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Salud y elecciones

Incertidumbre puede ser la palabra que mejor resume la situación política de los Estados Unidos. Un presidente con su salud en alto riesgo a pesar de estar en el país más avanzado del planeta, una campaña para elegir su sucesor en vilo y la aparente falta de rumbo para enfrentar el Covid-19.

4 de octubre de 2020 Por: Editorial .

Incertidumbre puede ser la palabra que mejor resume la situación política de los Estados Unidos. Un presidente con su salud en alto riesgo a pesar de estar en el país más avanzado del planeta, una campaña para elegir su sucesor en vilo y la aparente falta de rumbo para enfrentar el Covid-19, el que ha demostrado ser el peor enemigo de la salud, son partes de una confusa situación en la dirección de la primera potencia del mundo.

Por supuesto, no se puede afirmar que lo que está atravesando el presidente Donald Trump pone en peligro la institucionalidad de su país. Ella es lo suficientemente sólida para enfrentar y resolver los problemas que se le presentan, como las enfermedades de su primera autoridad, los duros cuestionamientos que generen sus actuaciones o el ambiente de pugnacidad que ha rodeado la campaña que terminará el próximo tres de noviembre.

El asunto es qué ocurrirá de aquí a esa fecha en la cual los estadounidenses acuden a las urnas para renovar sus instituciones. Hasta hace cuatro días, el tema principal era la agresividad que protagonizó el debate televisado del pasado miércoles y el estilo pugnaz del presidente Trump en su intención de reelegirse. Y la campaña giraba en gran parte sobre la respuesta que su gobierno, y él mismo, le habían dado al peligroso y en muchas ocasiones mortal coronavirus.

De pronto, un examen médico cambió en forma dramática el escenario. Trump y su esposa contagiados, decenas de funcionarios de la Casa Blanca y de personas vinculadas a su partido y a su campaña con exámenes positivos y un presidente recluido en el hospital naval de Maryland, aislado y viviendo el proceso de maduración de una enfermedad que puede llevar semanas en tener un desenlace en cualquier sentido.

Así mismo, crece la necesidad de encontrar a quienes han estado cerca de ellos en los últimos días, lo que los convierte en agentes de contagio ante su negativa a usar los tapabocas, practicar el aislamiento social y aplicar las medidas necesarias para controlar la pandemia. Eso incluye a los mil asistentes a la ceremonia de presentación de la candidata a reemplazar la juez Ruth Bader Ginsburg en la Corte Suprema, y los miles de sus seguidores que hicieron presencia en las manifestaciones de campaña sin protección.

Y para completar, una interminable serie de declaraciones, rectificaciones, correcciones y desmentidos de los miembros del gobierno y del equipo médico que atiende a Trump sobre el estado de salud del presidente de los estadounidenses. Todo ello mezclado con las especulaciones y el nerviosismo de un país polarizado y de unos medios de comunicación que nunca han ocultado sus preferencias políticas y son protagonistas de todas las campañas presidenciales.

Mientras los dirigentes mundiales y estadounidenses hacen votos por la recuperación del presidente Trump, Estados Unidos registra más de doscientas mil muertes producidas por el Covid-19. Y la incertidumbre sigue su camino ante la politización de un asunto que, como el combate a un enemigo común, debe ser puesto por encima de cualquier campaña electoral.

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