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Responsabilidad sobre Navarro

"Debió ocurrir la intervención de Emsirva por la Superintendencia de Servicios Públicos, para que se terminara con ese basurero y se creara un relleno sanitario que cumpliera normas mínimas dirigidas a proteger a los caleños. Pero quedó en el aire la solución a las piscinas de líquidos contaminantes que se iban acumulando".

10 de julio de 2012 Por:

"Debió ocurrir la intervención de Emsirva por la Superintendencia de Servicios Públicos, para que se terminara con ese basurero y se creara un relleno sanitario que cumpliera normas mínimas dirigidas a proteger a los caleños. Pero quedó en el aire la solución a las piscinas de líquidos contaminantes que se iban acumulando".

Por lo menos un año más deberá trascurrir para que se cumpla la promesa y el deber de poner en funcionamiento la planta de tratamiento de los líquidos letales que emanan del botadero de Navarro. Mientras tanto, el río Cauca y los caleños deberán seguir padeciendo los rezagos de un problema que creció durante décadas ante los ojos de las Administraciones Municipales y la indolencia de las autoridades ambientales. Durante mucho tiempo, la ciudadanía debió presenciar la transformación del paisaje de Cali que producía el crecimiento de las montañas creadas por la acumulación de toneladas de desperdicio que se tiraban en Navarro sin criterio alguno. Y se acostumbraron al aberrante espectáculo de miseria que significaba la lucha de miles de personas que se sumergían entre la basura para ganarse algunos pesos. Incluso se llegó a crear un barrio alrededor del basurero, y sus habitantes fueron frecuentes objetivos de personajes en trance de elección. Pero no se hacía nada para detener ese tumor que crecía a pasos agigantados. Nada, ni siquiera las frecuentes sanciones al Municipio y a Emsirva, servían para despertar la responsabilidad de los gobernantes sobre el daño que se causaba al medio ambiente y sobre la necesidad de acabar con ese mercado de la miseria. Más grave aún: de nada valieron las advertencias sobre el letal efecto de los lixiviados sobre el río Cauca, y la amenaza que significaba el que su vertimiento está a 150 metros de la bocatoma que alimenta el acueducto del cual se suministra agua potable a dos millones de personas. Debió ocurrir la intervención de Emsirva por la Superintendencia de Servicios Públicos, para que se terminara con ese basurero y se creara un relleno sanitario que cumpliera normas mínimas dirigidas a proteger a los caleños. Pero quedó en el aire la solución a las piscinas de líquidos contaminantes que se iban acumulando. Hoy son siete depósitos al aire libre, y cada día aumenta la producción de lixiviados que salen de las montañas de basura acumuladas en Navarro. Hace pocos días, el Alcalde de Cali y el Ministro de Vivienda firmaron un convenio para construir la planta de tratamiento que evite la contaminación arrojada a diario por el ‘Basuro’ al río Cauca. En él se plasmó el compromiso de hacer lo que debió realizarse hace muchos años, es decir, responder por la salubridad pública y la defensa del medio ambiente, obligación principal e irrenunciable del Estado en Colombia. Serán cerca de $20.000 millones que deberán terminar con una de las peores amenazas contra la salud de los caleños y la vida del río Cauca. El ‘basuro’ de Navarro y los lixiviados que de él siguen saliendo son el símbolo de lo que es capaz de hacer la indolencia con el medio ambiente. Ojalá se cumpla el objetivo del convenio firmado el pasado 5 de julio. Pero también debería ser la oportunidad para que se investiguen las responsabilidades que tienen quienes hicieron oídos sordos a los reclamos sobre el peligro que crecía en la ribera de un río que además de cruzar a Cali atraviesa por nueve departamentos y 180 municipios de Colombia.

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