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Sí se puede

Contra los pronósticos que auguran caídas y desconocen la realidad, la economía colombiana creció de nuevo y de manera vigorosa el segundo trimestre del presente año. Es la respuesta de un país comprometido en superar la crisis que dejó la pandemia y seguir adelante, la cual debe ser apoyada como la mejor vía para lograr desarrollo.

18 de agosto de 2022 Por: Editorial .

Contra los pronósticos que auguran caídas y desconocen la realidad, la economía colombiana creció de nuevo y de manera vigorosa el segundo trimestre del presente año. Es la respuesta de un país comprometido en superar la crisis que dejó la pandemia y seguir adelante, la cual debe ser apoyada como la mejor vía para lograr desarrollo.

Según el Departamento Administrativo de Estadísticas, Dane, el Producto Interno Bruto creció el 12,6% en el trimestre abril - junio, la época más afectada por los cambios que producen las elecciones de Congreso y Presidente de la República, las más polarizadas de las últimas décadas. Lo cual significa que ha subido el 10,6% en el 2022, cifra idéntica a la alcanzada en el 2021.

Esa es una realidad inocultable que ha sido reconocida en el concierto internacional y no puede ser menospreciada. Por ese impulso, Colombia ha podido enfrentar la crisis de desempleo que dejó la pandemia, y el año pasado generó un 18,2% más en el recaudo de impuestos, con respecto al 2020. Y si eso no fuera indicativo, debe tenerse en cuenta que en el 2022 ha recaudado el 115,8% de lo presupuestado por el Ministerio de Hacienda. En términos absolutos, ello significa que el Estado recibió $15 billones más por concepto de tributos, cifra respetable que ayuda a reducir el déficit fiscal.

Por supuesto, en esos resultados se reflejan los incentivos fiscales y monetarios para impulsar la demanda agregada, lo que a su vez ha influido de manera importante en las cifras de inflación, el peor impuesto para los colombianos. Y hay que tomar medidas para empezar a pagar las deudas adquiridas tanto como para controlar la expansión desbordada que ocasiona grandes peligros inflacionarios, así como para reforzar las finanzas públicas de manera que se demuestre la tradicional actuación responsable de nuestras autoridades en el manejo de las finanzas oficiales.

Esas cifras revelan la capacidad de Colombia para crecer, apoyada en la exportación de recursos como el petróleo y la minería, de los cuales se generan excedentes que también favorecen las arcas oficiales como lo demuestran los resultados citados. Pero no puede desconocerse que actividades como el comercio y la industria están contribuyendo con firmeza a ese impulso que, repetimos, está causando el reconocimiento y la admiración en el concierto internacional.

Que tenemos que afrontar una reforma tributaria para estabilizar las finanzas nacionales no está en duda. Que aún falta mucho por lograr y existe la posibilidad de que el crecimiento se desacelere, tampoco se discute. Sin embargo, debe tenerse cuidado para evitar decisiones que paralicen el sector privado y detengan el aporte de los activos energéticos que son protagonistas afortunados de las buenas noticias para los colombianos.

Es innegable que la economía tiene muchas formas de interpretar sus resultados. Pero ante las cifras que muestra el crecimiento, es necesario pedir prudencia y tino para evitar consecuencias que afectarán a millones de personas. Claro está, si aún se cree en la libertad de empresa y en el valor de la iniciativa privada como generadora de progreso.

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