advertencias de los encargados de la atención y prevención de desastres o las actuaciones de las autoridades para desalojar esas zonas.
Pero todo eso, como ocurrió en el barrio La Esneda, es desconocido o ignorado cuando no rechazado incluso con vías de hecho y señalado como abusos contra las familias de escasos recursos. Y se dan casos, como lo ocurrido allí, en los cuales se construyen barrios para atender a los habitantes de esos predios, que vuelven a ser invadidos
Y de nuevo la devastación se hace presente, dejando el luto entre sus familiares y la sociedad, además de la confusión y la sensación de impotencia que acompaña las manifestaciones de solidaridad con las víctimas. Todo ello podría evitarse si se hace uso de la autoridad, tanto para crear conciencia sobre el peligro al que se exponen quienes desconocen los riesgos como para evitar tragedias como la que se presentó en Pereira.
6024455000






