El pais
SUSCRÍBETE

Tiempos extremos

Gran Bretaña, en especial Londres, no estaba preparado para que el termómetro marcara 40,3 grados centígrados, como nunca se habían registrado los 45 en Mérida, España, o los 44 en la localidad francesa de Nantes.

22 de julio de 2022 Por: Editorial .

Gran Bretaña, en especial Londres, no estaba preparado para que el termómetro marcara 40,3 grados centígrados, como nunca se habían registrado los 45 en Mérida, España, o los 44 en la localidad francesa de Nantes. Habrá que acostumbrarse, porque ese calor que hoy golpea a buena parte del mundo se repetirá, probablemente con condiciones peores.

Explicaciones hay varias y pueden diferir de un continente a otro según las circunstancias. Olas de calor que suben del África y se encuentran con un sistema de baja presión formado en el Atlántico, ocasionando un choque que genera esas altas temperatura. O una corriente de chorro, algo así como un ‘río de aire’ que recorre el hemisferio norte de este a oeste y presenta crestas de alta presión, conocidas como cúpulas de calor que provocan un verano más intenso de lo normal.

Hay, sin embargo, un denominador común que lleva a que esos fenómenos se potencialicen, alcancen como ahora niveles jamás registrados y se prevean aún peores, año tras año, de aquí en adelante. Es el cambio climático, del que se saben sus causas, incluida la intervención humana y a sus actividades perjudiciales para el medio ambiente.

Las soluciones también están a la mano, aunque las voluntades no se encuentren a la altura necesaria. Como se demostró esta semana con la ola de calor en el Viejo Continente, los esfuerzos particulares, si bien son importantes se quedan cortos frente al reto que significa combatir el calentamiento global. Europa es la región que más recursos y esfuerzos ha invertido para detener el cambio climático, y hoy es una de las que más sufre su impacto, lo que no significa que las demás se salven.

Si por estos días la ola de calor se toma al continente europeo, las altas temperaturas ya tocan a Norteamérica y se sienten en naciones de Asia como China, que tampoco se libra de este verano caliente que pasa factura con el fallecimiento de centenares de personas o con los incendios que arrasan miles de hectáreas de pastos y bosques. Portugal, España, Francia y Grecia sufren las peores situaciones, mientras en los Estados Unidos arde Yosemite, el mayor parque natural del país donde están en riesgo cientos de milenarias secuoyas, el árbol más grande del planeta, y California se ha declarado en sequía.

Si se compara con lo que sucede en el resto del planeta, Colombia es una zona aún privilegiada gracias a su riqueza natural y su excepcional posición geográfica. Y puede seguir así siempre y cuando no se sigan destruyendo sus recursos ambientales, se detenga la deforestación y se impidan actividades que, como la minería ilegal, son actos criminales que acaban con los ecosistemas y la vida que ellos albergan.

Ese patrimonio único es el que se tiene que preservar para el futuro. No es con discursos políticos como se conseguirá, si no formando a los colombianos para que reconozcan, quieran y defiendan el tesoro que guardan sus recursos naturales y su medio ambiente. Si se consigue, la nación habrá hecho su aporte más importante para que el mundo pueda detener el cambio climático y enfrentar el calentamiento global que parece inevitable.

AHORA EN Editorial